20 de abril de 2016

El discurso del rey, Óscar a la mejor película en 2010, puso de relieve la figura del logopeda como el profesional del lenguaje, el habla y la voz encargado de tratar los problemas del lenguaje que puedan padecer las personas a lo largo de su vida.

La película dirigida por Tom Hooper narra una historia real de superación en una época convulsa para el Reino Unido: abdicación del rey Eduardo VIII y declaración de guerra a Alemania en 1939. En este contexto de falta de liderazgo, la tartamudez se convirtió en motivo de preocupación para el entonces aspirante al trono británico, Jorge VI. La voz es el principal instrumento que tiene un mandatario para dirigirse a la ciudadanía y proyectar la imagen de autoridad acorde al cargo.

Fuente imagen: http://i.telegraph.co.uk/

El discurso del rey aborda la relación paciente-terapeuta con la particularidad de que el que necesitaba ayuda era el máximo dirigente de un país. La confianza en el profesional y en sus métodos fueron clave para que Jorge VI consiguiera superar su trastorno e interactuase con naturalidad con su entorno social. Además del monarca, interpretado por Colin Firth (Óscar al mejor actor), el gran protagonista del film es Lionel Logue, el logopeda australiano al que da vida el actor Geoffrey Rush. A continuación destacamos los principales hitos de su carrera profesional: 

Club de oradores. En la ciudad australiana de Perth dio sus primeros pasos como profesional. Fue allí donde impartió clases sobre locución y cómo hablar en público; y donde fundó un club para oradores.

Primera Guerra Mundial. Tras viajar por medio mundo estudiando los métodos de oratoria, Logue regresó a Perth para tratar a los veteranos de la Gran Guerra que habían sufrido algún tipo de fatiga en la voz durante la contienda.

Traslado a Inglaterra. A mediados de los años 20, Logue se trasladó con su familia a Londres, donde ocupó puestos de enseñanza de locución en varias escuelas y donde en 1926 abrió su consulta en el 146 de Harley Street. Gracias a esta clínica conoció a su cliente más prestigioso, Jorge VI. En 1935 fue cofundador de la Sociedad Británica de Logopedas y se convirtió en miembro fundador del Colegio de Logopedas en 1944. La relación paciente-terapeuta se hizo tan estrecha que Jorge VI reconoció la gran labor realizada por el logopeda nombrándole miembro de la Real Orden Victoriana.

 La confianza en el profesional y en sus métodos fueron clave para que Jorge VI consiguiera a superar su trastorno

Un trastorno muy común

Pero, ¿qué padecía exactamente el monarca? Disfemia, comúnmente conocida como tartamudez. La CIE-IO (Clasificación Internacional de los Trastornos Mentales y del Comportamiento-OMS) define la disfemia de la siguiente forma: "trastorno del habla caracterizado por la frecuente repetición o prolongación de los sonidos, sílabas o palabras o por frecuentes dudas o pausas que interrumpen el flujo rítmico del habla".

La disfemia de Jorge VI se escenificó en el discurso de clausura en la Exposición del Imperio británico en Wembley el 31 de octubre de 1925. Esa mala experiencia le llevó a recurrir a un profesional, Logue, quien tras diagnosticar una falta de coordinación entre la laringe y el diafragma le prescribió ejercicios vocales para que el monarca se relajase al hablar y evitase así la tensión que le ocasionaba espasmos musculares.

A continuación podéis ver un vídeo en el que TVE destaca la tarea de los logopedas a raíz del estreno en 2010 de El discurso del rey. En este caso el cine ha servido para visibilizar un trabajo que en muchas ocasiones no trasciende al resto de la sociedad por desconocimiento. En palabras de Ignacio Rivas, director del Gabinete Senda de logopedia a domicilio en Madrid: “(El discurso del rey) no solo ha popularizado la función del logopeda, sino que ha hecho que muchos vean en un caso práctico la utilidad  de la terapia”.