Las Fallas representan no solo una manifestación de festividad, tradición y cultura, sino también un catalizador de empleo y riqueza. La celebración de esta fiesta implica un aumento considerable de la demanda de bienes y servicios de empresas impulsada por distintos agentes que participan con mayor o menor intensidad en las Fallas. En primer lugar, están los cerca de cien mil falleros y falleras que anualmente realizan diversos gastos con motivo de su participación en la fiesta. En segundo lugar, las comisiones falleras y sus agrupaciones, ejecutando sus presupuestos para, entre otras cosas, sufragar el coste de la falla, de los espectáculos pirotécnicos o musicales. En tercer lugar, los cientos de miles de visitantes (regionales, nacionales e internacionales) que, atraídos por las Fallas, vienen a la ciudad y realizan gastos adicionales con motivo de su disfrute de la fiesta. En cuarto lugar, las empresas e instituciones que patrocinan eventos o simplemente realizan gastos con motivo de su participación en las Fallas. Por último, las administraciones públicas, ya sean municipales, provinciales o regionales, asumen gastos en servicios como limpieza, seguridad y emergencias, etc. todos esenciales para el adecuado desarrollo de las Fallas.