28 de abril de 2016

Interculturalidad y multiculturalidad son dos términos que escuchamos con frecuencia últimamente pero, ¿qué significan?

Se puede definir a la interculturalidad, como un proceso de comunicación e interacción entre personas y grupos con identidades culturales específicas, donde no se permite que las ideas y acciones de una persona o grupo cultural esté por encima del otro, favoreciendo en todo momento el diálogo, la concertación y con ello, la integración y convivencia enriquecida entre culturas.

El multiculturalismo designa la coexistencia de diferentes culturas en una misma entidad política territorial, pero puede tener un sentido prescriptivo o normativo y designar diferentes políticas . Por otra parte, el multiculturalismo es también una teoría que busca comprender los fundamentos culturales de cada una de las naciones caracterizadas por su gran diversidad cultural.

Estos conceptos son de máxima importancia en el campo de la educación, y, poco a poco, se están volviendo ineludibles para todos los docentes y directores de centros escolares. El proceso de globalización ha favorecido los movimientos migratorios que están haciendo cada día más frecuente el compartir una clase o una oficina con personas de culturas radicalmente distintas a las nuestras.

Este proceso puede ser profundamente enriquecedor para las sociedades modernas, pero es importante fomentar, paralelamente, un proceso de educación inclusiva y respetuosa que dinamite los antiguos modelos conservadores. Natividad López Rodríguez, profesora del Máster en Políticas, Gestión y Dirección de Organizaciones Educativas; profundiza sobre esta disyuntiva en el artículo ‘Repensar las políticas educativas: reto para una educación intercultural’.

López Rodríguez plantea 3 formas de enfrentarse al reto de la integración cultural por parte de los directivos de un centro:

• Postura asimiliacionista: la cual persigue la homogeneización cultural, siendo las minorías absorbidas por la cultura hegemónica.
• Postura interculturalista: la cual supone un reconocimiento de la diversidad y el mestizaje, sin acepta jerarquización cultural ni etnocentrismo.
• Postura multiculturalista: la cual contribuye al reconocimiento de los grupos oprimidos y promueve una tolerancia y un respeto mutuo que facilite las situaciones de exclusión.

Es importante generar un debate respecto a las prácticas que los centros y los docentes sean capaces de llevar a cabo para conseguir una educación intercultural. Los centros han de convertirse en lugares muy flexibles en términos curriculares y pedagógicos, lo cual requiere una mayor flexibilidad de tiempo y espacio en las estructuras de la escuela.

La educación democrática debe hacer posible la compatibilidad de las instituciones escolares como espacios públicos, como son las escuelas, válidas para todos, en las que es posible el mantenimiento de las libertades individuales y la diversidad cultural.