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LA NAU DELS BOJOS, UNA ODISSEA DE LA DESRAÓ

Grabado <em>Das Narrenschiff = Stultifera nauis, </em>Sebastian Brant, Publicació Georgius Wolff, París, 1499, colección Biblioteca Històrica Universitat de València
Grabado Das Narrenschiff = Stultifera nauis, Sebastian Brant, Publicació Georgius Wolff, París, 1499, colección Biblioteca Històrica Universitat de València

Un viaje por los espacios de la locura en València, a lo largo de seis siglos, a través de la ciencia y las artes.

 

 

 

 

 

 

 

 

PRESENTACIÓN

 

Siguiendo la estela metafórica de la Stultifera Navis (Sebastian Brant, 1494) –una de las principales obras literarias del Humanismo renacentista–, el Centre Cultural La Nau propone una reflexión interdisciplinar acerca de la locura considerando la destacada contribución de la sociedad valenciana a la asistencia de este fenómeno psicosocial. No en vano, el Estudi General precursor de la Universitat también abría sus puertas por entonces, en 1499, para culminar el Segle d’Or de nuestra cultura dando entrada a la Edad Moderna desde una institución orientada hacia la sabiduría. Esta afortunada coincidencia hará posible el encuentro de la razón y la sinrazón en nuestra sede, aunque no tardó la Inquisición en imponer la fe sobre el pensamiento ante cualquier disidencia. Al lado de esa omnipotencia normativa, la tarea de los hospitales responsables de asistir a los individuos desviados puede parecer insignificante, si no tomamos en cuenta la permanente intromisión del Santo Oficio.

 

La presente exposición se adentra en el itinerario urbano de esta nave a través de los sucesivos escenarios donde tuvo lugar su atención sociosanitaria, que constituyen las cuatro etapas del periplo hasta nuestros días: Spital dels Ignoscents, Hospital General, Manicomio de Jesús y Hospital Psiquiátrico de Bétera. Indaga los méritos de nuestra ciudad para figurar desde el siglo xv entre las adelantadas del Occidente cristiano en el trato humanitario a los alienados, y como referente para los reinos hispánicos e instituciones europeas. La muestra cuenta con una amplia documentación conservada celosamente siglo a siglo, así como con las numerosas publicaciones, reliquias, objetos y planos que recuerdan parte de los vestigios arquitectónicos que han podido conservarse. Se expone un variado muestrario de producciones artísticas –desde la pintura hasta el cine, y desde la arquitectura hasta el cómic–, para ilustrar los rostros de la locura y el universo maldito del manicomio. Así pues, ilustramos los fundamentos socioculturales, que encuentran en la fértil asociación del psicoanálisis y las vanguardias artísticas el diálogo más estimulante.

 

 

 

 

El mundo bajo la caperuza del loco. Anónimo alemán. 357x481.  Aprox. 1600. Germanisches Museum. Nuremberg. 

 

 

 

 

UNA LARGA Y ACCIDENTADA TRAVESÍA

Del mito primigenio a la exclusión social (1409-1878)

 

La fundación del Spital dels ignoscents, folls e orats significó el final de la demonización de la locura para contribuir a su santificación mediante su protección asistencial. Este es sin duda el rasgo más relevante de aquella fundación ejemplar por la que la ciudad de Valencia ha alcanzado un merecido reconocimiento, como acreditan los materiales y documentos que se exhiben. Pero no es menos cierto que la atención a los alienados sufrió un progresivo deterioro durante los casi cinco siglos que permanecieron apartados en aquellas Casas de Locos, hasta su inevitable evacuación del Hospital General. De ello damos cuenta en esta primera etapa, mediante la reconstrucción de su evolución histórica a través de las ciencias y las artes.

 

 

 

 

Joaquín Sorolla. Estudio para el Padre Jofré protegiendo a un loco, 1887. Óleo sobre tabla. Madrid, Museo Sorolla

 

 

 

 

1.

REMANDO AL VIENTO

L’Spital dels Ignoscents (1409-1512)

 

Antes de crearse los hospitales de alienados, los individuos con cualquier tipo de locura o taras en el espíritu quedaban bajo tutela de sus familiares mientras fueran capaces de cuidarlos, a no ser que necesitaran mayor protección de las instituciones públicas. Pero aún no existían recursos alternativos para ellos, por lo que muchos enfermos mentales transitaban por los burgos de la Europa medieval junto a otros sujetos desviados de las normas de convivencia, soportando el rechazo y las burlas de los demás. Esta ridiculización está en el origen de las primeras naves insensatas que alcanzaron una gran popularidad en la cultura humanista, gracias a los literatos y pintores que han legado sus crónicas de aquella época, utilizando la locura para reflexionar sobre la cordura de la Humanidad. También por entonces se culpabilizaba de cualquier desgracia colectiva a los tipos marginales y extravagantes, como lunáticos, contrahechos, endemoniados, etc., por lo que eran objeto de maltratos y persecuciones que a veces culminaban con el destierro. O incluso con su exterminio, en la versión más extrema de la lógica de la exclusión social. Las creencias mágico-supersticiosas servían de excusa para estos exorcismos rituales sobre víctimas propicias, a menudo minorías étnicas o religiosas o individuos esotéricos, como brujas y hechiceros, con el fin de expiar las raíces del mal. También en nuestro medio hay constancia documental de alguna nave sin rumbo, transportando pasajeros en peregrinación hacia ninguna parte; igualmente queda recogida una abigarrada marginalia entre las páginas de L’Espill de Jaume Roig, que compone con detalle una verosímil crónica de Valencia en su época. Una opinión autorizada, sin duda, ya que este médico-poeta tuvo durante muchos años la responsabilidad clínica y administrativa del Hospital de los Inocentes, cuando se impuso definitivamente el aislamiento asilar.

 

 

 

 

José María Galván Candela. Una casa de bojos basándose en la pintura de Francisco de Goya, ca. 1872
Aguafuerte, 31,5 x 44,8 cm. Museo de Bellas Artes de València

 

 

 

 

1.1.

EL MITO FUNDACIONAL

Solo a partir de los primeros maristanes de la era musulmana pudieron apreciarse cambios significativos en la asistencia a los alienados, conforme a los preceptos caritativos del Islam, que más tarde fueron incorporados por los hospitales cristianos dedicados a las enfermedades mentales. Precisamente, la ciudad de Valencia goza de un merecido reconocimiento internacional por su destacada contribución a la humanización del trato a los enfermos, a partir de la fundación pionera del Spital dels Ignoscents, folls e orats, que es considerado como uno de los primeros asilos para locos en el mundo occidental. Nada mejor que exhibir los documentos fundacionales que han sido guardados celosamente durante más de seis siglos, para ponderar el alcance de aquel hito histórico que pronto contó con el respaldo de la Corona de Aragón y el Vaticano. Destacamos el célebre sermón de Cuaresma pronunciado por el mercedario fray Juan Gilabert Jofré, el 24 de febrero de 1409, donde quedan contenidas las ideas principales que inspiraron la creación de aquel celebrado establecimiento:

 

En la present ciutat ha molta obra pía e de gran caritat é sustentació empero una ni manca, qu’es de gran necesitat, so es un Hospital ó casa hon los pobres ignoscents é furiosos fosen acullits. Car molts pobres ignoscents van per aquesta ciutat, los quals pasen grans desaires de fam, fret e injuries. Per tal, com per sa ignoscentcia é furor no saban guanyar ni de- manar la que han menester per sustentació de llur vida; é per so dormen per los carrers é pereixen de fam é de fret, é moltes los ulls de sa conciencia los fan moltes inguries é enuchs; é malvades persones no habents deu dabant senyaladamntlla hon es troben adormits los nafren é moten alguns é á algunes mefbres ignoscents aonten. E així mateix los pobres furiosos fan dany á moltes persones anant per la ciutat, é aquestes coses son notories á tota la ciutat; perque sería sancta cosa é obra molt sancta que en la ciutat de Valencia fos feta una habitació é Spitall en que semblants folls e ignoscents estiguesen en tal manera que no anaren per la ciutat ni poguesen fer dany nils ne fos fet…

 

 

 

 

Fragment cartell anunciador de la representació "Los locos de Valencia" de Lope de Vega. Disseny: Eusebio López
Programació Sagunt a Escena, 2011. Direcció: Antonio Tordera

 

 

 

 

1.2.

LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL OTRO

Inocentes y furiosos fueron los primeros internos acogidos en la nueva institución asilar, que al cabo de la centuria ya alojaba casi un centenar de internos de ambos sexos. Pronto los inocentes gozarían por calles y parroquias de gran popularidad, tras ser ataviados con las señas de identidad de la santa casa para favorecer la conmiseración del pueblo llano. En cuanto a los furiosos y melancólicos de diverso temple, no tardaron en ser reclutados entre las nutridas filas de la alteridad. Algunos, como los místicos y los posesos, componían la imagen más extrema de un desdoblamiento esquizoide cuando sentían sus cuerpos literalmente invadidos por espíritus o demonios que personalizaban la otredad. Así terminaban junto a los lunáticos, espiritados y locos tradicionales, que ya compartían su estigma de rechazo con el de las demás categorías de proscritos: judíos y marranos; moros y moriscos; esclavos y libertos; beatas, brujas, herejes, etc. Esta variopinta mezcla de Otros diversos quedaba así consolidada como la antítesis del Nosotros que se estaba construyendo para forjar una identidad sin tacha desde el nuevo Estado nacional, santificada por la unidad política y religiosa decretada por los Reyes Católicos. Con el tiempo, la recién nacida Inquisición habría de encargarse de diseñar el perfil de los disidentes de la magna empresa, perfeccionando todo un catálogo de anomalías mucho más completo que el manejado por el hospital responsable de velar por la normalidad. Algo que no es de extrañar, si consideramos la familiaridad con que los inquisidores frecuentaban el establecimiento..

 

 

 

 

Anónimo holandés, según diseño de Hans Holbein. El loco del espejo o Bufón mirándose en un espejo. 9,3x8,7 cm. Buril, ca. 1725.
Colección Mariano Moret

 

 

 

 

2.

UNA LARGA Y ACCIDENTADA TRAVESÍA

El Hospital General (1512-1878)

 

Durante la segunda escala de esta navegación alcanzó su máximo protagonismo el Hospital General, surgido en 1512 del reajuste de la anterior red sanitaria en torno al Spital dels Ignoscents. Sin embargo, los alienados que habían dado origen al mítico sanatorio no salieron beneficiados con la fusión, pues durante casi cinco siglos hubieron de continuar en las mismas instalaciones del recinto primitivo. A pesar de que su población no dejase de crecer hasta acercarse al medio millar de internos en el último tercio del siglo xix, cuando el hacinamiento y las penurias determinaron un traslado inaplazable. Tampoco encontraron un gran beneficio con el paso del asilo monástico al hospital civil del Renacimiento, al que nunca tuvieron acceso porque eran atendidos en sus propias dependencias; excepto los inocentes que eran seleccionados para trabajar en los servicios del establecimiento. De este modo se impuso una exclusión sobreañadida, más evidente en el caso de los pacientes furiosos, degradados a un trato carcelario a cargo de los siniestros Pares de bojos, junto a los reclusos remitidos para observación por el Santo Oficio.

 

 

 

 

Escena del Ballet Narrenschiff / La Nave de los Locos (Staatstheater Nürnberg, 2021) por Goyo Montero. © Jesús Vallinas.

 

 

 

 

2.1.

EL MUNDO DEL REVÉS

Conforme la locura amenazante quedaba a buen recaudo, la cara más amable de los inocentes pasaba del rechazo a la transgresión festiva, adquiriendo gran popularidad por sus interven- ciones callejeras en ceremonias y carnavales. Y sobre todo en el teatro, donde obtuvieron su mayor reconocimiento cuando les fue asignado el rol de bufones y hombres de placer, llegando a protagonizar algunas comedias célebres, como Los locos de Valencia, de Lope de Vega, en una época fecunda para el exitoso protagonismo de los locos literarios.

 

 

 

 

Imagen del reportaje “A solas con sus fantasmas”, a Valencia semanal, diciembre 1979, núm. 99.

 

 

 

 

2.2.

MELANCOLÍA, EL MAL DE UNA ÉPOCA

La locura, antes desterrada en naves sin rumbo y después confinada bajo hierros en jaulas, pasó pronto a integrarse en la vida cotidiana de la ciudad conforme se normalizaba su presencia en las comedias, en las fiestas populares y en las procesiones cívicas. La acedía, o baño del diablo, era muy frecuente en el retiro de la vida conventual, cuyos integrantes eran propensos tanto a los éxtasis místicos como a las posesiones diabólicas. Tales excesos eran igualmente frecuentes en los beaterios, elegidos por las feligresas que buscaban vivir libremente su espiritualidad, aun a riesgo de sufrir trances y arrebatos causados por el emparedamiento femenino. También el mal de amores fue uno de los trastornos más ex- tendidos entre los melancólicos del Barroco, particularmente entre las mujeres sometidas a la autoridad de los hombres, fueran maridos o confesores —a menudo solicitadores, una perversa variedad de abuso clerical de poder. En cuanto a las desviaciones masculinas, eran agrupadas como sodomía en una versión amplia del pecado nefando que obsesionaba a los inquisidores entre sus medidas de limpieza moral. La melancolía, concepto recuperado de la Antigüedad Clásica, servía ahora para describir los diferentes rostros de la locura en los tratados de medicina, constituyendo también un popular tema de inspiración en las artes y en la literatura universal.

 

2.3.

CUERPOS Y ALMAS

Durante esta etapa precientífica los trastornos mentales fueron atendidos de manera empírica, limitándose los hospitales a cubrir las necesidades de subsistencia o asegurar la disciplina custodial mediante los recursos de contención física. Las corrientes basadas en el magnetismo terapéutico y en las localizaciones frenológicas, respectivamente, terminaron por confluir a principios del siglo xix dando lugar a la naciente disciplina neuropsiquiátrica.

 

 

 

 

Johann Caspar Lavater, L’art de connaître les hommes par la physionomie. París: Depelafol, 1835, t. viii. 26 x 16 x 3 cm.
Universitat de València, Biblioteca Historicomèdica Vicent Peset Llorca. HMED Fons Peset 0557

 

 

 

 

ZARPAR SIN RUMBO

El naufragio de la institución total (1866-2009)

 

Después de sucesivos proyectos de crear un Manicomio Modelo a la altura del dignísimo pasado de Valencia, la Diputación Provincial optó por el Convento de Santa María de Jesús para un traslado provisional. Pero los internos tuvieron que soportar más de un siglo de hacinamiento en penosas condiciones, desde su reclusión asilar a cargo de la caridad y la beneficencia. Solo mucho más tarde serían asumidos por la Seguridad Social, aunque el desinterés por esta área de salud solo pudo corregirse a partir de la Ley General de Sanidad, que en 1986 ponía fin a su abandono tradicional. Entretanto, la construcción del Hospital Psiquiátrico de Bétera —nacido con vocación de ser el mejor de Europa—, ya había experimentado un rotundo fracaso al chocar con las nuevas directrices de la OMS, que cuestionaban el modelo hospitalocéntrico apostando por la intervención comunitaria. El manicomio constituye así un observatorio marginal, fiel testigo del paso del tiempo desde la Restauración a la Segunda República, y desde la Dictadura franquista a la Transición democrática. Ya en nuestros días, los representantes corporativos conmemoraban los “600 años de solidaridad” solicitando la beatificación del Padre Jofré, para buscar en un esplendor remoto la legitimidad que en el presente a todas luces faltaba.

 

3.

ZARPAR SIN RUMBO

El Manicomio de Jesús (1866-1989)

A mediados del siglo xix la situación de los enfermos mentales había alcanzado su máxima degradación y abandono, como consecuencia del empobrecimiento generalizado del país por las guerras sucesivas y la permanente inestabilidad política en el Gobierno. Tras aprobarse la Ley de Beneficencia de 1849, las diputaciones de la Administración isabelina tuvieron que asumir estas competencias marginales mediante la creación de algunos centros piloto, siguiendo a los alienistas de Francia. Para ello fueron seleccionadas seis ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Valladolid y La Coruña) con el fin de estimular a las restantes provincias; pero a finales de siglo solo el manicomio madrileño de Leganés estaba en funcionamiento. En cuanto a Valencia, fueron descartadas varias alternativas propuestas para el Departamento de Dementes del Hospital General, donde cerca de 500 internos malvivían en un hacinamiento inaplazable, por carecer de un proyecto definido. Finalmente, se improvisó su instalación en Santa María de Jesús, un convento franciscano del siglo xv que había sido reconvertido en sedería tras su desamortización. En 1866 comenzó la rehabilitación con los enfermos más capaces, hasta completarse en 1878 un traslado “provisional” que resultó ser definitivo: el número de enfermos se había triplicado un siglo después, y seguían sin moverse del sitio. Mientras tanto se proyectaron una ambiciosa colonia, un sanatorio vanguardista y un complejo faraónico, que jamás fueron construidos; quizás por el temor de afrontar el reto de nuestro dignísimo pasado. En cuanto al solar de los Inocentes, desapareció sin quedar vestigio alguno, para erigirse la Facultad de Medicina sobre su mítico emplazamiento..

 

3.1.

ENTRE LA CARIDAD Y LA BENEFICENCIA: EL MANICOMIO MODELO

La renovada institución asilar había comenzado su emancipación del Hospital General con una autonomía parcial, debido a las precariedades materiales y la falta de recursos. En la práctica regían el orden y los hábitos caritativos de las religiosas, que no eran muy diferentes a los de la beneficencia corporativa. Todo ello dificultaba la introducción en el sanatorio de Jesús del modelo médico y los avances de la flamante especialidad psiquiátrica, nacida con el nuevo siglo.

 

3.2.

SUEÑOS Y CREACIÓN ARTÍSTICA

La rápida penetración del psicoanálisis y la temprana traducción de las obras de Freud fueron impulsadas en nuestro país desde la Institución Libre de Enseñanza, propagándose con gran interés desde la Generación del 27 gracias a la cercanía de poetas y neuropsiquiatras. También resultó fructífero el contacto entre artistas de distintas disciplinas, fotógrafos y cineastas, motivados por el inconsciente colectivo y la creatividad desde las teorías psicodinámicas. Así sucedía ya en Europa, sobre todo entre las filas del surrealismo, el movimiento dadaísta y todas las vanguardias.

 

3.3.

LA PSIQUIATRÍA NACIONALCATÓLICA DEL FRANQUISMO

La autarquía franquista significó no solo el empeoramiento de las condiciones de vida en los manicomios, sino el bloqueo de cualquier progreso científico. Los máximos dirigentes pervirtieron la psiquiatría nacional con ideologías reaccionarias, basadas en la eugenesia racial, los valores patrios y la disciplinada sumisión a la dictadura militar del Caudillo. Hasta terminar creando la insólita fusión del reduccionismo organicista con los preceptos de la moral nacionalcatólica; un programa psicoterapéutico y doctrinal que se difundía desde las cátedras universitarias durante décadas de aislamiento por el descrédito internacional del régimen. Mientras tanto, la red asilar mantuvo su grave deterioro hasta reclutarse no menos de 40.000 internos, que solo trascendían a la calle cuando los medios de comunicación conseguían desvelar algún escándalo..

 

3.4.

HACIA LA REFORMA REPUBLICANA

Una de las primeras medidas implantadas por el Gobierno de la Segunda República fue el Decreto-Ley de 1931, cuyas bases jurídicas protegían los derechos de los enfermos y ponían fin a tantos años de atropellos y atraso, sustituyendo los viejos manicomios por una red de servicios preventivos, asistenciales y rehabilitadores. Lamentablemente, la Guerra Civil truncó la renovación de las instalaciones, provocando la masificación de los asilos y un grave retroceso en las condiciones de vida de los internos por la paralización de cualquier alternativa reformista..

 

 

 

 

Pío Baroja y Nessi. La Nave de los Locos. Novela Memorias de un Hombre de Acción. Editorial Planeta, S. A., Barcelona, 1969.
Colección Cándido Polo

 

 

 

 

4.

NAUFRAGIO DE LA INSTITUCIÓN TOTAL

El Psiquiátrico de Bétera (1973-2022)

Llegamos a la última etapa de nuestra navegación, que no por ser contemporánea resultó menos convulsa; pues si el Manicomio de Jesús estaba condenado a fracasar por la improvisación y la falta de medios que determinaron su provisionalidad, el Psiquiátrico de Bétera fue producto de una calculada gestación y dispuso de todos los recursos imaginables. De hecho, fue el proyecto asistencial dotado con mayor presupuesto, surgido en plena euforia de los Planes de Desarrollo Nacional, y no se escatimaron gastos para lograr la mejor infraestructura y la mayor dotación de recursos y plantilla. Aunque se arrancó con un gravísimo error de cálculo, como pudo apreciarse enseguida: cuando el fastuoso plan se proyectó, las grandes instituciones multitudinarias estaban desaconsejadas por la OMS desde mediados de siglo. Además, el modelo hospitalocéntrico había quedado en desuso por su ineficacia terapéutica, dando preferencia a las tareas preventivas y rehabilitadoras desde la intervención comunitaria. Cualquier empeño de la Diputación de Valencia en llevar adelante este ambicioso plan no obedecía por tanto a las modernas corrientes ambientales que se argumentaban, sino a un delirio corporativo que se obstinaba en levantar el mejor de los establecimientos conocidos. Una megalomanía autoafirmativa que aún se sostenía sobre la idea del Manicomio Modelo, a pesar de haber sido abandonada desde hacía varias décadas..

 

4.1.

LA CIUDAD ABIERTA Y SUS ENEMIGOS

Los primeros años del Hospital Psiquiátrico de Bétera, desde su apertura en 1973, vinieron determinados por las dificultades de adaptación a la realidad de aquella idílica construcción, que la prensa institucional y los medios afines se ocuparon de promocionar con parecido entusiasmo. Eran los últimos estertores del franquismo tardío y la puesta en marcha del establecimiento vino a coincidir con años de la Transición, que en las calles se vivía como un clamor de libertad, cuyo eco también llegó hasta el último rincón de los manicomios. A pesar de que, tanto en el hospital como en los pueblos vecinos persistían sectores contrarios a cualquier apertura, en sintonía con las diputaciones que se convirtieron en bastiones inmovilistas: el bunker barraqueta, según la denominación de la época, en plena “batalla de Valencia”.

 

4.2.

A CONTRACORRIENTE: PSIQUIATRÍA Y ANTIPSIQUIATRÍA

A finales de la década de los 60 coincidieron diversos movimientos contraculturales y colectivos underground con las revueltas sesentayochistas europeas y norteamericanas, hasta constituir un frente social que integraba numerosas protestas revolucionarias. Este activismo juvenil llegó también a nuestro país coincidiendo con los últimos años de la dictadura, integrándose la denuncia de la violencia manicomial entre las principales campos de lucha, que se hicieron extensivos a los abusos de la psiquiatría autoritaria. Numerosas publicaciones, prensa, revistas, libros y películas dan cuenta de aquella eclosión cultural, cuyo impacto alcanzó de lleno a la experiencia de Bétera, constituyendo un fiel reflejo de las tensiones sociales de la época.

 

4.3.

EL DESENCANTO

Pocos años fueron necesarios para constatar una evidencia que era mucho más difícil de ser asumida: lo que estaba en crisis era el modelo segregador y concentracionario, pues el moderno hospital psiquiátrico poco se diferenciaba del manicomio. Salvo en la apariencia de ciudad jardín y su ilusorio régimen de libertad, que pronto chocó con la realidad cuando los pueblos vecinos se unieron para reclamar el aislamiento del hospital mediante un muro rematado por alambre de espino. La lógica de la exclusión social mostraba su rostro más auténtico, obligando a la Diputación Provincial a salir de su ambigüedad gestora, aún más contradictoria cuando fue aprobada la Ley General de Sanidad. Hasta que resultó inevitable ejecutar el cierre definitivo del Manicomio de Jesús, para iniciarse a continuación un progresivo desmantelamiento de Bétera. De este modo la institución total admitía su propio fracaso, que era el del modelo hospitalocéntrico, y se sentaban las bases para iniciar el retorno de los internos hacia la comunidad.