En los últimos años, acontecimientos como la Gran Recesión, la pandemia de la covid-19, la guerra en Ucrania o la crisis climática han puesto de manifiesto algunos de los desequilibrios del modelo productivo actual y cómo estos afectan gravemente al bienestar de la población. Más allá de las dificultades coyunturales que se han tenido que abordar, se han revelado notables debilidades estructurales existentes en algunas economías que se han mostrado especialmente vulnerables, como es el caso de Canarias. Canarias es, de hecho, la comunidad autónoma española que menos había aumentado su renta per capita en 2022 con respecto a 2008, antes de la crisis económica (apenas un 6% frente a un 16,7% del conjunto de la economía española). También fue la segunda comunidad autónoma (tras Baleares) que experimentó una mayor caída económica derivada de la pandemia de la covid-19 dada la fuerte dependencia exterior de su estructura productiva como territorio periférico y altamente especializado en actividades turísticas. Además, esta tendencia no solo responde a coyunturas puntuales, sino que también refleja una brecha que se ha ido ensanchando, al menos, desde que inició el siglo XXI.