El fundamento de esta tesis se encuentra en una inclinación connatural por los temas relacionados con la madurez personal y las tareas de madurez en la etapa adulta, desde la perspectiva de la Teoría del Ciclo Vital del desarrollo humano. Se profundiza en el estudio de la transición de la adolescencia a la edad adulta y en el conepto de adultez emergente propuesto por Jeffrey Jensen Arnett. Se trata de una etapa del ciclo en la que el individuo puede encontrar un espacio privilegiado donde avanzar en sus tareas evolutivas, de modo que quede definitivamente conformada su propia identidad.
Esta nueva etapa sería producto de un efecto de adaptación psicológica y sociológica, existencial quizá, a las nuevas condiciones socioeconómicas y culturales de los jóvenes de hoy, inmersos en el mundo posmoderno o que, incluso, ha superado el posmodernismo. Los cambios socioculturales ocurridos han alumbrado un nuevo perfil en la juventud, como efecto sobre los procesos de maduración e identidad de los sujetos.
Se exponen en profundidad las características de esta nueva etapa, presentando las características evolutivas y psicológicas que le son propias, tratando de aportar algunos datos clarificadores sobre ella, así como las tareas evolutivas cuya resolución es necesaria para alcanzar la edad entendida como edad adulta.
Se presentan también los criterios para la adultez, así como el papel que la autopercepción desempeña en el logro de la identidad adulta, aludiendo necesariamente a los conceptos de identidad y madurez personal, y proponiendo un modelo de estatus de adultez basado en la maduración de identidad y los procesos de autopercepción de los sujetos. Las categorías definidas en el modelo fueron adultos en funciones, adultos autopercibidos, adultos no preparados y adultos emergentes.
En el trabajo se defiende la necesidad de incluir las variables de religiosidad, espiritualidad y trascendencia en el estudio del desarrollo saludable de la identidad y la personalidad del individuo, ya que consideramos que la religiosidad, la espiritualidad y la trascendencia desempeñan su propio rol en la transición a la adultez.
Dado que este proceso de construcción de la identidad no es neutro, promoverá diferentes niveles de bienestar, en función de cuál sea el avance madurativo particular en la transición a la adultez de cada individuo. También la religiosidad y la trascendencia permiten el desarrollo positivo del individuo y, por tanto, tiene sentido vincularlos al estudio de la identidad y la madurez personal.
La metodología utilizada ha sido cuantitativa, utilizando encuestas de muestreo no probabilístico con procedimiento “bola de nieve”. 546 sujetos de entre 18 y 30 años participaron en esta investigación, y se estudiaron las variables de estatus adulto, consolidación de identidad, madurez, religiosidad y trascendencia, optimización evolutiva, desarrollo óptimo y bienestar. El análisis de los datos recogidos se realizó mediante distintas pruebas de metodología cuantitativa, lo cual se ajusta plenamente al carácter exploratorio del estudio. (...)
HANDLE: http://hdl.handle.net/10550/49960