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NEGRO ESPANTO

 

 

 

 

El arte del cómic ha sabido sacar siempre juego del contraste de blanco y negro que la línea de tinta dibujaba sobre el papel. Desde que las historias comenzaron a contarse con dibujos, ese negro intenso se convirtió en el lenguaje que interpretaba nuestra realidad, erigiéndose en protagonista absoluto hasta encontrar un discurso propio, una manera de narrar desde la mancha de negro, desde la oscuridad que escondía ese abismo insondable sin color que llevaba a ignotos lugares. Posiblemente, uno de los grandes precursores del cómic fuera Goya precisamente con las imágenes que dibujó en rabioso blanco y negro sobre los desastres de la guerra, abriendo un camino de exploración de temáticas más inquietantes que, desde el color, exploraron lo más oscuro del alma humana, las Pinturas Negras. Manuel Gutiérrez y Manuel Romero imaginaron en su cómic Goya. Saturnalia cómo el pintor aragonés se enfrentó con sus miedos en la Quinta del Sordo para crear sus famosos retablos, precisamente simbolizando en el trazo de línea negra toda la fuerza de lo simbólico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un camino de exploración simbólica que tiene en la artista Laura Pérez a uno de sus máximos exponentes. Si obras como Ocultos o Tótem dejaban patente su interés por los recovecos de lo extraño, Espanto consigue sintetizar la esencia absoluta de la fuerza de la línea negra que esconde infinitas historias. Imágenes que conectan con Goya en su capacidad perturbadora, en esa belleza que transita la frontera indefinida entre lo hermoso y lo espantoso, que nos atrae a sabiendas de que caeremos en el abismo.


Dos obras que dialogan entre sí sobre el atractivo de la línea de tinta y sus posibilidades para evocar lo más escondido de la humanidad, desde el pasado hasta el presente, aprovechando el cómic como conexión narrativa.

Goya. Saturnalia, de Manuel Gutiérrez y Manuel Romero. Cascaborra Ediciones, 2022

Espanto, de Laura Pérez. Astiberri, 2022