Emilia Matallana: “La biotecnología es tan infinita como seres vivos existen y opciones de mejora se nos ocurran”
- Unidad de Cultura Científica y de la Innovación
- 9 julio de 2024

Emilia Matallana Redondo es catedrática de Bioquímica y Biología Molecular en la Universitat de València (UV) y ha sido directora del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (I2SysBio), centro mixto de la UV y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Esta entrevista se centra en su trayectoria investigadora, académica y de divulgación de la ciencia, con motivo de su jubilación al finalizar el curso académico este año.
Especializada en biología molecular de levaduras, Emilia Matallana ha centrado su carrera investigadora en la biotecnología de las levaduras del vino. Ha publicado más de 60 artículos en revistas internacionales y nacionales y ha dirigido varios proyectos de mejora biotecnológica de la levadura. Además, ha participado como experta en biotecnología alimentaria en diversas agencias de evaluación de investigación y en empresas del sector enológico y ha desarrollado actividades de comunicación científica. Tras completar su doctorado con Premio Extraordinario y una estancia postdoctoral Fulbright en la Universidad de Pennsylvania, Matallana regresó a la UV. Su investigación, desarrollada principalmente en el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA) del CSIC y luego en el I2SysBio, ha sido financiada por grupos de excelencia y proyectos de I+D+I.
¿Cómo empezó a interesarse por la ciencia y, en particular, por las levaduras vínicas?
El interés por la ciencia, la verdad es que lo recuerdo desde que tengo uso de razón. Desde pequeña he sido curiosa. Me gustaba todo lo que tenía que ver con la naturaleza en todas sus vertientes. Este interés fue muy estimulado en las primeras etapas de mi vida por mi hermano mayor, que era un biólogo aficionado y que inculcó en mí el amor por la biología. Luego, el interés por las levaduras vínicas ya surge en mi etapa de investigadora, en particular a la vuelta de España tras mi estancia postdoctoral. Volví muy convencida de que en España las cosas iban a evolucionar como en el extranjero y de que había que hacer investigación en ámbitos aplicados con repercusión económica, social e industrial.
“Volví muy convencida de que en España las cosas iban a evolucionar como en el extranjero y de que había que hacer investigación en ámbitos aplicados con repercusión económica, social e industrial”
Su línea de investigación primero se centró en el entendimiento de la cromatina y en la regulación génica de S. cerevisiae, ¿qué podría decirme de aquellos años de investigación básica?
Es el placer de aprender, de saber. Da igual si eso va a tener un interés inmediato o no, pero se está investigando y a veces descubriendo cosas importantes. Tengo un recuerdo de esa época de investigación, el comentario de mi madre el día que defendí mi tesis doctoral, que fue: “supongo que todo lo que has contado es importante, no he entendido nada”. Este comentario resume, en parte, qué es la investigación básica, que en mi caso era descifrar la importancia que tiene la posición de los nucleosomas en un gen de levadura para regular su expresión. Siempre he sentido el placer por investigar cosas que no se conocen y por aportar explicaciones de lo que es un sistema biológico y de cómo funciona.
Su grupo de investigación trabaja actualmente en la mejora biotecnológica de levaduras industriales. ¿Qué impacto tiene este estudio en la sociedad?
El impacto principal es que puede llevar a proponer soluciones a problemas tecnológicos. Se obtienen mejoras que ofrecen ventajas tecnológicas, lo que deriva en una mejora para los enólogos y para el consumidor del vino. También, nuestra investigación es una opción de explicar ciencia de una manera mucho más sencilla. Desde la divulgación de la ciencia, las aportaciones más importantes de cara a la sociedad quizás sean un vehículo para poder explicar la ciencia de una manera más comprensible. Los científicos que sabemos algo en un área podemos ser absolutamente desconocedores en otra. La sociedad es capaz de entender la ciencia, solo hay que explicarla. Recuerdo hace unos años cuando se avanzó mucho en la investigación en física de partículas y en el bosón de Higgs. Yo, que soy científica, no entendía nada. Pedimos a un científico experto que nos hiciera una charla para entender esta rama de la física y lo consiguió.
Actualmente forma parte de un proyecto junto con Agustín Aranda, científico titular del CSIC, con quien codirige el Grupo de Investigación de Levaduras Industriales. ¿Podría explicarnos en qué consiste?
El propósito del proyecto es investigar aspectos de la vida de las levaduras vínicas que sean relevantes en sus usos industriales desde el conocimiento a nivel genético, bioquímico y de señalización celular. Este proyecto está muy enfocado en aspectos de mejora del proceso de producción de vino y pretende aportar soluciones en el marco actual de sostenibilidad y de cambio climático. En realidad, es una continuidad de un conjunto de proyectos que comenzaron en 1995 y surge como respuesta del grupo de investigación de ese conocimiento básico realizado anteriormente en biología molecular en levaduras.
“Los científicos que sabemos algo en un área podemos ser absolutamente desconocedores en otra. La sociedad es capaz de entender la ciencia, solo hay que explicarla”
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“Nuestro grupo ha aportado resultados de interés desde la investigación básica de la levadura y han tenido una aplicación en el ámbito industrial”
¿Cuáles han sido los principales resultados de este proyecto?
Nuestro grupo ha aportado resultados de interés desde la investigación básica de la levadura y han tenido una aplicación en el ámbito industrial. Para empezar, hemos encontrado algunos mecanismos moleculares de la adaptación de las levaduras frente a condiciones adversas y, particularmente, la adaptación al estrés oxidativo como una de las características más relevantes a nivel industrial. En unos casos podría ser esperado, pero en otros no, ya que hay procesos en los que no participa el oxígeno y hemos descubierto que el estrés oxidativo está en la base de muchos daños celulares en condiciones adversas.
Luego, desde un punto de vista más aplicado, nuestras aportaciones más importantes han sido propuestas de mejora biotecnológica para los procesos de producción del vino. Por ejemplo, hemos aportado resultados sobre la aplicación de antioxidantes de carácter natural en los procesos en los que participa la levadura para que mejore la protección frente al estrés oxidativo, mencionada anteriormente. Además, nuestro trabajo a nivel de biología molecular y de sistemas del comportamiento de la levadura en procesos industriales nos ha llevado a proponer y ejecutar experimentos de evolución dirigida en el laboratorio para conseguir que la levadura mute y evolucione hacia un comportamiento mejorado en la producción del vino.
¿Qué consejo le daría a alguien que esté comenzando su carrera en la investigación?
Es una pregunta muy difícil de responder hoy en día. Llevo muchos años en investigación y he tenido siempre mucha conexión con mis estudiantes y cuando están acabando sus estudios muchos han querido tener un poco de orientación acerca de la carrera investigadora. Mi respuesta hacia esta cuestión ha cambiado radicalmente con el paso de los años. Cuando empecé a orientar estudiantes hace 30 años, la investigación en España y en general en el mundo estaba mucho menos avanzada y la carrera investigadora era más sencilla. Lo que quiero decir es que era más sencillo vivir de la carrera científica y disfrutar de ella, por lo que el consejo por aquel entonces hubiera sido: ¡lánzate, adelante! Ahora, no obstante, la respuesta no puede ser la misma, pero yo trato de trasladar un mensaje positivo, aunque meditado. La investigación es la mejor carrera que uno puede hacer si tiene claro que es la carrera de su vida. Por tanto, mi consejo sería en primer lugar valorar de manera muy seria y serena cuánto te motiva la investigación y cuánta satisfacción crees que te va a aportar. No vas a ser millonario, no tendrás muchas vacaciones y va a suponer un esfuerzo importante. Además, habrá que hacer algunos sacrificios personales, seguro, pero si las recompensas te llenan, serás muy feliz.
A parte de su interés en la investigación, también ha realizado numerosas actividades relacionadas con la comunicación científica. ¿Planea en un futuro continuar con la divulgación?
Sí. Es la única parcela de mi trabajo que me gustaría conservar por encima de todo. Planeo continuar con todo lo que he estado haciendo hasta ahora; la colaboración con la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación de la UV o colaboraciones por libre con profesores/as de secundaria que conozco o a través de Sapiencia y en colaboración con el Ayuntamiento de Sagunto, mi ciudad.
Ha traducido un libro sobre la vida de Sydney Brenner, biólogo y Premio Nobel de Medicina en 2002. ¿Le gustaría escribir algún libro científico?
Claro que me gustaría, la producción científica en todos sus ámbitos es un objetivo para la gran mayoría de los investigadores. Tengo que reconocer que nunca me lo he planteado como un objetivo inmediato porque no me veía con el tiempo de poder hacerlo, pero reconozco que me gusta mucho escribir y disfruto haciéndolo. En cuanto a la traducción, obviamente no es una obra propia y siempre pretendí aportar el mínimo posible para que fuera una traducción literal de lo que había dicho Brenner en su entrevista, la cual sirvió de base para el libro. No obstante, disfruté mucho haciendo aportaciones como traductora al añadir notas a pie de texto que ayudaban al lector a entender mejor algunos personajes y conceptos que Brenner nombró.
“La investigación es la mejor carrera que uno puede hacer si tiene claro que es la carrera de su vida”
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“La clave es dar un mensaje muy honesto del problema que queremos solucionar, explicar las posibles soluciones biotecnológicas y hacer una adecuada valoración de posibles riesgos frente a los beneficios”
¿Cuál ha sido según usted el impacto de la biotecnología en el ámbito de la ciencia?
Creo que el impacto ha sido enorme en los últimos años, en particular desde el último cuarto del siglo XX o lo que va de este. Cuando explota el conocimiento de la información genética, que es la base de la biotecnología moderna, es cuando se empiezan a observar grandes impactos. Sin embargo, me gustaría destacar que es un impacto que conocemos los profesionales de la biotecnología, pero si uno pregunta a los ciudadanos, el impacto está aún por llegar o quizás está empezando a ser apreciado por la sociedad. En parte, esto se lo debemos a la pandemia que hemos vivido recientemente, ya que ha servido para tomar conciencia de algunos aspectos en los que la biotecnología puede ser relevante. Se puede decir que la biotecnología es tan infinita como seres vivos existen y opciones de mejora se nos ocurran.
¿Qué cree que hace falta para aumentar el interés por la cultura científica y por la biotecnología?
Falta explicarla bien. Para que la gente se entusiasme con la biotecnología tiene que entenderla y si se explica al nivel de conocimiento de tu interlocutor, el interés se despertará inmediatamente. La clave es dar un mensaje muy honesto del problema que queremos solucionar, explicar las posibles soluciones biotecnológicas y hacer una adecuada valoración de posibles riesgos frente a los beneficios. Suelo dar charlas de divulgación sobre biotecnología y lo que me gusta hacer en ellas es escoger ejemplos que puedan ser comprendidos con relativa facilidad por un público no especializado. Siempre que doy una charla así, debo destacar que el resultado es impresionante porque la gente que lo escucha no tiene ninguna formación científica, pero entiende perfectamente lo que aporta este campo de la ciencia y esto es lo más importante.
Después de impartir docencia en la Universitat de Valencia durante más de 30 años, ¿considera que la educación a nivel universitario falla en algún aspecto?
Creo que falla en muchísimos aspectos, aunque no como consecuencia de un desinterés por parte del profesorado, del estudiantado o de las universidades. Es muy difícil cambiar la forma de hacer las cosas, aun cuando se es consciente de la necesidad y eso conduce a que, en muchas ocasiones, los cambios vayan muy por detrás del momento en que aparece su necesidad. Los problemas se detectan relativamente pronto, pero luego nos cuesta mucho mover la maquinaria necesaria para realizar estas modificaciones.
No se forma en competencias ni con perspectiva profesional y no se evalúa la capacidad de adaptación a entornos laborales ni la adquisición de competencias ‘blandas’ o transversales como, por ejemplo, aprender a planificarse, a trabajar en equipo, etc. Tenemos un problema con la evaluación. Pienso que lo ideal en el momento actual sería una evaluación oral, en forma de entrevista, para facilitar la fluidez en la comunicación entre las personas evaluada y evaluadora, pero esto es incompatible con tener 80 estudiantes en el aula. Otro problema que falla en la educación superior es la tutorización académica personalizada por parte del profesorado a los/las estudiantes. Esto es imposible en nuestro sistema universitario, mientras que en ciertas universidades de Europa y del resto del mundo eso existe y da muy buenos resultados. En los más de 30 años que llevo como profesora, he visto oportunidades de cambio que han sido desperdiciadas.
“En los más de 30 años que llevo como profesora, he visto oportunidades de cambio que han sido desperdiciadas”
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“El I2SysBio es un proyecto científico con posibilidades de obtener menciones de excelencia y de situarse en el panorama nacional e internacional como un centro de referencia en biología de sistemas”
Ha sido directora del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (I2SysBio) desde 2020 hasta 2024. ¿Cuál ha sido su contribución?
Quiero ser honesta y clara en mi respuesta. La función principal era ser “bombero con extintor en la mano”, es decir, ir apagando los fuegos diarios de la gestión de un instituto de reciente creación, con pocos medios y con muchos retos y dificultades. Desgraciadamente, la dirección de un centro de investigación es mucho más una tarea de gestión administrativa que una dirección científica. A pesar de eso, la experiencia de los cuatro años ha sido muy positiva y quizás un factor importante para ello ha sido, precisamente, la vida tan corta que tiene este instituto. Al tener solamente 7 años, el personal, las estructuras y la organización interna no están consolidadas, pero justamente el hecho de estar “en construcción” puede convertirse en una ventaja, porque no tenemos lastres heredados que nadie es capaz de tirar por la borda, aunque todo el mundo sabe que entorpecen el progreso. En los últimos 18-24 meses como directora he tenido la suerte de coordinar un equipo de investigadores que quieren construir un centro de excelencia y que me ha hecho disfrutar mucho la última etapa de dirección. El I2SysBio es un proyecto científico con posibilidades de obtener menciones de excelencia y de situarse en el panorama nacional e internacional como un centro de referencia en biología de sistemas.
También ha formado parte del Programa Motivem que desarrolla la Universitat de València en colaboración con ADEIT. ¿Cuáles fueron sus aspiraciones para participar como secretaria del consejo académico y codirectora de dicho programa?
No había aspiraciones en sustentar este cargo, sino que, con un profesorado motivado de la UV que forma el programa Motivem, nos pareció que merecía la pena crear un consejo académico y generar una estructura del programa que nos permitiera hacer muchas más cosas. Acepté encantada ser la portavoz de este colectivo de profesorado en forma de secretaria del consejo académico, ya que me pareció que era la mejor contribución que podría hacer al programa.
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