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Certificados de una infancia congelada (Fotografías 1890-1940)

Centre Cultural La Nau, Sala Thesaurus

 

Horario: de martes a sábado de 10 a 13.30 horas  y de 16 a 20 horas. Domingos de 10 a 14 horas. ENTRADA LIBRE

Visita visual

 

 

Comisarias:

Áurea Ortiz Villeta, Universitat de València

Victoria Bonet Solves, Universitat Politécnica de València

INTRODUCCIÓN

Estamos tan acostumbrados a las imágenes que hemos acabado por no darles la importancia que merecen. Desde su aparición, la fotografía nos ha dado la oportunidad de construir una identidad visual de nosotros mismos y de cuanto nos rodea; permitió tener en nuestras manos un reflejo supuestamente fiel de la realidad y que este llegara a todo el mundo. Nos enseñó no sólo a mirarnos, sino también la posibilidad de controlar de modo más efectivo nuestra apariencia. Tendemos a creer que la fotografía revela toda la verdad, que la cámara garantiza la objetividad y, en cambio, está profundamente condicionada. Por una parte está el fotógrafo, aficionado o profesional, que decide desde sus propios gustos y valores personales el fragmento de realidad que quiere inmortalizar y cómo hacerlo; después está la mirada del espectador que la contempla y por encima de ambos una sociedad y una cultura.

 

 

En el siglo XIX se dio el paso de una sociedad aristocrática y rural a otra burguesa y urbana. Para consolidar su dominio, la burguesía triunfante necesitaba mecanismos propios de autoafirmación y el retrato fue uno de ellos. La necesidad de crear un linaje que justificara un lugar relevante en una sociedad controlada por la aristocracia y el deseo de emular algunas de sus costumbres y ambientes domésticos, trajo consigo el triunfo de un género que había permanecido en un lugar secundario dentro del arte. Con la invención de la fotografía y sobre todo con la aparición en el mercado del formato de la tarjeta de visita, la burguesía encontró el medio ideal para poder perpetuar su propia imagen y mostrarla tanto en el ámbito público como en el privado. El cimiento de esta sociedad burguesa y del nuevo individuo será la familia. La fotografía ayudó a certificar la existencia del núcleo familiar tal y como imponía la concepción burguesa: el esposo como cabeza indiscutible de la familia; la esposa, compañera ideal y madre abnegada y los hijos como propiedad y como continuidad del linaje. Durante el XIX, la infancia comenzará a tener un papel en el hogar y en la sociedad similar al que tiene hoy en día. De ahí que, dentro de la importancia del retrato fotográfico en esa época, el retrato infantil tuviera un lugar destacado.

 

 

LA EXPOSICIÓN

En el 2000 comisariamos una exposición de fondos fotográficos con el título Fotografías de boda: testimonio público de una historia íntima. Durante su elaboración nos dimos cuenta del enorme valor que la fotografía tiene para comprender nuestro mundo y a nosotros mismos. En las labores de documentación encontramos un gran número de retratos de niños que a nuestro juicio merecía un estudio específico sobre la imagen de la infancia. La exposición que ahora proponemos consiste en la selección de una serie de fotografías, ilustraciones y textos que ofrecen un análisis de esa cuestión desde la invención de la técnica fotográfica hasta la Guerra Civil.

 

 

Cuando uno ve fotos antiguas de niños se asombra ante la falta de naturalidad y la teatralidad que contienen. Hay que tener en cuenta que se trata de fotografías realizadas en estudio, con decorado, con poses muy ensayadas y, a veces, con largo tiempo de exposición. Muchos de los valores que asociamos a la infancia, como la alegría, la espontaneidad o la vitalidad, están completamente ausentes en estas representaciones. Por el contrario, resultan severas, serias y, en algunos casos, incluso siniestras. El límite cronológico se fija en los años 30, en función de la popularización de las cámaras para aficionados, que permiten tomar fotos en cualquier lugar, sin necesidad de acudir al estudio.

 

 

A través de la presentación de este material, se pretende, en primer lugar, la recuperación de una parte de nuestra memoria histórica, vinculada a los aspectos privados y por tanto, también más cercanos al espectador. En segundo lugar, quiere mostrar al público como se veían los niños en nuestro pasado inmediato y hacer patentes las diferencias y semejanzas con nuestro mundo actual. Por otro lado, invitaría a reflexionar acerca de la distancia que hay entre la apariencia y la realidad, entre cómo eran los niños y cómo la sociedad quería que fueran. Por último, es innegable que a todos nos gusta ver fotografías y en el caso de las más antiguas la inevitable distancia temporal las hace especialmente atractivas. De modo que esta exposición se plantea como una fuente de placer y disfrute ante la contemplación de estos niños del pasado. 

 

 

El discurso expositivo se organiza mediante la relación entre fotografías y textos explicativos, tanto de la época como redactados para la muestra. Consta de varios apartados temáticos, que ilustran diversos aspectos del mundo de la infancia reflejados en las fotografías. Entre ellos:

 

La infancia espectáculo: Fotografías con escenografías peculiares y llamativas, con niños que tienen poses teatrales, con composiciones a lo “Anne Geddes” y otras curiosidades.

La infancia en el escaparate: Fotografías en las que los niños aparecen disfrazados o en los que se impone la moda del momento.

La infancia siniestra: fotografías de niños muertos y otras imágenes que revelan el lado oscuro de los niños y de la familia.

Despertando ternura: Fotografías de bebés y otras en las que la afectividad es la protagonista.

Infancia y clase social: Fotografías en las que se muestran los contrastes y las diferencias sociales del niño y la familia retratados.

La infancia feliz: Imágenes en las que se muestra a los niños asociados al ocio, con amigos, con juegos, juguetes, disfraces, disfrutando de sus vacaciones.

 

 

Imágenes inesperadas: Fotografías que revelan escenas inesperadas del niño y su entorno e imágenes ambiguas y desconcertantes desde el punto de vista del niño y del espectador.

La imagen oficial: Fotografías de actos sociales como bautizos, bodas, comuniones y fotografías realizadas en la escuela.

El pequeño adulto: Fotografías de niños adoptando actitudes de adultos: fuman, van en coches, leen periódicos, se disfrazan de mayor, niñas-madre.

La adolescencia: Fotografías de adolescentes que manifiestan un tratamiento diferente con respecto a la fotografía infantil.

La infancia filmada: Además de las fotografías y los textos, el discurso se completará con la proyección de películas familiares inéditas que muestran la vida cotidiana, actos sociales, reuniones y otras actividades del niño. Las películas proceden básicamente del Archivo del Instituto Valenciano de Cinematografía.

Los materiales fotográficos  presentados proceden de los fondos de la  Biblioteca Valenciana, Diputación de Valencia, Archivo José Huguet, Archivo J. J. Díaz Prósper, y varios archivos particulares. También se presentará material fílmico, de diferentes archivos particulares, depositado en el IVAC-La Filmoteca.

 

 

PERFIL  COMISARIAS

Victoria Bonet Solves. Profesora Titular de Historia del Arte de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura. Universidad Politécnica. Trabajos de investigación sobre pintura del siglo XIX en Valencia, espacio doméstico y ornamentación, Historia de Género y Fotografía. Autora del libro José Benlliure, el oficio de pintor (Ayuntamiento de Valencia) y Vistas italianas de los Benlliure (Conselllería de Cultura) y colaboradora de otros con diversos capítulos como Francisco Domingo (Bancaja), trenes y mares. Ha comisariado desde el año 2000 exposiciones como Fotografías de boda: testimonio público de una historia íntima (Museo de Prehistoria y Culturas Valencianas. Diputación de Valencia), San Francisco de Asís en la pintura de José Benlliure (Universidad Politécnica de Valencia) o La aplicación del genio (Consellería de Cultura).

 

 

Áurea Ortiz Villeta. Profesora de cine en el departamento de Historia del Arte de la Universitat de València. De 2001 a 2005 jefe de extensión y comunicación del Institut Valencià de Cinematografia, institución a la que ha estado vinculada laboralmente en diferentes cometidos desde 1989. Profesora de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños (Cuba). Ejerce la crítica cinematográfica en La Cartelera-Levante EMV. Es autora de los libros La pintura en el cine. Cuestiones de representación visual, junto a Mª Jesús Piqueras, La arquitectura en el cine. Lugares para la ficción yFotografías de boda: testimonio público de una historia íntima, con Victoria Bonet. Ha impartido seminarios y conferencias sobre diversos aspectos del cine en diversas universidades españolas. Ha publicado artículos en revistas especializadas comoNosferatu, Archivos de la FilmotecaViridiana Banda aparte y en publicaciones colectivas como Historia del cine valencianoRobert Aldrich y el Diccionario del cine español.