
Coordinador de las actividades conmemorativas del centenario del nacimiento de Vicent Ventura (1924-1998), Francesc Pérez Moragón desgrana parte de la trayectoria del político y periodista valenciano. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia e historiador de la literatura en valenciano, Pérez Moragón prepara la primera biografía sobre Ventura, trabajo del cual habla en esta entrevista.
- ¿Cuándo comienza su relación con Vicent Ventura (VV)?
No lo sé con exactitud. Yo estudiaba aún el bachillerato, en los Escolapios de la calle Carnissers, en Valencia. Fue por mi vinculación con la gente de la Unió Democràtica del Poble Valencià, especialmente Ernest Sena y Vicent Miquel i Diego. En cualquier caso, fue a raíz de la campaña por la introducción del valenciano en la liturgia en la archidiócesis de Valencia. En algún momento me enviaron a su casa, a llevarle alguna documentación. Él aún vivía en el número 1 de la avenida de Suecia. Después nos saludábamos porque yo iba a estudiar en el antiguo edificio de la Universidad, que aún se usaba para Filosofía y Letras, y Publipress, la empresa de Ventura, estaba cerca. Lo vi después en algún acto, pero la relación más frecuente quedó establecida a principios de 1972, cuando Joan Fuster me llevó a la tertulia en la cafetería San Patricio, donde ambos eran el centro y el plato fuerte de las conversaciones y la animación. Volví siempre que tuve ocasión y ya nos vimos muchas veces Ventura y yo en mil historias, hasta que murió.
- En su reciente conferencia en la NAU, habla de la elaboración de una biografía sobre VV. ¿En qué punto está este trabajo? ¿Con qué problemas se ha encontrado? ¿Falta de documentación, de testimonios…?
Es una tarea complicada, porque no hay precedentes y su archivo era muy parcial, ya que en general no conservaba demasiados papeles, y además, después de morir en 1988 Marina Peris, su esposa, rompió fotografías y documentos en medio de una horrible depresión. Afortunadamente, la sobrina y heredera de Ventura, Anna Aguilar, depositó lo que quedaba en la Biblioteca Valenciana. Estoy clasificándolo, con la inestimable ayuda de Magda Pellicer Lázaro, documentalista, y de Nel·lo Pellisser. Ahora estoy trazando un resumen largo, de unos setenta u ochenta folios, con el material que he recopilado y haciendo una lista de archivos por visitar, algo que espero hacer cuando tenga más tiempo y los recursos adecuados. Debo decir que, donde he ido, tanto personas como instituciones han facilitado mucho las cosas: el nombre de Ventura despierta mucho respeto, muchos años después de su muerte.
- ¿Puede darnos alguna pista sobre qué personajes vinculados a Ventura, aún vivos, han sido entrevistados para la biografía y cuáles han sido sus principales fuentes al repasar la trayectoria de VV?
Todo esto debería ser, en mi opinión, un trabajo en equipo. He hablado con Mario García Bonafé. Tuve una primera conversación con Ricard Pérez Casado y me quedan muchas más. Por desgracia, han fallecido muchas personas, amigas de él y mías, que habrían dado muchas pistas. Nunca pensé en embarcarme en esta biografía y nadie les preguntó en su momento. Ahora, quedan testimonios escritos, como cartas o artículos, de Doro Balaguer, Fuster y otros.
En realidad, estoy empezando. Y descubriendo sorpresas que me hacen ver a un Ventura que desconocía. Por ejemplo, la Academia Valenciana de la Llengua publicará un álbum de fotografías que contribuye con las que conservaba Marina de sí misma, sobre todo, y de Vicent. Y las familias de sus amigos más antiguos —Xavier Marco, Josep L. Bausset, Josep Iborra, Josep García Richart, Carlos Orbea, Josep la Roca.
En cualquier caso, he enrolado en esta aventura a Adolf Beltran, excelente periodista, que ya publicó la correspondencia de Ventura con Fuster y un libro con una extensa entrevista con Vicent. Espero que entre los dos lleguemos a todo.
- ¿Cómo es posible que, desde su muerte en 1998, no se haya publicado ningún trabajo extenso sobre VV?
Mire, el país es lo que es. Hace falta mucho más apoyo a la investigación, pero para que sea posible, hay que invertir mucho en personal, infraestructura, presupuestos y recursos de todo tipo para archivos y bibliotecas.
- Usted ha escrito algunos trabajos y ha hecho documentales y exposiciones sobre Joan Fuster, en buena parte para la Universidad de Valencia. ¿En qué medida ha contribuido esto a saber más sobre VV?
A diferencia de Ventura, Fuster dejó un archivo voluminoso que, gracias al esfuerzo de muchas personas, está clasificado de manera muy eficiente. Por varias razones, participé en esa operación. Las actividades que usted menciona me han permitido conocer determinados aspectos de la obra y la personalidad de Ventura. Ahora, nada se compara a haberlos tratado a ambos a la vez, haberlos escuchado muchas veces charlar y bromear en una tertulia de la que eran el motor y el centro de interés.
- ¿Cómo fue la relación entre Fuster y VV? ¿Tuvieron desacuerdos?
La relación fue siempre de una cordialidad admirable. Hubo, como se sabe, un episodio de ruptura a raíz de la publicación de los proyectos de Estatuto de Autonomía llamados de Elche y del Consell Democràtic. Fue provocado por insidias típicas de Eliseu Climent, como se puede comprobar documentalmente y me lo ha confirmado un testigo de gran valor, el historiador Mario García Bonafé, gran amigo de Ventura y Fuster durante muchos años y fundador junto con Ventura y Joan J. Pérez Benlloch del primer PSPV.
- ¿Cuál fue para usted la etapa más fascinante en la trayectoria profesional de VV?
Creo que él debió entusiasmarse en todas. Ventura solía decir de algunas personas: "es un entusiasta". Podrías creer que era un reproche. Era un elogio. Él mismo se entusiasmaba en todo lo que hacía. La primera etapa de periodismo, hasta las represalias gubernamentales por haber participado en la reunión del Congreso del Movimiento Europeo de 1962, en Múnich, sería para él una serie de descubrimientos emocionantes. Después, crear Publipress, con gente como Jarque, Alfaro, la Roca, Torres, Benavent y otros. Y eso, limitándonos al ámbito laboral. En política, sin duda, tuvo momentos de gran impulso y notables disgustos.
- ¿Qué vinculación tuvo Ventura con la Universidad de Valencia?
No pasó de los estudios primarios, que ni siquiera terminó porque su padre lo impidió. Fue un autodidacta, y en ese proceso muchas personas vinculadas a nuestra Universidad fueron muy importantes para él. Con Fuster, Iborra, Richart y otros cuando aún eran estudiantes, pero también con Miquel Tarradell y otros profesores. Primero de Filosofía y Letras, después de Económicas... Dirigió la primera etapa de Claustro, órgano del Sindicato Español Universitario, y participó en las actividades iniciales del Teatro Universitario. Y ya al final de su vida, colaboró en actividades civiles con Ramón Lapiedra y recibió la Medalla de la Universidad siendo rector Pedro Ruiz. Pronunció la laudatio Josep Fontana. Se tenían un gran afecto y respeto.
- ¿Cómo resumiría la aportación de VV a la política valenciana?
Hizo todo lo posible por desprovincializarla. Política para un país fue el título de una recopilación de sus artículos que tuve la fortuna de editarle, como curador. Siempre desde una perspectiva socialista, socialdemócrata, pero con un gran sentido de relación antisectaria con otras organizaciones e ideologías. Tuvo una magnífica relación con personas conservadoras o liberales, como Joaquim Maldonado, padre e hijo, Muñoz Peirats, Francesc de P. Burguera, Adolf Pizcueta, Álvaro Noguera o Joaquim Reig, por no mencionar a Dionisio Ridruejo, Doro Balaguer y gente socialista, comunista y nacionalista ya más de nuestro tiempo.
- ¿Cómo podría difundirse la figura de VV entre las nuevas generaciones? ¿Impulsaría usted alguna iniciativa?
Estamos empezando a hacerlo, gracias a la Universidad de Valencia, a la de Alicante, a la Jaume