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Presentación

La unidad de investigación «Neurociencia Social» está centrada en el estudio científico de varias temáticas sociales desde una perspectiva biopsicosocial, considerando el enfoque humanista en la hora de comprender el comportamiento humano. Los trabajos que se están realizando están principalmente focalizados en el estudio tanto de la violencia y el estrés social, como de la empatía, la compasión y la cooperación.

De este modo, surge la Neurocriminología, que persigue aplicar la metodología y las técnicas de estudio de las neurociencias para comprender, predecir, tratar e incluso prevenir la violencia y la criminalidad. Los conocimientos neurocriminológicos podrían ser empleados tanto en la prevención, como en el diagnóstico y el tratamiento de la violencia, así como en la estimación de la probabilidad de reincidencia.

Existen determinados factores de riesgo que predisponen a la conducta violenta, entre los que destacan:

  • Problemas de dependencia del alcohol y/o drogas.
  • Déficits neuropsicológicos.
  • Alteraciones de la regulación emocional y conductual.
  • Esquemas de pensamientos facilitadores de la violencia.
  • Situaciones sociales adversas.

Basándose en estos factores de riesgo (entre otros), las personas tienden a comportarse de forma violenta, sin tener en cuenta las consecuencias futuras, bien sean negativas o positivas, y fracasan al emplear la información disponible en el medio para prever las consecuencias de sus actos e inhibir su conducta.

Un ejemplo de esta predisposición a la violencia se da en hombres penados por violencia de género. La realización de estudios desde una perspectiva biopsicosocial ofrece información adicional sobre la violencia de género, ya que permite describir de forma concreta su perfil neurocriminológico y delimitar el rol de cada factor de riesgo en la propensión a la violencia. También permite analizar la efectividad de los tratamientos sobre las variables neuropsicológicas y biopsicológicas analizadas. Los resultados de estos trabajos están teniendo una aplicación en el ámbito nacional e incluso internacional, y podrían extenderse a multitud de personas que se encuentran en situaciones similares.

Aunque todo ello no está libre de cuestiones ético-legales, la neurociencia se está convirtiendo en una importante influencia en la comprensión y el estudio del comportamiento violento y criminal. En este contexto, la Neurocriminología positiva se centra en los procesos positivos como:

  • La empatía.
  • La compasión.
  • Las emociones positivas.
  • La conducta prosocial.

Estos conocimientos derivados de las líneas de investigación puestas en marcha podrían ser utilizados en la elaboración de programas de prevención e intervención de la delincuencia.

La cooperación es una conducta típicamente humana centrada en las relaciones sociales, que puede definirse como una estrategia adaptativa consistente en obrar conjuntamente con otro u otros, aumentando la probabilidad de alcanzar un propósito común. Dicha conducta cooperativa es resultado de procesos cognitivos y emocionales relacionados con constructos como el altruismo y la empatía. Por ello, la aplicación más relevante de estas investigaciones consiste en el empleo de los resultados obtenidos en la promoción de las conductas prosociales y la prevención y el tratamiento de la conducta antisocial. No obstante, son todavía escasas las investigaciones, en condiciones controladas de laboratorio, que hayan analizado los cambios psicobiológicos que se produce al cooperar. Aun así, hay un crecimiento exponencial en el estudio de los mecanismos psicobiológicos de la cooperación; lo que permite obtener información fundamental para avanzar en el desarrollo de un modelo social más cooperativo y empático.

En los últimos años, el mindfulness se ha establecido como una estrategia de intervención de gran utilidad en el entorno sanitario, al influir beneficiosamente sobre la salud de diferentes poblaciones. Además, algunas investigaciones han señalado que las intervenciones basadas en mindfulness influyen positivamente sobre la empatía en estudiantes universitarios y en profesionales sanitarios. Estos resultados son prometedores en lo que se refiere a la introducción del mindfulness en la formación de los psicólogos. Sin embargo, en los estudios realizados hasta ahora únicamente se han incluido medidas de autoinforme para evaluar la empatía, lo que no permite afirmar que estas intervenciones sean realmente útiles, ya que el incremento en la percepción subjetiva de los participantes no asegura una mejora en su habilidad empática. En este sentido, es necesario efectuar nuevas investigaciones en las que se incluya una evaluación situacional de la empatía, con medidas de ejecución y marcadores biológicos como la oxitocina, hormona que se ha relacionado con la empatía y las vinculaciones afectivas.