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COMANDO DDT CONTRA LOS VAMPIROS
El cómic de género español: de la escuela Bruguera a Manuel Benet y Sergio Bleda

 

 

 

 

Géneros y cómic

Los géneros se han construido como una convención asociada a la pulsión humana de etiquetar y hacer listas. De alguna forma, el género es un adjetivo necesario que debería haberse diluido al llegar a tiempos donde la hibridación forma parte intrínseca de nuevas narrativas donde la intermedialidad y lo transmedia son la norma. Sin embargo, los géneros clásicos siguen existiendo como una arquitectura narrativa a la que se aferra la creación con inusitada afición. El humor, la aventura, la ciencia ficción, el romántico, el histórico o el terror siguen ahí inasequibles al desaliento, formando parte necesaria de la imaginería popular. El cómic, como gran exponente de la cultura popular moderna, no solo no ha sido ajeno a ellos: ha contribuido a hacerlos evolucionar y cambiar, llegando incluso sus propios géneros, en una relación que algunos momentos parecía ser indisoluble: no es difícil encontrar argumentarios que ligan el cómic al género, que incluso se atreven a incluirlo en la descripción de un medio que elude su definición con vehemencia. Aunque es indudable que los géneros han sido parte de la evolución del cómic: la forma actual del cómic nace ligada al humor y la sátira de autores como William Hogarth o Rodolphe Töpffer, y la eclosión de la historieta como medio de masas en la prensa y comic book americanos está necesariamente unido a la aventura y un género nacido en las viñetas, los superhéroes.

Una relación que en España ha sido todavía más profunda durante el siglo XX: tras la Guerra Civil, el tebeo tuvo dos grandes escuelas: la de humor y la de aventura, impulsadas por generaciones magistrales de autores y autoras que dieron pie a una concepción autoral del género que llegaría en el último cuarto de siglo, consolidando una forma de entender la historieta que trasciende el tiempo y las formas.
 
 
 
 
Editorial Bruguera (autor José Peñarroya), ilustración para la portada de Tio Vivo, núm. 17, Museu del Còmic i la Il·lustració
 
 
 
 

La Escuela Bruguera

Aunque los tebeos toman su nombre de la famosa publicación editada por Buigas, Estivill y Viñas desde 1917, fueron muchas las editoriales que intentaron competir con esta pionera del humor, pero destacaría muy pronto la editorial Bruguera, nacida de los rescoldos de El Gato Negro. Una pugna entre grandes que se centraría en cabeceras como TBO y Pulgarcito, donde autores como Opisso, Méndez Álvarez, Tínez o Donaz en la primera, y Mestres, Arturo Moreno o Urda en la segunda (aunque muchos compaginaron trabajos en ambas) cimentaron una forma de entender la historieta que tendría un dramático parón en la Guerra Civil. Tras la contienda, los tebeos tardaron años en recuperarse, pero el género de humor siguió presente en los quioscos pese a las estrictas restricciones económicas y políticas, creando el camino para que toda una nueva generación de autores tomara el relevo a partir de finales de los cuarenta. Desde Bruguera, autores como Escobar, Vázquez, Peñarroya, Jorge, Cifré, Conti o Nadal firmaron una época dorada del cómic de humor, que sorteaba la dura censura para hacer testimonio desde la sátira de la realidad social del país.
 

El género de aventuras

En el terrible escenario de la posguerra española, los cuadernillos de tebeos de aventuras aportaron una ventana abierta a mundos exóticos y aventuras imposibles. Autores como Manuel Gago, Miguel y Pedro Quesada, Eduardo Vañó, José Ortiz, Luis Bermejo o Ambrós crearon universos propios donde los lectores y lectoras podían escapar de la durísima realidad cotidiana. Destinos lejanos en el tiempo y el espacio que llenaron las páginas del llamado “cine de los pobres” durante décadas, hasta que en la década de los sesenta el clásico cuadernillo se fue dejando de lado, obligando a los autores y autoras a buscar trabajo en otros mercados. A través de agencias como Bardon Art o Selecciones Ilustradas, decenas de artistas comenzaron a publicar sus trabajos en editoriales británicas, nórdicas o americanas, en una invasión silenciosa donde casi siempre la autoría era obviada o negada, pero que no pudo evitar que la calidad artística prevaleciera y creara imaginerías inolvidables: las aventuras de Phantom, Commando, Zarpa de Acero o Vampirella, por solo citar algunos ejemplos, fueron continuadas o creadas por autores españoles con un éxito indiscutible.
 
 
 
 
Publicación El DDT (autor Cifré), página interior, Amapolo Nevera, Museu del Còmic i la Il·lustració
 
 
 
 

Manuel Benet

Manuel Benet Blanes (Valencia, 1946) es uno de los mejores exponentes de la labor callada de los dibujantes de agencia. Autor de sólida formación y con un estilo inspirado en los clásicos, comenzó muy joven a trabajar para las publicaciones de Editorial Valenciana, aunque muy pronto pasó a colaborar con agencias como Bardon Press y ver cómo su estilo era requerido desde países como Reino Unido, Alemania, Suiza, Italia o Suecia. El dibujo de Benet se hace fundamental para series tan famosas como Tumac (editorial Semic, Suecia) o Commando (DC Thomson & Co Ltd, Escocia), donde destaca por su vigorosa narrativa y sus portentosas y atractivas portadas. Durante varios años será responsable de la famosa tira Striker en el periódico The Sun e incluso llegaría a encargarse de episodios de uno de los personajes más famosos del cómic británico, Judge Dredd, para la mítica 2000 A.D. Aunque nunca se ha desligado de la historieta, en los últimos años ha destacado en su faceta como pintor, con múltiples exposiciones por toda España que le han valido importantes galardones.
 

El cómic de género de autor

El cómic se cimentó durante las primeras décadas del siglo XX en los géneros clásicos, pero a partir de los años sesenta la reivindicación autoral y de reconocimiento artístico y cultural del noveno arte favorece una mirada diferente a los géneros. En la Francia de los años sesenta y setenta, la ciencia ficción se articula como eje fundamental de una profunda renovación del cómic que pone su mirada en la autoría para desprenderse de etiquetas del pasado y dirigirse a un público adulto. Una revolución que se propagará por todo el mundo: si en los setenta la editorial americana Warren renueva el terror y la ciencia-ficción apoyada en la calidad de una increíble generación de autores españoles, en los ochenta verá como los géneros son apropiados por el cómic alternativo, influyendo de forma decisiva para cambiar géneros aparentemente inamovibles como el de superhéroes. Momentos de euforia creativa que chocarán en los noventa con cambios sistémicos en el cómic que, en nuestro país, se traducirán en una complejísima situación para el cómic de autor que no arredró a una joven generación de autores, aprovechando una nueva mirada al género para reivindicar su espacio en una difícil coyuntura. Pequeñas editoriales independientes como Camaleón Ediciones o líneas enfocadas a la autoría joven como Laberinto, de Editorial Planeta, dieron salida un grupo de autores y autoras que rompían todas las reglas escritas del género desde una desvergonzada brillantez y calidad.
 
 
 
 
Manuel Benet, Commando #5351: V For Vitoria
 
 
 
 

Sergio Bleda

Sergio Bleda Villada (Albacete, 1974) es uno de los grandes exponentes de esa generación de jóvenes autores que, en los noventa, apostaba por una visión renovada del género. De formación autodidacta, comenzó muy pronto a publicar en la prensa local la tira diaria Los Saurios (1991), para apenas unos años después encargarse de varias series en la revista erótica Kiss Comix, cimentando una rápida evolución gráfica que le llevaría a publicar en la línea Laberinto la serie El Baile del Vampiro (1995). Esta serie se convertiría en uno de los grandes éxitos de esta iniciativa editorial, abriéndole las puertas para otras series como Inés 1994 o la publicación en otros países con series como Bloody Winter (2004), Wednesday Conspiracy (2005) o Dolls Killer (2008). Autor de elegante acuarela y dinámica narrativa aprendida de autores como Alfonso Font o Regis Loisel, su personalísimo y reconocible estilo se ha plasmado también en su carrera como ilustrador, donde ha destacado especialmente en la ilustración erótica (recopilada en obras como Cinco relatos apasionados o Il faudra me passer sur le corps. Bleda ha destacado también en su defensa de la profesión y en su agudo sentido del humor y habilidad para la historieta corta (de la que se puede encontrar una muestra en el recopilatorio Esto vende).
 
La exposición presenta un recorrido por la historia del tebeo de género español, en tres ámbitos diferenciados que pasan por el éxito del tebeo de humor de la escuela Bruguera de los años cincuenta y sesenta, la autoría invisible del cómic de aventuras de agencias durante los años setenta y ochenta, representado por el dibujante valenciano Manuel Benet para acabar en la eclosión del cómic de autor de género que aparece en los años noventa, mostrada a través de la obra El baile del vampiro, de Sergio Bleda.
 

Ámbito 1: la escuela Bruguera

Muestra de tebeos y originales de autores como Francisco Ibáñez, Conti, Cifré, Vázquez, Peñarroya o Nadal, que publicaron en las páginas de revistas míticas como Pulgarcito DDT.
 

Ámbito 2: Manuel Benet, el cómic de agencia

Muestra de originales de Manuel Benet, autor valenciano responsable de la serie bélica Commando, muy famosa en los países nórdicos.
 

Ámbito 3: Sergio Bleda, El baile del vampiro

Muestra de originales de la obra  El baile del vampiro, de Sergio Bleda.
 
 
 
 
Sergio Bleda, Il·lustració per a la portada El Baile del Vampiro nº 10