Fue en el año 1993, la Fundación CEOE, Confederación Española de Organizaciones Empresariales, otorgó el Premio Dragados de Arquitectura para la Investigación e Innovación de la Construcción al edificio de la Facultad de Farmacia de Burjassot. El jurado valoró sobre todo la racionalidad tecnológica de su diseño, obra del arquitecto Antonio Escario Martínez, así como la claridad del esquema y algunos aspectos estéticos muy acertados.
El galardón implicó el reconocimiento al trabajo realizado por el equipo de profesionales que, junto a Antonio Escario y a Vicente Tarazona como arquitecto técnico de la Universitat de València, contribuyeron de forma importante y significativa al progreso de los sistemas constructivos en España.
Con la inauguración del edificio finalizaba un largo peregrinaje que se inició en 1868, cuando la Diputación de Valencia aceptó la creación de la Facultad Libre de Farmacia. El trayecto fue corto, cinco años más tarde, el 28 de septiembre de 1874, la misma Diputación acordó la supresión de la Facultad por la “falta de prosperidad de la Hacienda de dicha Corporación.”
Un siglo más tarde, en octubre de 1974, se reanudaron los estudios conducentes a la obtención del título de licenciado en Farmacia en el edificio de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos en la avenida de Blasco Ibáñez. El curso 78-79 se inició en el edificio que, hasta entonces, había ocupado la Facultad de Ciencias (actual sede del Rectorado) y que había quedado libre como consecuencia de su traslado al Campus de Burjassot.
A partir de ese momento se iniciaron las gestiones para la construcción de un nuevo edificio, que culminaron el 30 de septiembre de 1992 con la inauguración de la sede actual de la Facultad en el Campus de Burjassot.
El objeto del proyecto fue combinar de forma lógica una economía de medios tanto formales como económicos y la utilización de materiales y técnicas usuales de manera racional per nueva. El edificio del aulario se resolvió a lo largo de un eje calle con aulas a ambos lados, excepto en el centro, de forma que esta calle siempre estuviera en contacto con el exterior, con el sol y la sombra.
Según explicaba Antonio Escario en la memoria del proyecto “El lenguaje arquitectónico pretendía ser claro y directo. Todo es lo que parece y nada se oculta. La investigación en el uso de materiales y técnicas normales de forma racional e imaginativa llevó a conseguir determinados efectos creemos que de grato y amable aspecto, sin perder el rigor y la fuerza.”