© Paula Sanz Caballero
En los últimos años, la ilustración ha adquirido un gran protagonismo y se muestra presente en todos los canales de comunicación y también en la escena social, siendo Valencia un ejemplo, junto a otras capitales de España, de ciudades que nutren su oferta cultural con todo tipo de eventos vinculados a la ilustración y el cómic. Este florecimiento se vive también en otros países como Alemania, con el Festival Illustrative de Berlín; o Italia, con la Bologna Children’s Book Fair. Además de estos eventos reconocidos internacionalmente, con una sencilla búsqueda podemos localizar numerosos festivales, mercados, bienales, congresos y actividades que llenan de ilustración las agendas culturales de un gran número de poblaciones: el Congreso Internacional Ilustrafic, en Valencia; Ilustrísima, en el Museo ABC de Dibujo e Ilustración de Madrid; Valladolid Ilustrado; el encuentro profesional de ilustración Irudika, en Vitoria-Gasteiz; y un largo etcétera. En España, nos costaría poder enumerar todos ellos.
Ante tal escenario de auge, nos planteamos elaborar una exposición de referencia que visibilice el papel de la mujer en la profesión, acotada al ámbito de la Comunidad Valenciana. ¿Por qué otra muestra sobre ilustración? ¿Es necesaria una división por géneros para visibilizar el trabajo de las mujeres ilustradoras? Rotundamente, sí.
En la mayoría de ámbitos profesionales, y concretamente en la historia del arte, no se ha otorgado el mismo valor al trabajo de las mujeres que al de los hombres. En las colecciones históricas más importantes del mundo, apenas encontramos obras de mujeres y, en los trabajos existentes, lo que predominan son escenas a base de bodegones, paisajes y autorretratos; mostrando así la posición que las mujeres ocupaban en un terreno dominado por hombres. A modo de ejemplo, el Museo Nacional del Prado, uno de los mejores de Europa, sólo expone seis obras realizadas por mujeres. Y las cifras son claras: sólo tres pintoras tienen el honor de formar parte de su colección. Son la renacentista italiana Sofonisba Anguissola, la flamenca Clara Peeters y la artista italiana barroca Artemisia Gentileschi.[1] La mayoría de los manuales las excluyen, aunque es de sobra sabido que hubo mujeres retratistas en las cortes, escultoras y pintoras religiosas que fueron silenciadas. Sofonisba Anguissola, que sí ostenta la fortuna de tener obra en esta colección, realizó uno de los más famosos retratos de Felipe II que durante siglos se atribuyó al pintor Sánchez Coello, demostrándose posteriormente que fue obra de esta artista italiana. Clara Peeters, por su parte, es la única mujer a la que el Museo ha dedicado una exposición individual en sus 200 años de historia. Y es que ya lo denunciaban las Guerrilla Girls en 1989, cuando colocaron una gran pancarta frente al Metropolitan Museum de Nueva York en la que podía leerse: ¿Tienen las mujeres que estar desnudas para entrar en el MET? Menos del 5% de los artistas en las secciones de arte moderno son mujeres, pero un 85% de los desnudos son femeninos. Siglos después, la presencia y reconocimiento hacia la obra de las mujeres seguía limitado y hay una constante que se repite: la duda de que una mujer sea capaz de estar a la altura ‘creativa’ de un hombre.
Estos poquísimos ejemplos de un problema casi inabarcable justifican sobradamente las preguntas que dieron origen a esta exposición, y hacen que nos cuestionemos el origen de este auge que la ilustración está viviendo: ¿qué ocurre con las ilustradoras? ¿Han sufrido el mismo grado de ostracismo que las mujeres artistas a lo largo de la historia? La exposición no es únicamente una apuesta de género, sino un requerimiento de igualdad y una oportunidad para posicionar la labor de las ilustradoras valencianas que, además de olvidadas, pasaron desapercibidas como consecuencia de la hegemonía masculina de la época y consiguieron desarrollar su carrera luchando contra las imposiciones sociales, familiares y las propias del sector.
Al inicio del proyecto, al equipo nos asombró la enorme dificultad de encontrar cualquier referencia a ilustradoras durante los años del desde los años de la República y siguiendo con la Dictadura, aunque si somos sinceros, lo esperábamos. Desde principios del siglo XX, en Valencia ya existía una prestigiosa escuela de ilustradores: Ambrós, Raga, Climent, Arturo Ballester, Vicente Ballester, Diago, Cabedo, Dubón, Pérez-Contel, Petit Guillem, Castelló Gastón, Sanz Miralles, Renau, Monleón y muchos más. A poco que se indague en el tema, aparecen medio centenar de grandes artistas, hombres, que trabajaron la imagen de las fallas, las ferias o los carteles taurinos. En lo que a las mujeres se refiere, no hay ni rastro. De una manera similar a lo ocurrido en la historia del arte, las mujeres quedan ocultas a excepción de algunos nombres, como Manuela Ballester, que alcanzó cierto grado de reconocimiento al trabajar en el entorno de Josep Renau, su pareja. En el taller de Renau también trabajaban sus hermanas, Rosa y Fina, que según hemos podido averiguar, no solo se dedicaban a pintar los fondos de los carteles del maestro, sino que también desarrollaron sus propias obras pictóricas, pero poco más sabemos. Otro caso es Piti Bartolozzi, conocida habitualmente por ser la hija del gran dibujante Salvador Bartolozzi, aunque debería serlo por mérito propio.
Décadas después, con el surgimiento de las grandes agencias de publicidad en los setenta, las mujeres tampoco accedían a cargos creativos de relevancia en las empresas, ocupando puestos de menor importancia como ayudantes de estudio, artefinalistas, técnicas de laboratorio o gestión interna. Estamos convencidas de que hubo mujeres trabajando en los departamentos creativos, pero una vez más sus nombres no han llegado hasta nosotros.
No es hasta los años 80, época de esplendor para la creación artística, cuando empezaron a sonar nombres de mujeres ilustradoras que aparecían habitualmente en revistas de cómic, trabajaban en un estudio de publicidad o en otras actividades similares. Resulta evidente que no surgieron de la nada y que su trabajo, así como el de sus predecesoras, merece un reconocimiento y que la sociedad les otorgue el lugar que siempre debieron ocupar como grandes profesionales que fueron. Queremos que se reconozca su valía e interés, por estos motivos señalados, ya que durante estos años, en los ámbitos del cómic y la historieta, al igual que en el diseño, la publicidad o la arquitectura, por citar algunos ejemplos, la mujer era relegada a tareas consideradas entonces secundarias, como el guión, el entintado, eran limitadas a cargos de ayudante o bien trabajaban bajo un seudónimo que ocultaba su verdadera identidad. Inclusive, las historietas de las revistas dedicadas al público femenino, dibujadas en muchos casos por hombres, eran de cariz alienante y se dirigían a las chicas en términos oníricos de hadas, encantamientos y siguiendo un adoctrinamiento doméstico tan evidente que rozaba lo obsceno.
Desde una perspectiva historiográfica que abarca desde las primeras décadas del siglo XX hasta la actualidad (puntualizando en el recorrido, de una manera breve pero significativa, a las grabadoras e impresoras del siglo XVI), la exposición realiza un especial énfasis en aquellas ilustradoras pioneras cuyos trabajos no han recibido el reconocimiento merecido, mostrando así la evolución y el aumento del colectivo en nuestra comunidad. Partiendo de esta acotación temporal, dividimos el contenido en tres líneas de trabajo: la primera es la ilustración editorial, que incluye trabajos publicados en revistas, periódicos, libros de texto, y novelas. La segunda es la publicidad y la cartelería, en la que hemos añadido un apartado dedicado a la ilustración aplicada a producto. Y la tercera línea es la del tebeo, cómic, novela gráfica o libro ilustrado. Todas las ilustradoras expuestas participan en alguno de estos tres bloques, a veces incluso en varios, ya que actualmente las profesionales se caracterizan por abordar distintas materias dentro de su misma disciplina creativa.
Nuestro objetivo principal ha sido focalizar la exposición en mujeres dibujantes y no en mujeres artistas dedicadas a cualquier otra disciplina plástica (pintura o escultura, por ejemplo) y enfatizar su presencia en la profesión durante unos años en los que eran sobradamente conocidos los nombres masculinos pero no tanto los femeninos, tal y como hemos apuntado. Creemos que es importante, además de dar cabida en la muestra al mayor número posible de ilustradoras, exponer la gran variedad de temas y formatos existentes en las ilustraciones creadas por las autoras y mostrar así la versatilidad del trabajo de todas ellas. Una labor que da como resultado unas obras y unas publicaciones que esperemos sean valoradas por su calidad, sin importar el género, y que ayuden a eliminar, en un futuro no muy lejano, etiquetas tales como “cómic femenino”, “ilustración de mujeres” o “mirada sensible” que siguen arrastrando hoy en día.
Es evidente que, con el transcurso del tiempo, esta situación ha evolucionado positivamente posicionando a las autoras en primera línea. Las redes sociales han sido una herramienta clave para difundir y situar el trabajo de las ilustradoras, una suerte de altavoz con el que alzarse y hacerse perceptibles como las grandes profesionales que son. Este auge está avalado por las cifras y es que, según el Colectivo de Autoras de Cómic (AC) que presenta anualmente un listado de obras de autoras publicadas en las principales editoriales de nuestro país, durante el año 2017 se contabilizaron hasta 100 obras participadas y/o creadas por autoras de cómic. En su blog se pueden consultar cifras de años anteriores, que demuestran el acontecido aumento en los últimos años. Por contra, este apogeo también nos plantea otros interrogantes: ¿serán capaces, las mujeres ilustradoras, de mantener una carrera profesional en este ámbito? ¿acabarán nuevamente ocultas por un engranaje comercial, dentro de la idílica conciliación? ¿está realmente preparada la sociedad para asumir una igualdad real en la frenética carrera a contrarreloj que supone una profesión en el ámbito cultural?
Hemos contado, además, con la inestimable colaboración de profesionales expertas en la materia, cuyas investigaciones y puntos de vista han sido clave para nutrir la exposición y esta publicación. Sus aportaciones nos permiten profundizar en la vida y obra de las ilustradoras valencianas, sus historias y circunstancias en las que se han desarrollado sus carreras. Nuestro más sincero agradecimiento a Clara Berenguer, Carla Berrocal, Xavi Calvo, David Heras, Vicent Ibiza i Osca, M.ª Carmen Martínez Ortega, Elisa McCausland, Miguel C. Muñoz Feliu, Álvaro Pons, Pedro Porcel, Nuria Rodríguez y Eva Solaz por sumarse al proyecto.
Cabe destacar también la gran implicación de todas las ilustradoras participantes, cuya ayuda ha sido imprescindible para armar esta muestra. Por último, queremos excusarnos por no haber podido incluir, por razones obvias de espacio, a otras profesionales con las que nos hubiese encantado contar. La esperanzadora realidad es que, en este momento, hay tantas grandes ilustradoras y de una calidad tan indiscutible, que es difícil incluirlas a todas. Desde la revolución iniciada en los ochenta, y después de tantos años en silencio, este colectivo no ha dejado de crecer y nos presenta un futuro prometedor. Ahora mismo, en Valencia, la ilustración está dominada por ellas.
“Ocultes i il·lustrades. Creixement i èxit de les il·lustradores a València” es un necesario y merecido homenaje a todas ellas: a las de ayer por su trayectoria y a las de hoy para que puedan seguir adelante y se las reconozca. Y es también una aportación personal y profesional de tres conocedores del sector, en un deseo de integrar y fortalecer la comunidad de ilustradoras valencianas, acercando la ilustración a todos los públicos dentro de una institución de referencia como es el Centre Cultural La Nau y la Universitat de València, a las que debemos agradecer su apoyo y excelente trabajo. Ojalá que esta sea la última exposición que se haga con este enfoque y que a partir de ahora lo normal sea hablar de creadoras con mayor o menor talento, sin que el género sea un detalle importante.
Cristina Chumillas - MacDiego - Melani Lleonart
Comissaris
[1] Fuente: Huffington Post. https://www.huffingtonpost.es/2018/03/06/el-museo-del-prado-solo-expone-seis-obras-de-mujeres-son-estas_a_23375343/
IL·LUSTRADORES PARTICIPANTS:
ADA SINACHE
AITANA CARRASCO
ANA MIRALLES
ANA MIRALLES
ANA ONCINA
ANA PENYAS
ANA PETERS
ANABEL COLAZO
ANTONIA GÓMEZ (VIUDA DE ORGA)
CACHETEJACK
CARLA FUENTES
CRISTINA DE COS-ESTRADA
CRISTINA DURÁN
CONSUELO ARIZMENDI
ESTRELLA BASCUÑÁN
FINA FUERTES
JERÓNIMA GALÉS (VIUDA DE MEY, VIUDA DE HUETE)
JUANA FRANCISCA (PAQUITA RUBIO)
JUANA MILLÁN
JULIA CEJAS
LAURA CASTELLÓ
LAURA PÉREZ
LINA VILA
LIRIOS BOU
LOLA LORENTE
LOURDES BELLVER
LYDIA SÁNCHEZ
MAR HERNÁNDEZ
MARÍA ÁNGELES MONLEÓN
MARÍA HERREROS
MARÍA MONTES
MARÍA PILAR SANCHIS
MARTA ANTELO
MARTA CHAVES
MILA BOUTAN
MIREIA PÉREZ
NANI SERRANO
NATHALIE ORTEGA
NURIA RIAZA
NÚRIA TAMARIT
NYDIA LOZANO
PAULA BONET
PAULA SANZ CABALLERO
PAULAPÉ
PILAR MIR
PITTI BARTOLOZZI
REME BELTRÁN
ROSA DELTORO
ROSANNA CRESPO
SABINA ALCARAZ
SEÑORA LUDOVISI
VICTORIA FRANCÉS
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