Las empresas familiares representan una gran parte del tejido empresarial de nuestro país, siendo reconocida su aportación al crecimiento económico y a la creación de empleo, apostando por la continuidad de su actividad en sucesivas generaciones. Este trabajo pretende analizar si las sociedades laborales pueden ser en la práctica instrumento para implementar empresas familiares o si por el contrario las especialidades en su régimen jurídico, frente a las sociedades anónimas o limitadas, no laborales, perjudica alguno de los principios configuradores de la empresa familiar. Hay cuestiones especialmente relevantes como la necesaria participación mayoritaria de los trabajadores con contrato indefinido en las sociedades laborales, o el régimen de transmisión de acciones y participaciones, materia que puede dejar abierta la puerta a la pérdida del control de la sociedad por la familia empresaria.