Una línea.

Veo mi reflejo en ti.

Me olvido.

Y en el vacío se despliegan fragmentos de otras que ya no soy.

El tiempo sobre un papel,

que es cuerpo.

 

 

 

“Unos cuantos ovillos de lana negros cuelgan de algunos de los balcones del patio de la Nau, probablemente intercalados, junto a los extremos de sus hilos.

 

Me acerco a cada extremo y voy uniendo cada uno de ellos en mi mano, formando una especie de hilo de hilos.  Poco a poco los voy estirando todos juntos, repetidamente formando un dibujo en el suelo, que va siendo cada vez más grande. Los ovillos se van moviendo alrededor, en el suelo como si tuviesen vida propia. Esta acción dura unos 10 minutos hasta que alguno de los ovillos se acaba.”

 

“Adquiero una posición en la que el cuerpo pasa a una situación de inactividad, no-forma. Poco a poco van apareciendo gestos, intentos de construir cuerpo y gesto, a partir de un cuerpo inerte. Se va repitiendo esta acción a modo de danza. Cada vez el cuerpo va adquiriendo más y más forma, pero entremedias se de-construye y vuelve a empezar. En este proceso de construcción, de-construcción y transición hacia un cuerpo presente y autoconstruido me desplazo hacia la exposición. Capto algunos gestos del público que me sirven como espejo, y sigo construyendo el gesto hasta llegar a la obra de Concha. Esta vez allí los mismos dibujos me inspiran a modo de reflejo, en una danza que intenta traer al público al momento presente, para así pasar a percibir la obra de Concha Ros con una atención más sensible y despierta.”