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Un Nobel de Medicina para terapias contra la malaria y otros parásitos

Las enfermedades causadas por parásitos han sido una plaga para los humanos durante milenios y constituyen un gran problema para la salud global. Los premiados de este año han desarrollado tratamientos que han revolucionado el tratamiento de algunas de estas enfermedades parasitarias.

10 de de febrer de 2016

Esta vez el Premio Nobel de Fisiología o Medicina lo comparten tres investigadores, por su gran labor a la hora de desarrollar nuevos tratamientos contra enfermedades parasitarias que afectan a personas en todo el mundo. Una mitad del galardón la comparten el irlandés William Campbell y el japonés Satoshi Omura, por sus terapias contra enfermedades causadas por gusanos –el descubrimiento de la avermecitina, cuyos derivados han reducido drásticamente la incidencia de la filiariasis linfática (elefantiasis) y la oncocerocosis–. La otra mitad del premio es de la china Tu Youyou, que hace casi cuatro décadas, descubrió un compuesto clave para tratar la malaria.

Tu Youyou

A finales de la década de 1960, Vietnam pidió ayuda a la china comunista de Mao. La causa no era tanto la guerra contra EE.UU. como una variante de la malaria que estaba matando muchos más soldados y civiles que la contienda, pues el parásito se había vuelto inmune a los tratamientos convencionales basados en cloroquina. Así, en el año 1969, con China sumida en la Revolución Cultural, Youyou fue nombrada jefa del proyecto creado por Mao, el programa secreto 523, en el que unos 50 institutos de todo el país se lanzaron a encontrar un nuevo tratamiento para la malaria.

La investigadora repasó unas 2.000 recetas antiguas de medicina china en busca de compuestos de interés, y analizó la eficacia de 380 extractos de plantas en animales infectados de paludismo. El mejor compuesto resultó ser la artemisinina, extraída al cocer plantas de ajenjo chino (Artemisia annua), un compuesto que ha permitido salvar la vida a millones de infectados por malaria, también una enfermedad parasitaria.

En la actualidad, la artemisinina se sigue extrayendo del ajenjo y es usada junto a otros fármacos, lo que permite reducir la mortalidad de la malaria un 20% en adultos y hasta un 30% en niños. Esto supone salvar cada año 100.000 vidas solo en África, uno de los continentes más castigados por esta enfermedad, según el Instituto Karolinska. No obstante, el parásito de la malaria está desarrollando resistencia a la artemisinina, lo que hace crucial desarrollar nuevos tratamientos y, especialmente, una vacuna.

Youyou, de 84 años, sigue afiliada a la Academia China de Medicina Tradional. En 2011 recibió el prestigioso Premio Lasker de medicina por sus investigaciones de la artemisinina. Que reciba el premio Nobel, es importante, un hecho a destacar, ya que solo el 3% de los premios nobel de ciencia son mujeres, un porcentaje muy bajo.

Satoshi Omura y William Campbell

Youyou encontró lo que buscaba en una planta. El japonés Satoshi Omura lo encontró en el suelo. El microbiólogo se centró en las streptomyces, un gran grupo de bacterias de las que ya se han extraído potentes antibióticos como la estreptomicina. Omura, que actualmente es profesor emérito de la Universidad de Kitasato, en Japón, aisló nuevas bacterias de muestras de tierra y entre ellas seleccionó las 50 variantes más prometedoras.

William Campbell, un experto en parásitos que actualmente trabaja en la Universidad Drew (EE.UU.), tomó el testigo probando la efectividad de varios compuestos producidos por las bacterias de Omura. Así se llegó hasta la ivermectina, un derivado de la avermectina que aniquila las larvas de los gusanos que producen las enfermedades parasitarias.

El compuesto ha resultado especialmente útil contra las dos infecciones resaltadas por el comité del Nobel, ambas transmitidas por la picadura de moscas y mosquitos. La elefantiasis afecta al sistema linfático y produce graves deformaciones en algunas partes del cuerpo causando dolor y discapacidad grave. Según la Organización Mundial de la Salud, hay más de 120 millones de personas infectadas y unos 40 millones están desfiguradas e incapacitadas por la enfermedad.

A la oncocercosis se la conoce como “ceguera de los ríos”, pues la dolencia acaba impidiendo la visión de los infectados. Sigue siendo un problema en 31 países tropicales de África, en Yemen, y en cuatro naciones de América del Sur, donde aún hay focos dispersos. En 1987 el fabricante de la ivermectina (Merck) se comprometió a dar el medicamento gratis mientras se necesite.