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Sincronía y diacronía lingüística, según Saussure y Lyons

El académico suizo nacido en 1857 es considerado el padre del estudio de la lengua moderna, mientras que el británico nacido en 1932 desarrolló más el campo de la semántica. Sin embargo, los estudios básicos de ambos han contribuido al mejor conocimiento de las estructuras que el ser humano construye para comunicarse

17 de junio de 2016

Ferdinand de Saussure -Suiza, 1857- centró sus investigaciones acerca de la lengua en su estructura y organización interna. Así, determinó que esta se compone de unidades básicas relacionadas entre sí, como es el “concepto” y la “huella mental del concepto”, que se relacionan en el cerebro del individuo.

Estas dos facetas constituyen lo que viene a ser el “significado” –imagen fónica- y el “significante” –imagen icónica- de la lengua. Su relación es básicamente arbitraria y carente de motivación, tal y como explica Saussure, lo que da estabilidad al significante; pero sin llegar a inmovilizar la relación entre ambos conceptos.

La lengua -conjunto de signos que sirven a una comunidad lingüística- como producto social, según este académico, se adquiere en forma de herencia. Por tanto, las vinculaciones al pasado tienden a ser más fuertes que la innovación. No obstante, ello no impide que se produzcan ciertos desplazamientos. De ahí que el estudio de Saussure tenga dos perspectivas: una de carácter sincrónico y otra de carácter diacrónico.

La lengua -conjunto de signos que sirven a una comunidad lingüística- como producto social se adquiere en forma de herencia

El enfoque sincrónico observa la lengua desde un punto de vista estático, realiza un corte temporal y determina cuáles son las pautas que en ese momento estructuran la lengua, aceptada por la comunidad lingüística. Por su parte, el enfoque diacrónico examina la evolución de esta en el tiempo. Se centra en investigar de qué forma se modifican los signos de las palabras, aparecen nuevos y otros se vuelven arcaicos. Así lo explica en su obra: “Curso de Lingüística General” publicada en 1916, que este año cumple su centenario.

En cambio, John Lyons, lingüista británico nacido en 1932 pese a centrar su trabajo en el campo de la semántica, también abordó el estudio de la lengua desde estas dos perspectivas; introduciendo ciertos matices.

Él opinaba que, partiendo de la misma diferenciación que hace Saussure, convenía entender además que el estudio sincrónico no tiene por qué estar sujeto al estudio de una lengua moderna, también puede realizarse sobre lenguas consideradas “muertas”, una vez garantizada la validez de los textos disponibles.

El estudio sincrónico no tiene por qué estar sujeto al estudio de una lengua moderna, también puede realizarse sobre lenguas consideradas “muertas”

Asimismo, este académico aseguraba que el tiempo no es el factor determinante en todo cambio lingüístico, ya que existen muchos otros factores -internos o externos al lenguaje- que pueden determinar su cambio.

En este sentido, Lyons afirmaba que sería erróneo considerar que el progreso lingüístico no es más que la sustitución de un sistema de comunicación homogéneo por otro sistema igualmente homogéneo en un “punto” concreto del tiempo. Por tanto, para este lingüista resultaba imposible establecer una distinción precisa y clara entre “cambio” diacrónico y “variación” sincrónica de la lengua.

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