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Personajes y espacios de ciencia: Juan Peset Aleixandre

Personajes y espacios de ciencia: Juan Peset Aleixandre

El 24 de mayo de 1941, Juan Peset fue fusilado en el cementerio de Paterna. Se ejecutaba así una sentencia que lo había condenado a muerte un año antes. ¿El delito? Ninguno. ¿La excusa? "Auxilio a la rebelión". Muchas veces me he preguntado si aquel día recordó que otro 24 de mayo, pero treinta y un años antes, había ganado la cátedra de medicina legal de Sevilla, punto de partida de una brillante trayectoria académica y profesional que se vio truncada por la violencia fascista.

Sin embargo, su asesinato no supuso sólo su eliminación física. Por lo que a mi me parece, sus enemigos consiguieron también su "muerte civil" y su "muerte intelectual". ¿Por qué digo esto? Porque las diferentes actas de reivindicación de la figura de Peset no han trascendido mucho más allá del ámbito académico, y poco o nada saben de él la mayoría de valencianos, a pesar de que un hospital y una gran avenida de la capital del país llevan su nombre. Además, y quizás es una impresión subjetiva, siempre me ha dado la impresión de que se ha recordado mucho su figura de rector de la Universitat y de diputado de Izquierda Republicana, muerto vilmente por el franquismo, y demasiado poco su actividad científica y profesional.

Porque Peset fue, por encima de todo, un científico. Eso sí, un científico que entendió que ni podía ni debía mantenerse al margen de la sociedad en la que vivía, por lo que decidió participar activamente en ese proyecto regenerador y modernitzador que significó la llegada de la República. Y, ¿cómo lo hizo? Utilizando su prestigio profesional e intelectual. Por esa razón, siempre que he sido invitado a hablar del profesor Peset he intentado reivindicar esa faceta de hombre de ciencia, de reconocida solvencia, tanto en el ámbito español como europeo. Por otro lado, soy de la opinión de que los valencianos no nos podemos permitir el lujo de ignorar un personaje capital de la historia de nuestra medicina. Así que, manos a la obra.

Juan Peset nació en Godella el 2 de julio de 1886 en el seno de una alcurnia de médicos que se remonta hasta el siglo XVIII. Su bisabuelo y su abuelo habían sido médicos. También lo fue su padre, Vicent Peset. Este, doctor en medicina y en ciencias químicas, había fundado en 1888 un laboratorio en el que desarrollaba su actividad profesional, tarea que compatibilizaba con la docencia en la Facultad de Medicina, primero como profesor auxiliar y, desde el 1892, como catedrático de terapéutica.

Así pues, medicina, laboratorio y docencia estuvieron presentes desde un principio a la vida del joven Peset. No en balde, el mismo año en el que finalizó el bachillerato obtuvo el título de perito químico (1901) y empezó a colaborar en el negocio familiar. Y no nos puede sorprender que, cuando inició la etapa universitaria, la orientara hacia la obtención de una formación que le permitiera dedicarse a la enseñanza de una especialidad como la medicina legal. Con este objetivo, además de doctorarse en medicina (1907), lo hizo en ciencias químicas (1908) y en derecho (1909), sin olvidar que obtuvo una 'beca' de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) para especializarse en análisis químico aplicado a la medicina legal.

En efecto, Joan Peset formó parte de la primera promoción de becados de la JAE y, al final de noviembre de 1907, viajó hacia Wiesbaden, donde inició una estancia al laboratorio Fresenius, uno de los centros más prestigiosos de Europa en el campo de la química analítica. Unos cuántos meses después se trasladó a París para continuar su formación en el laboratorio de toxicología que dirigía Jules Ogier.

Pero Peset llegó más allá del objetivo inicial de su viaje de estudios. Durante la etapa parisiense aprovechó la ocasión para asistir a las clases sobre autopsias y medicina del trabajo que impartía el catedrático de medicina legal Léon Thoinot, así como para instruirse en técnicas de identificación criminal y en fotografía métrica bajo la maestría de Alphonse Bertillon.

Al final de mayo de 1908, Peset volvía de su viaje científico por Europa. Había perfeccionado la sólida formación de laboratorio que ya tenía cuando partió. Además, su estancia en dos de los laboratorios líderes de Europa le permitió establecer relaciones personales y profesionales con científicos de otros países y, de paso, le facilitó poder publicar en revistas de prestigio como la alemana Zeitschrift für Analytische Chemie o la francesa Annales d’Hygiène Publique et de Médecine Légale; circunstancias que le permitieron, sin duda, dar "visibilidad" a la actividad científica que desarrolló a lo largo de su carrera profesional.

Por otro lado, los informes que había remitido mensualmente a la JAE durante su becariado, además de las publicaciones derivadas de sus investigaciones y las evaluaciones favorables de sus maestros, le permitieron conseguir el certificado de suficiencia de la Junta, que facilitaba el acceso al profesorado universitario.

No es extraño que con este bagaje intelectual consiguiera la cátedra de medicina legal de Sevilla en 1910, con sólo 24 años. Iniciaba así una carrera universitaria en la que el joven profesor aplicó desde un primer momento las técnicas docentes aprendidas durante el periplo europeo. Convencido de la importancia de la enseñanza práctica en una docencia de calidad, montó un laboratorio con todo el instrumental ideado por su maestro Ogier para ofrecer a los alumnos un aprendizaje alejado de la simple lección de cátedra. Esta manera de hacer las cosas lo acompañó a lo largo de toda su trayectoria como profesor, tanto en Sevilla como en Valencia, donde por permuta volvió el 1916. De esta forma, los alumnos aprendían las diferentes técnicas forenses, como la detección del arsénico mediante el aparato de Marsh o el estudio de las manchas de sangre, a la vez que asistían a autopsias medicolegales o visitaban el manicomio para el estudio de los enfermos mentales. Y todo esto acompañado de un trato próximo con los alumnos, poco frecuente en la época, como el hecho de dejar que se examinaran de la asignatura por partes, en cualquier momento y en los lugares más insospechados: teatros, tranvías etc.

Sin embargo, durante la etapa valenciana experimentó un salto cualitativo que inició poco antes de abandonar Sevilla: pasó de ser docente a ser "maestro", es decir, a crear escuela. Once tesis doctorales dirigidas por él y varios artículos publicados por sus discípulos bajo su orientación así lo demuestran. Además, de su mano salieron gran parte de los catedráticos de medicina legal de las universidades españolas antes de la Guerra Civil. Unos se formaron con Peset desde su etapa de estudiantes. Otros, ya licenciados, acudian al maestro desde varios puntos del estado para mejorar su formación toxicològica y de laboratorio antes de opositar a cátedra. No en balde Ricardo Royo-Villanova, que con el tiempo sería catedrático de la asignatura en la Universidad Central, ya en 1925 consideraba a Joan Peset "nuestra principal autoridad en materia de toxicología forense".

Esta maestría fue más allá del ámbito universitario y se extendió al profesional. En el seno del Instituto Provincial de Higiene de Valencia, dirigido por Peset, se formaron inspectores de sanidad, médicos de sanidad exterior y otros profesionales de la salud publica. Con esta institución, Peset retomaba en Valencia su actividad fuera del ámbito universitario: la medicina de laboratorio, actividad que ya había iniciado en Sevilla en 1911 como director del laboratorio bacteriológico municipal.

El Instituto, sin embargo, fue un proyecto más personal. Fundado por el inspector de sanidad Joan Torres y por el mismo Peset en 1916 tenía un contrato de servicios con la Diputación de Valencia mediante el cual se comprometía, a cambio de una subvención anual, a actuar como laboratorio del Hospital General y también a cubrir otras necesidades de la corporación provincial en materia de análisis de aguas o de elaboración de vacunas, a la vez que se le permitió llevar a cabo estos tipos de tareas con carácter privado.

Pocos años después, al morir Torres, Peset se quedó como único director y, de hecho, el Instituto y el laboratorio fundado por su padre, Vicent Peset, se fusionaron y constituyeron un solo negocio hasta 1930, año en que la Diputación le compró el Instituto y rescindió el contrato. A partir de ahí, Juan Peset continuó su tarea profesional dirigiendo el laboratorio familiar, ampliando poco después sus actividades a la producción y la comercialización de fármacos.

Sin duda, dos cosas destacan en el trabajo de Peset en el Instituto. En primer lugar, la lucha contra la fiebre tifoide, que ya había empezado en Sevilla. Como jefe del laboratorio bacteriológico de esta capital, fue comisionado para estudiar en París la vacuna ideada por Hyacinthe Vincent y, al volver, empezó a elaborarla en el laboratorio andaluz con el fin de iniciar las primeras campañas de vacunación por la provincia. Ya en Valencia, retomó esta actividad, en la que es de vital importancia su actuación durante las epidemias que se sufrieron en Cheste (1916) y en Torrent (1917). Nos podemos hacer una idea de la magnitud de esta tarea por el hecho de que fue condecorado dos veces por el gobierno español. Y no solamente eso: Vincent, creador de la vacuna, se refirió a él como l’apôtre de la vaccination, y en 1918 fue invitado a hacer una conferencia sobre la vacunación antitífica en la facultad de Medicina de París, al mismo tiempo que fue nombrado miembro honoris causa de la Société de Thérapeutique.

No menos importante fue la actividad que llevó a cabo durante la epidemia de gripe de 1918 al conseguir, en colaboración con los doctores Colvée y Rincón de Arellano, elaborar una vacuna contra el pneumococo, microorganismo que habían identificado en todos los casos más graves y que era el causante de las complicaciones respiratorias de la enfermedad. Su papel en esta crisis sanitaria también fue muy valorado entre la comunidad médica, como lo acredita la opinión de Fernando Rodríguez Fornos, clínico de prestigio y catedrático de la facultad de Medicina de Valencia, que consideraba que las investigaciones de Peset sobre la gripe eran las que se habían hecho "con más rigor y seriedad científica" de todo el estado, además de ser las que estaban "más en armonía con lo que la clínica enseña".

Como se puede suponer, su actividad en la cátedra y en el laboratorio se tradujo en un considerable volumen de trabajos publicados, alrededor de un centenar, tanto en revistas españolas como extranjeras. Esta tarea tuvo un grado de impacto nada despreciable en la comunidad científica. Buena prueba de ello es que muchos de esos artículos fueron reseñados en publicaciones como la francesa Bulletin de l’Académie Nationale de Médecine o en la alemana Chemisches Zentralblatt, y citados en textos como la toxicología química de Léon Barthe, profesor de la asignatura en Burdeos, el tratado de química toxicològica de su maestro Ogier o el tratado de medicina legal de los españoles Lecha Martínez y Lecha Marzo.

Y, ¿sobre qué publicó Peset? Pues podemos diferenciar dos campos: la medicina legal, obviamente, y aquel que podríamos denominar de manera genérica medicina de laboratorio, incluyendo la inmunología y la bacteriología. Del primer grupo destacarían los trabajos relacionados con los métodos microquímicos, en sus dos vertientes: la microquímica toxicològica, orientada fundamentalmente a la detección de los alcaloides; y la microquímica medicolegal, aplicada en el campo de la criminalística al estudio de las manchas producidas por fluidos corporales. En las dos hizo aportaciones nuevas y mantuvo alguna polémica científica con otros autores, como el italiano Angelo de Dominicis, además de ser punto de partida de una línea de investigación que siguieron después sus discípulos.

En cuanto a los trabajos de laboratorio, hay que remarcar los que están relacionados con la fiebre tifoide. De su importancia ya he hablado hace poco y no me extenderé demasiado. Sólo quiero añadir que su tarea en este campo fue de las más reseñadas por otros autores y destaca su propuesta de sustituir, al menos en el País Valencià, la vacuna antitífica por una mixta que actuara también ante la fiebre de Malta.

Llegados en este punto no puedo dejar de mencionar su proyecto de tratado de medicina legal. La idea inicial de Peset y del editor Manuel Marín consistía en una obra de dos volúmenes, de unas seiscientas páginas cada uno, el primero de los cuales tendría que haber salido publicado el 1927, y el segundo, al año siguiente. Cómo es sabido, no fue así y el tratado nunca se llegó a publicar. ¿Las razones? Pues siempre he pensado que, a la rigurosidad que se autoimpuso a la hora de dar a conocer un texto de estas características, se añadió la asunción por parte de Peset de tareas de gestión en la Universidad. Los dos factores, junto con su implicación en política, dificultaron la finalización de lo que pudo ser uno de los grandes tratados de medicina legal del momento.

Docencia, trabajo, publicaciones..., ¿Qué más? Pues acudió a congresos, impartió conferencias y, en 1928, reactivó Crónica Médica. Considerada una de las mejores revistas médicas españolas de la época, entre sus redactores se encontraba lo mejor de lo mejor de la medicina valenciana, como por ejemplo Puche, Urtubey, Rincón de Arellano, Fornos o Barcia. Y, un detalle: desde sus páginas se inició la publicación del Índice Español de Literatura Médica, reconocido como uno de los primeros intentos en el estado español de crear un sistema de información bibliográfica en ciencias de la salud.

Fruto de toda esta tarea fueron los reconocimientos y la asunción de cargos institucionales. Algunos ya los he nombrado más arriba. Otros: profesor honorario del Instituto de Medicina Legal, Psiquiatría y Toxicología de la Universidad Central; presidente del Instituto Médico Valenciano; vicepresidente de la Real Academia de Medicina de Valencia; nombrado por el gobierno francés Officier de l’Instruction Publique... Y en la Universidad, decano de la Facultad de Medicina, vicerrector y, por fin, el rectorado, nada tranquilo, por cierto. Se inició con el incendio del edificio de la calle de la Nave, que provocó fuertes protestas entre los estudiantes por la actuación negligente que tuvieron las autoridades locales. Peset tuvo que utilizar toda su capacidad de convicción y todo su espíritu dialogante para apaciguar a los alumnos, y no sería la única vez.

Como podemos ver, un perfil que nadie osaría tildar de revolucionario y que se puso al servicio de la candidatura del Frente Popular en las elecciones de 1936, en las que se convirtió en el candidato más votado a la circunscripción de Valencia. Después, la guerra, en la que realizó tareas que los vencedores consideraron merecedoras del castigo más severo: comisario civil del ejército, director de la Agrupación de Hospitales de Castellón y director del Hospital Base de Valencia, mientras continuaba atendiendo sus ya escasas obligaciones como diputado.

Al acabar la contienda, Albatera y la Modelo, y los consejos de guerra, y la condena a muerte por una conferencia como prueba de cargo principal (maldita conferencia). Después, una larga espera. Finalmente, Paterna.

Para finalizar, vuelvo a las reflexiones que hacía al inicio de este artículo. Este año se cumple el centenario de la llegada de Juan Peset a la cátedra de medicina legal de Valencia. Creo que el mejor homenaje que se le puede hacer es recordar quién fue, qué fue: un buen hombre, comprometido con su pueblo. Pero también un científico de nivel, cuya tarea hay que divulgar y reivindicar. Porque nos da prestigio como pueblo. Y los valencianos lo necesitamos. Ahora más que nunca.

 

Felip Martínez Monzón                                                                          

Departamento de Historia de la Ciencia y Documentación de la Universitat de València

 

 

 

Personajes y espacios de ciencia es un proyecto de la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación de la Universitat de València que cuenta con la colaboración del Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia "López Piñero" y con el apoyo de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología y del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad

 

 

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