El pasado fin de semana (11 y 12 de enero) aprovechamos la vuelta de Navidades para realizar una salida de campo a la sierra de Ándujar (Jaén). Estamos dentro del periodo de celo del lince ibérico (Lynx pardinus), lo que representa una oportunidad única para observarlo en su entorno natural. El lince simboliza también una historia de éxito en la conservación de la biodiversidad y por ello, es un ejemplo perfecto para discutir in situ qué conservar, por qué, y cómo. La sierra de Ándujar alberga además una reserva de bisonte europeo (Bison bonasus), una especie cuya reintroducción potencial está siendo objeto de un intenso debate. De nuevo, esta circunstancia permite reflexionar sobre los objetivos de la conservación, el reasilvestramiento (rewilding), las líneas base cambiantes (shifting baselines), entre otros conceptos.
El sábado, los linces (un macho y una hembra) se hicieron esperar tras una mañana fría y brumosa con escasa visibilidad. No obstante, el avistamiento vespertino fue prolongado, e incluso fuimos testigos de algún conato de caza por parte de la hembra. El día, además, fue generoso en observaciones, incluyendo ungulados, rapaces, herpetos (una hermosa culebrilla ciega, Blanus cf. oxyurus) e insectos (increíbles masas de procesionaria del suelo, Thaumetopoea herculeana).
El domingo fue el momento de observación de una familia de nutrias (Lutra lutra) en el río Jándula; fue un buen momento para reforzar aspectos discutidos en las clases de morfología funcional sobre el procesado del alimento en mamíferos acuáticos. Más tarde paseamos por un camino de uso público para intentar avistar (con éxito) algún bisonte en la reserva aledaña y, finalmente, hicimos una espera para observación de comadreja (Mustela nivalis), sin éxito. De vuelta a Valencia disfrutamos de una preciosa tarde azul, bañada en luz cristalina.
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