El laboratorio bacteriológico se transformó en la segunda mitad del siglo XIX en un nuevo escenario para diagnosticar, prevenir y tratar las enfermedades infecciosas.
La comprobación de que seres vivos microscópicos eran el origen de las enfermedades infecciosas se llevó a cabo en el laboratorio. Proporcionó una confirmación diagnóstica a las primeras hipótesis formuladas en este sentido. La consolidación de la microbiología médica se produjo en el último cuarto del siglo XIX y fue pareja con la aparición de la inmunología, un área dedicada al estudio de los mecanismos defensivos del organismo frente a la infección. En estos desarrollos fueron decisivos los estudios llevados a cabo por los laboratorios microbiológicos de Louis Pasteur en Francia y de Robert Koch en Alemania. En ambos casos fue esencial la movilización de nociones y técnicas procedentes de la química, una disciplina científica plenamente cristalizada en las décadas anteriores.
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