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Los Átomos para la Paz y las bombas de Palomares

  • 28 octubre de 2015
palomares

Pedro Luis Mateo Alarcón, estudiante del máster de historia de la ciencia y comunicación científica (curso 2014-2015), y actualmente profesor de química en la Universidad de Granada, realizó un brillante Trabajo Fin de Máster sobre las campañas Átomos para la Paz y su repercusión en España, que incluía una excelente revisión de las noticias aparecidas en el NODO.

 El trabajo fue presentado en septiembre de 2015, pocas semanas antes de que la visita del secretario de Estado norteamericano, John Kerry, a España propiciara que el famoso incidente nuclear de Palomares volviera otra vez a figurar en las páginas de la prensa cotidiana, cincuenta años después de tan lamentable suceso que inspiró algunas de las imágenes más icónicas del franquismo. En este breve resumen, Pedro Luis Mateo sitúa el incidente dentro de su investigación realizada dentro del máster de historia de la ciencia y comunicación científica.

El 8 de diciembre de 1953, el presidente de EEUU, Dwight D. Eisenhower, pronunció su histórico discurso Atoms for Peace en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. En él se proponía la aplicación pacífica y solidaria de la energía nuclear como fuente de progreso y desarrollo para todos los países y la creación de un organismo internacional para estos fines (la International Atomic Energy Agency, creada en 1957). La ONU organizó en agosto de 1955 la primera conferencia internacional sobre Usos Pacíficos de la Energía Atómica en Ginebra, celebrando dos nuevas Conferencias en 1958 y 1964.

Más allá del citado carácter solidario, la campaña Atoms for Peace pretendía además lavar la cara del uso bélico de la energía nuclear (Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945), diluyendo en la Historia su origen militar y desplazando la atención pública hacia una imagen del átomo pacífico. Por otro lado, la campaña suponía una contraofensiva política e ideológica frente a la propaganda pacífica de la URSS, obligándola también a desviar fondos y recursos en el desarrollo de su programa militar nuclear hacia usos pacíficos; objetivos adicionales fueron el control de las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear via acuerdos bilaterales con terceros países, así como implicar al lobby americano de las empresas del sector en el desarrollo de la energía nuclear civil.

Esta campaña internacional fue, por diversas razones, especialmente bien recibida en la España franquista, autárquica e internacionalmente aislada, con el consecuente desarrollo de las aplicaciones pacíficas de la energía atómica. De hecho, tras la aplicación bélica en Japón, en España surge una visión temprana de lo que el desarrollo de la tecnología nuclear podría suponer para la modernización y reconocimiento internacional del país. Así, ya en 1948 se crea la Junta de Investigaciones Atómicas, reemplazada en 1951 por la Junta de Energía Nuclear (JEN). Por otra parte, pese a las condenas del Régimen español por la ONU, razones geopolíticas de la Guerra Fría conducen al primer acuerdo económico y militar entre España y EEUU en septiembre de 1953, mientras que en julio de 1955 se firma el acuerdo bilateral sobre usos civiles de la energía atómica entre ambos países. Este acuerdo condicionó a su vez el desarrollo nuclear civil español como dependiente de EEUU, tanto en equipamiento como en el suministro de uranio enriquecido como combustible de reactores de investigación o producción eléctrica.

Dentro de varias actividades en diversas ciudades, la campaña Átomos para la Paz en España dio lugar a la exposición “El átomo y sus aplicaciones pacíficas”, celebrada en la Casa de Campo de Madrid en mayo y junio de 1958 y organizado por el Sindicato Nacional de Agua, Gas y Electricidad, que incluía a las empresas del sector eléctrico, y al que, en su intento de divulgar, informar y convencer de las ventajas de la energía nuclear, asistieron más de medio millón de personas. Un año después, en diciembre de 1959, se producía la esperada visita de Eisenhower a España. Posteriormente, se celebró en la Ciudad Universitaria de Madrid la exhibición “Átomos en acción” en abril y mayo de 1964, organizada por la Atomic Energy Commision de EEUU en colaboración con la JEN, a la que asistieron una 80.000 personas, de las cuales más de 8.000 fueron alumnos de secundaria de toda España. Su fin fue eminentemente didáctico, junto con la promoción de la imagen de EEUU como pionero de una nueva fuente de energía, generosamente compartida para el beneficio de la humanidad.

La información sobre la energía nuclear en España provenía de actos oficiales o propagandísticos, de una prensa y una radio controladas y sujetas a censura, así como del NO-DO de producción oficial. Durante la Dictadura la sociedad española fue, en su inmensa mayoría, un sujeto crédulo y mal informado, y objetivo en último extremo de los variados intereses englobados en la campaña internacional sobre las posibilidades pacíficas de la energía nuclear.

Parece un sarcasmo que durante esta campaña el arsenal nuclear de EEUU se multiplicara por más de veinte. Mayor sarcasmo si cabe, a nivel local, supuso la llegada de “átomos no para la paz” en forma de cuatro bombas termonucleares caídas sobre Palomares el 17 de enero de 1966 por la colisión de un B-52 con su avión nodriza. Ahora, cincuenta años después y con la reciente visita del secretario de Estado norteamericano, John Kerry, parece que EEUU se va a llevar los 50.000 m3 de tierra aún contaminada por plutonio, tras la firma “tan pronto como sea posible de un acuerdo vinculante” para reparar “un error cometido hace 50 años… para que Palomares vuelva a la normalidad que tenía antes de 1966”, según declaró el actual ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo. La histórica foto de Fraga y el embajador norteamericano en las playas de Palomares forma parte del imaginario colectivo español, una imagen berlanguiana de una todavía esperpéntica España.

 

Pedro Luis Mateo Alarcón

Estudiante del máster de historia de la ciencia

y comunicación científica (Curso 2014-2015)

Profesor de química de la Universidad de Granada