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El año 1972 el informe del Club de Roma Los límites del crecimiento señalaba la inviabilidad del crecimiento permanente de la población y sus consumos en un sistema cerrado con recursos finitos como es la Tierra. La comunidad científica cuestionaba así de forma contundente el discurso del crecimiento económico. Los organismos internacionales respondieron con una noción tan conciliadora como ambigua: el desarrollo sostenible. 


El 1987 veía la luz Nuestro futuro común, más conocido como Informe Brundladt. Este documento, elaborado por encargo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), popularizó el concepto de desarrollo sostenible como aquel que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Desde entonces, el concepto se ha institucionalizado como parte esencial del sistema de gobernanza global de la ONU. Ha sido invocado en cada conferencia y cumbre e incluido como principio guía en todo protocolo y convenio firmado por la comunidad internacional. Los planes de acción por el desarrollo sostenible se han sucedido a lo largo de los años. La Agenda 21 dio paso a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que el 2015 fueron reemplazados por el marco actual, la Agenda 2030, que recoge los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Los términos han cambiado a pesar de que la idea subyacente es la misma: el equilibrio. El paradigma del desarrollo sostenible supone aceptar que la protección del medio ambiente es compatible con el crecimiento económico. 

Hoy la quimera del equilibrio entre sostenibilidad y desarrollo se ha desvanecido. Tres décadas de políticas basadas en el desarrollo sostenible no han conseguido poner freno al modelo extractivista y depredador de los recursos. Nos hemos ido adentrado en una crisis climática y social que ahora se combina con la crisis sanitaria causada por la covid-19. La pandemia es un indicador de que la balanza se ha decantado hacia el desarrollo en detrimento del medio ambiente. El desarrollo sostenible no ha evitado la destrucción de los hábitats naturales de numerosas especies causando todo tipo de riesgos para la salud así como desigualdades y conflictos. El nuevo orden puesto-covid nos ofrece una oportunidad para parar y reflexionar sobre sí queremos continuar anteponiendo el desarrollo o iniciar un auténtico viraje a la sostenibilidad.

“Viraje a la sostenibilidad” es precisamente el lema de la Universidad d'Estiu de Gandia 2020, un acontecimiento académico y cultural emblemático que este año celebra su trigésimo séptima edición. Lo hace en un contexto excepcional marcado por la nueva pandemia y requiere, también, un nuevo formato. Presentamos así por primera vez una edición virtual con la intención de debatir sobre los ODS de la Agenda 2030 y su idoneidad en cuanto que brújula que nos oriento en las transformaciones necesarias para garantizar la sostenibilidad de la vida.

 

Carme Melo

Directora del Centre Internacional de Gandia de la UV