tales como la
qīngtián
(
青田
) o la
shòushān
(
寿山
) también se incor-
poraron entre las materias primas para la elaboración de los sellos,
dando inicios a una evolución radical en esta disciplina (Figuras 10
y 11).
Originalmente las materias primas empleadas para grabar los
sellos eran el bronce, el jade o los huesos, los cuales sufrían poco des-
gaste y eran de larga duración. No obstante, el alto nivel de dureza
y la dificultad en el tallado que implicaban estos materiales obligó a
que únicamente fueran realizados por profesionales y especialistas.
De hecho, la idea de preparar cada artista sus propios sellos siempre
se descartó hasta la incorporación de las piedras blandas, un mate-
rial ideal para grabar sellos. Según la escala de Mohs que le asigna al
diamante, un mineral bastante conocido y apreciado, el número 10
en dureza, el cuarzo recibiría el 7, el hierro el 5,5, las uñas el 2,5 y la
piedra agalmatolita luminosa (Figura 11) entre 2 y 4, lo que significa
que con un buril de hierro se pueden tallar con facilidad dibujos
o caracteres sobre ella. A partir de ese momento la clase culta, que
también tenía conocimientos sobre pintura y caligrafía, comenzó a
elaborar sus propios sellos según su gusto, transmitiendo así sus pen-
samientos y sentimientos, logrando así una mayor difusión artística.
A lo largo de 500 años, desde mitad de la dinastía Ming hasta
las últimas décadas de la dinastía Qing (
清
, 1644-1911), surgieron
una gran cantidad de maestros dedicados a los sellos y al mismo
tiempo numerosas variedades que reivindicaban sus propios estilos,
haciendo que este arte experimentase otra etapa de prosperidad.
Las distintas escuelas, que generalmente se denominan conforme al
origen, apellido, el estudio o la zona de actividad del fundador o del
artista, se han conservado hasta hoy en día integrando elementos
innovadores.
Hasta los años 70 del siglo pasado, la mayoría de los chinos aún
conservaban la costumbre de tener sellos con sus propios nombres
con el fin de identificarse en caso de firmar cartas certificadas, tele-
gramas, paquetes o retirar bonos u objetos personales. Con el trans-
curso del tiempo aumentó la tendencia de reemplazar las firmas
por los sellos, situación que hizo que estos desaparecieran de la vida
cotidiana. En la actualidad, existen pocos casos en el que se exigen
el cuño de un sello oficinal, uno de ellos es en la elaboración del
certificado del registro de la propiedad inmobiliaria, que tiene como
elemento imprescindible la presencia de sellos personales.
Sin embargo, aún es habitual coleccionar sellos en el mundo de
la literatura y muchos de ellos guardan varias piezas de contenidos
heterogéneos: nombre propio, alias, nombre del estudio, palabras
de buen agüero, aficiones o simplemente para estampar en coleccio-
nes. Este subgrupo de sellos, destacados por su valor artístico, está
destinado principalmente para objetos de papel, tales como cuadros
o caligrafías, libros, compilaciones o cartas.
Además, en la vida diaria numerosas entidades públicas poseen
estampillas diferentes con efecto oficial y las aplican ampliamente
en situaciones dispares. Por ejemplo, en el billete chino de cien yua-
nes aparece un sello (Figura 13) y la intervención de cuños también
resulta necesaria en las actividades económicas, como por ejemplo
en las facturas (Figura 14); en los cuños de la administración públi-
ca para la emisión de cheques o en los sellos de personas jurídicas o
de empresas para la firma de contratos oficiales.
COSTUMBRES CHINAS
图:100 元人民币上的印章
Figura 13: detalle de un sello en un billete chino de cien yuanes
图:银行支票
Figura 14: cheque de banco
图:发票加盖发票章
Figura 14: sello en una factura
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Instituto Confucio
VOLUMEN 22 | Nº1 ENERO 2014