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El agroquímico que pone en peligro a las abejas

Como ya vimos anteriormente, los agroquímicos pueden ser de gran utilidad para asegurar la viabilidad de las cosecha. Pero hoy vamos a hablar de unos agroquímicos que, más allá de evitar que las plagas diezmen las plantaciones, provoca efectos muy negativos en otros medios naturales, sobre todo en las colmenas. Son los neonicotinoides, una familia de insecticidas que merman peligrosamente las comunidades de abejas, unos insectos imprescindibles para el ser humano.

4 de febrero de 2016

Los neonicotinoides son unos pesticidas  relativamente nuevos, puesto que su desarrollo comenzó a finales del siglo XX. Su nombre proviene de su similitud con la estructura química de la nicotina, el famoso estimulante utilizado en los cigarrillos. Los neonicotinoides son una familia de compuestos insecticidas, siendo los tres más conocidos el Imidacloprid, el Tiametoxam y la Clotianidina. También hay otros agroquímicos que se suelen utilizar, como el Acetamiprid, el Tiacloprid, el Dinotefuran y el Nitenpyram.

Desde su uso inicial en los noventa, los neonicotinoides han pasado a convertirse en uno de los insecticidas más empleados. Su popularidad, así como su eficacia, es una consecuencia de su versatilidad, puesto que la mayoría de los neonicotinoides aprobados pueden aplicarse mediante spray, con tratamiento de semillas o con aplicación directa al suelo.

Estos agroquímicos son eficaces contra una amplia gama de parásitos, y todos actúan de una manera similar. Los neonicotinoides son insecticidas sistémicos, lo que significa que son solubles en agua por lo que pueden ser absorbidos por las plantas y distribuidos a través de sus tejidos. Cuando los insectos los ingieren, bloquean los receptores nicotínicos, impidiendo que el sistema nervioso central de los insectos reciba la acetilcolina, que es un neurotransmisor en numerosos organismos, incluidos los humanos. El efecto de este bloqueo para los neurotransmisores es la sobreestimulación, que lleva a la parálisis y generalmente a la muerte de los insectos.

Aunque los humanos y otros mamíferos también tenemos receptores de acetilcolina, los insecticidas no nos afectan con la misma gravedad que a los insectos, porque la estructura de sus receptores es diferente, provocando que en ellos el efecto sea mucho más pronunciado.

Pese a la efectividad y popularidad de los neonicotinoides, su uso está en entredicho en los últimos años. Aunque sirve para erradicar plagas, se cuestiona las consecuencias negativas que tienen en otros organismos, principalmente en las colonias de las abejas. Se han realizado numerosos estudios y ensayos sobre qué consecuencias generan en las avispas, con resultados contradictorios. En primer lugar, no cabe duda que pueden ser perjudiciales para las abejas. A parte de que una pequeña dosis de estos agroquímicos es letal para una abeja, se ha demostrado que una exposición prolongada de abejas al Imidacloprid provoca un retraso en el aprendizaje de habilidades necesaria para la polinización así como en la capacidad para sobrevivir a los inviernos.

No obstante, las investigaciones para confirmar la magnitud de los efectos de los neonicotinoides son complicadas, porque los ensayos no se pueden realizarse en las condiciones precisas y en ocasiones las cantidades de neonicotinoides a las que se ven sometidas las abejas en los ensayos son superiores a las que luego se encuentran en la naturaleza.

Un informe de la UE concluyó que hay evidencias de que los neonicotinoIdes pueden tener efectos negativos sobre insectos polinizadores como las abejas, aunque no lograron precisar si fueron el causante directo del colapso de sus colonias, puesto que ahí influyen también ácaros, virus y pérdidas de hábitat, entre otros factores. En 2013 se decretó la prohibición de los tres primeros neonictoinoides nombrados anteriormente, y la agencia de protección ambiental de EE.UU. restringió también el uso de los cuatro neonicotinoides restantes.

En conclusión, las pruebas que evidencian que los neonicotinoides son un factor determinante en el colapso de las colonias no son concluyentes, pero hay muchas evidencias para considerarlas como preocupantes. Por eso, es lícito que se trate de preservar estas poblaciones polinizadoras que son básicas para el funcionamiento de los ecosistemas y por extensión, para el ser humano.

Si te ha gustado este artículo, y quieres saber más acerca de las abejas, puedes leer esta entrada en nuestro blog sobre la química de la miel que hace que sea un alimento 'eterno'.