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El peligro acecha.

  • 22 abril de 2016
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Con ocasión del ciclo de cine “Prostitución y salud”, organizado conjuntamente por el Aula de Cine de la Universitat de València y el Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia López Piñero, y en el marco del trabajo que se realiza en el Museo de Historia de la Medicina y de la Ciencia del instituto, el voluntario cultural de la Universitat de València, Javier Balaguer, y la investigadora residente, Elena Noriega, presentan la historia de un objeto de la colección científico-médica estrechamente relacionado con el tema: el Blenocol (signatura MD-0482).

La prostitución ha sido tolerada desde la antigüedad, en un perfecto ejemplo de doble moral, como un mal menor que contribuye a preservar el matrimonio monógamo y con él la estructura de las sociedades occidentales, reflejándose así en textos de Aristóteles, San Agustín y Santo Tomás de Aquino. Asimismo, es históricamente conocida la relación entre prostitución y enfermedades venéreas, considerándose éstas como un castigo por el pecado de la incontinencia al no haberse podido resistir quien las contrae al atractivo de la lujuria. Sin embargo, a finales del siglo XIX tiene lugar un incremento considerable de dichas enfermedades debido, entre otros factores, a la migración del campo a las ciudades y las penurias económicas de las clases trabajadoras que llevaron aparejadas un incremento de la prostitución femenina, principal vector de la enfermedad. La extensión de estas enfermedades hizo que aparecieran víctimas inocentes entre esposas, hijos y nodrizas; todo ello sin contar con el problema que suponía en la milicia, particularmente proclive a las mismas y que a menudo vio sus fuerzas diezmadas por ellas. Con el objeto de protegerse, diversas formas de enfrentarse a las enfermedades venéreas fueron objeto de intensos debates: prohibición, reglamentación o abolición, a la par que se fueron desarrollando marcos jurídicos y asistenciales para combatirlas, trasladándose así ciertos elementos de la sexualidad desde el ámbito privado del hogar al terreno público de lo social.

            Dentro de estas actuaciones se encuentra la propaganda destinada a concienciar a la población de los peligros que conllevan estas enfermedades y sus perniciosos efectos sobre la familia, la sociedad e incluso la raza, así como la divulgación de prácticas preventivas individuales. Entre éstas, y con la influencia de la moral católica, hubo autores que preconizaron la abstención como profiláctico. En un plano más realista, la profilaxis se centró en la utilización de métodos físicos –como el preservativo– o químicos durante la relación sexual. En este contexto surge el Blenocol. En su prospecto se describe como “Medicamento preventivo de las enfermedades venéreas”. Fabricado por los Laboratorios del Norte de España, propiedad de la familia Cusí durante un largo periodo de tiempo, desde 1929 hasta probablemente finales de la década de los 50, el Blenocol es una pomada en cuya composición figuran nitrato de plata y calomelanos (cloruro de mercurio). De hecho, los metales pesados fueron ampliamente utilizados en medicina como tratamiento de dudosa eficacia para una amplia variedad de enfermedades, en particular la sífilis, así como de su profilaxis por sus propiedades bactericidas. Sin embargo su toxicidad hace que se trate de una sustancia “muy peligrosa para la salud” según la norma NFPA 704.

            En discretos tubos monodosis que incluían un prospecto con una detallada y explícita forma de utilización, este profiláctico de acción química microbicida, destinado a impedir el contagio del hombre en el caso de que mantuviera una relación sexual con una mujer infectada, tuvo una importante incidencia sociológica en la época. En Internet se encuentran abundantes historias de soldados que narran su relación con el mismo, en cuanto que era distribuido entre la tropa para evitar posibles contagios con la consiguiente disminución de su capacidad militar. Asimismo encontramos recomendada su utilización en el ejemplar del 1º de Pluvioso de 1938 de la revista Nervio, editada por la 147 Brigada Mixta, y dado que “hoy por hoy la prostitución es inevitable” según se indica en la revista. También lo encontramos en un par de importantes novelas sobre la Guerra Civil española: tanto en Campo de Sangre de Max Aub como en El corto verano de la anarquía. Vida y muerte de Durruti de Hans Magnus Enzensberger se habla de repartir Blenocol entre la tropa (en este último caso en boca del propio líder anarquista) ante la inminente visita de la misma a los burdeles.

            Y es que la relación de los Laboratorios del Norte de España con la milicia fue estrecha. En algunos de sus prospectos se lee “Declarado de utilidad en la ARMADA”. En la muestra de la que disponemos en el Museo de Historia de la Medicina y de la Ciencia puede leerse: “Prohibida la venta de este ejemplar en las farmacias” y “Envase especial para servicios oficiales”. También hemos encontrado en un folleto de 1934 un párrafo firmado por el General Médico, Jefe de los servicios Sanitarios de la Armada en el que se “Dispone que se declare de UTILIDAD EN LA MARINA, el profiláctico y antivenéreo ‘BLENOCOL’ y que se acepten los ejemplares del folleto (…) que ofrece la Casa Cusí para su divulgación en la Armada”. En efecto, la Casa Cusí publicó una serie de folletos divulgativos sobre los peligros de las enfermedades de transmisión sexual, destinados no sólo al ejército sino también a la sociedad civil y dentro del marco de concienciación individual que hemos comentado. Aunque encontramos algún título aséptico como “El peligro venéreo”, el enfoque machista de la sexualidad se hace notar tanto en el título de otros, como por ejemplo “Lo que debe saber todo hombre de las enfermedades venéreas”, como en el contenido de los folletos, sin referencias a la protección de la mujer y menospreciando el preservativo, por cuanto suponía un menoscabo en el placer del hombre, teniendo además connotaciones de procedimiento anticonceptivo en contradicción con la moral de la época.

            También se hizo hincapié en la protección de víctimas inocentes, en la necesidad de combatir estas enfermedades “para ser un pueblo fuerte y sano” y “para un mejor porvenir de nuestra raza”, advirtiendo de la posibilidad del castigo a los que propagaran la enfermedad, con el fin de lograr que “una nueva generación potente y creadora … dé días de esplendor y de gloria a nuestra Patria”. Una estrategia completada con numerosos anuncios en periódicos de la época, con frases publicitarias particularmente llamativas y de carácter netamente machista, en cuanto que ignora el cuidado de la mujer: “Las tentaciones de la ciudad”, “No ande a ciegas. ¡Prevéngase!”, “Blenocol protege al hombre” o la que da título a esta reseña, “El peligro acecha”, con una mujer fatal en una oscura callejuela encarnando ese peligro para el hombre del que Blenocol protege. Todo un resumen de la actitud hacia la sexualidad de una época.