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Dra. Teresa Orengo es Médico de conductas adictivas. Coordinadora UCA Grao. Dpto. Clínico Malvarrosa. Conselleria de Sanitat. Valencia.

La Dra. Teresa Orengo utilizando el concepto de estigma, planteo en las II Jornadas de Mujeres y Adicción la problemática a la que se enfrenta día a día en el tratamiento de las mujeres con trastorno por uso de sustancias. Señaló que la mujer que consume drogas se enfrenta a un doble estigma: ser drogodependiente y ser mujer. En las unidades de atención y tratamiento de las conductas adictivas se ha visto la necesidad de poner en marcha tratamientos específicos para las mujeres pues su problemática es diferente a la de los hombres; el daño que presentan es mayor, su recuperación requiere claves totalmente diferentes. Han desarrollado grupos solo para mujeres, tras observar que en grupos mixtos su presencia se diluía, se volvían invisibles.

El estigma despersonaliza al individuo, es una expectativa de descredito para incluir al sujeto en cajas estancas y así apartarlo y aparcarlo. La mujer deja de ser persona, madre o hija para convertirse en “borracha” “puta” etc… Cuando acude a solicitar tratamiento, lleva todo este bagaje, llega con la definición peyorativa que define su diagnóstico y la define como persona. La sustancia, la droga cosifica; en la mujer tiene los condicionantes de vergüenza, soledad, ocultamiento: “no quiere que se la vea” se oculta ella y su problema, lo que afecta a su comportamiento de salud. La adicción en la mujer genera invisibilidad.

Indicó, asimismo, que este estigma afecta al tratamiento. La eficacia de las intervenciones es incierta. No se contempla la diferencial eficacia del tratamiento por razón de género porque no hay estudios que consideren los diferentes aspectos de la adicción en las mujeres. En reducción de daños es necesario tener intervenciones diferentes con las mujeres que se caractericen por ser más cercanos, más afectivos, por evitar el estereotipo.

Es preciso resaltar que desde su experiencia ha observado que no es cierto que una mujer consumidora de drogas tenga peor pronóstico que un hombre. El pronóstico es bueno cuando se considera a la mujer en igualdad de condiciones sociales y no solo se plantea su biología. Por ello, en el tratamiento es preciso considerar el mandato social: cuidado de los hijos; el rol de género que penaliza más a la mujer, el acceso a los recursos: las barreras de acceso a los tratamientos. Utilizar la perspectiva de género en el tratamiento a las mujeres implica considerar los condicionantes sociales, como son entre otros, la infravaloración de síntoma, los errores diagnósticos, los estereotipos y los condicionantes culturales y transculturales.