El 27 de enero de 2015 el Gobierno de España suspendió temporalmente los procedimientos de preasignación de retribución renovable , al mismo tiempo que también suprimió los incentivos económicos para nuevas instalaciones de producción de energía eléctrica.
15 de enero de 2016
En España el entramado es complejo, pues las reformas en este sector estratégico no han dejado de sucederse desde 1997, cuando se liberalizó el mercado.
Queda claro que los Gobiernos son muy importantes para influir en la mejora del desarrollo de este tipo de energías.
Las energías renovables tienen unas determinadas características: sus materias primas son gratuitas pero sus instalaciones para aprovecharlos (aerogeneradores, paneles solares...) tienen un coste de fabricación elevado. Este último aspecto es el que ha provocado que en el mercado no puedan competir en igualdad de condiciones contra otras energías.
En comparación con la energía nuclear por ejemplo, la renovable es menos competitiva en el mercado. La diferencia radica, entre otros, en que las instalaciones de las nucleares, a pesar de ser también muy caras, ya están amortizadas debido al paso del tiempo.
Es por esto que la economía pública interviene en este sector con prácticas determinadas. Veamos cuales.
Primas.
En España se adjudicaban estas subvenciones a las instalaciones acogidas en "régimen especial". Su objetivo eran promover las energías alternativas con el fin de cumplir los objetivos de reducción de gases contaminantes comprometidos en el objetivo comunitario 2020. El método de pago era bastante sencillo: cada mes, con de acuerdo a la liquidación del sector eléctrico, se comprueba la cantidad de energía que han producido las citadas instalaciones y se calcula lo que corresponde a cada productor.
Fomentar el autoconsumo.
Nuestro país vecino es un claro ejemplo de esta práctica.
La Unión española fotovoltaica (UNEF), en Portugal, se permite el desarrollo del autoconsumo de hasta 1MW sin ningún tipo de peaje y el balance neto se hace pagando el precio de la energía excedentaria a un 90% de su precio de mercado.
Impuesto al sol.
En España el modelo es bien distinto. El impuesto al sol, ha sido una herramienta que ha lastrado claramente esta práctica. Su funcionalidad se basaba en que el consumidor que tuviese instaladas placas – y por tanto genera su propia electricidad – tuviese que pagar los mismos impuesto que quien no estuviese conectado. La razón es que estos consumidores, que aprovechan electricidad de la red cuando no hay sol y también vierten la sobrante cuando no es necesaria, utiliza la misma red que pagamos entre todos. De no imponerle este pago los demás estaríamos pagando una parte del autoconsumo.
Las renovables están en nuestras facturas.
Como contraprestación a la inversión en este tipo de energías, su coste se ve reflejado en nuestra factura de la luz.
El grado de inversión fue considerable. Solamente Alemania y Dinamarca se colocaron por encima de nuestro país. Esta clasificación se basa en relacionar el número de instalaciones abiertas con el número de habitantes.
Diversos expertos han apuntado que, existe un alto grado de correlación entre el grado de penetración de las renovables y los precios que soportan los hogares.
