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Categoría "El medicamento en el galenismo médico"
NOTICIA 74 de 100. NUEVA ENTRADA DE “SABERES EN ACCIÓN”: "Medicina de ricos, medicina de pobres" de Fernando Serrano Larráyoz (Universidad de Alcalá)
Los límites sociales del medicamento en época preindustrial.
“Un médico que distribuye exactamente la misma cantidad y peso de una medicina a todos los pacientes es extremadamente ridículo.” Plutarco, Charlas de sobremesa (643c)
Desde la Antigüedad, los recursos económicos influyeron en la posición que una persona o un grupo ocuparon en la sociedad y el medicamento no escapa a esta dinámica. Mientras los miembros de las élites podían acceder a sanadores de prestigio, que recetaban remedios preparados con ingredientes de difícil adquisición y de elevado precio, como la triaca, la mayoría de la población debía conformarse con soluciones más accesibles. La solución a sus males físicos (y psíquicos) se basó habitualmente en plantas de bajo precio y en remedios domésticos propuestos por prácticos al margen de las distintas escuelas médicas o cuyo conocimiento fue transmitido oralmente de generación en generación. Por su parte, las clases acomodadas podían complementar el poder terapéutico de la naturaleza con el uso de remedios basados en la dietética, la balneoterapia y los medicamentos simples, además de todo tipo de remedios mágicos y acústicos (música, danza) o de la terapéutica homeopática astral.
Algunos autores, como Aulo Cornelio Celso (s. I), llegaron a criticar (en el prefacio de su obra De medicina) el grado de sofisticación al que había llegado la medicina de su tiempo en contraposición a la de sus ancestros. Celso se quejó de las influencias nocivas provocadas por la ociosidad y el lujo del mundo griego y romano. La preparación de medicamentos fue una parte esencial de la práctica médica, aunque por ese mismo periodo, a decir de Plinio el Viejo, los conocimientos eran tan limitados que los médicos tenían que acudir a boticarios, quienes no salen muy bien parados en su Historia Natural, pues los acusa de adulterar fraudulentamente sus mercancías. Estas adulteraciones fueron perseguidas en épocas posteriores por las autoridades civiles mediante la creación de instituciones, como el Protomedicato, y la realización de visitas periódicas a las boticas. Por su parte, el mal uso de algunos remedios en el ámbito rural y doméstico (generalmente por parte de mujeres) llegó durante la Baja Edad Media a ser considerado práctica de brujería y castigado con la hoguera.
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