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La educación universitaria nos aleja de la precariedad salarial

27 de septiembre de 2019

 

Los estudiantes de Ciencias de la Salud ganan más que los de Humanidades. Siempre hubo clases. Flickr

Ángel Soler Guillén, Universitat de València

El nivel de estudios determina el salario de las personas con empleo, pero las diferencias se acentúan conforme avanza la carrera profesional. Tanto es así que a los 55 años, edad a la que se alcanza el máximo nivel de ingresos, el sueldo medio de un titulado superior multiplica por 2,3 el de una persona que solo cuenta con formación secundaria obligatoria (ESO).

Sin embargo, no todos los titulados superiores tienen la misma remuneración. Los graduados en Ciencias de la Salud obtienen salarios un 28% más elevados que los que cursaron Humanidades.

Además, los titulados superiores que están infraempleados en el puesto de trabajo que ocupan reciben de media un salario un 41,4% inferior al que obtendrían en una ocupación acorde con su formación.

La educación y su rentabilidad

El aumento de los salarios de los trabajadores a medida que se incrementa su nivel de estudios, también denominado rentabilidad privada de la educación, es conocido y se deriva de la productividad del capital humano. Este se adquiere fundamentalmente a través del sistema educativo, pero también a través del aprendizaje en el puesto de trabajo o learning by doing y la formación a lo largo de la vida o lifelong learning.

El volumen de capital humano de una persona debe verse reflejado en su productividad y en el salario que recibe a cambio de su trabajo, como contraprestación a la inversión realizada en educación por el individuo a lo largo de su vida.

La monografía Las facetas del bienestar, publicada por la Fundación BBVA en colaboración con el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), confirma que los niveles salariales de la población guardan una estrecha relación con los niveles educativos.

Las diferencias salariales derivadas de la educación se aprecian más con el paso del tiempo, pues los ingresos varían a lo largo del ciclo laboral de un individuo. Cuando éste es joven y sin experiencia percibe unos ingresos reducidos y las diferencias salariales por nivel educativo son escasas. Conforme avanza la edad y acumula mayores niveles de capital humano y competencias basadas en la experiencia, aumentan sus ingresos, pero con diferente intensidad en función de su nivel de estudios.

En 2014, año de la última Encuesta de Estructura Salarial cuatrienal publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el salario bruto medio de un ocupado que como máximo había completado la enseñanza secundaria obligatoria (ESO) se situaba en 17.772 euros. Los graduados en Formación Profesional (FP) superior obtenían una renta salarial media anual superior en 6.700 euros a esa cifra, los diplomados universitarios unos 10.000 euros más de remuneración, y los licenciados universitarios 17.500 euros más.

La edad acentúa las diferencias

Las diferencias salariales se incrementan con la carrera profesional, como acabamos de comentar. A los 55 años, edad en la que un trabajador medio alcanza su mayor nivel de ingresos, un ocupado con estudios de licenciatura recibe un salario que multiplica por 2,3 el de uno con estudios secundarios obligatorios (ESO), mientras que un diplomado y un graduado en FP (Formación Profesional) superior ven multiplicado su salario por 1,8 y 1,5, respectivamente.

Así, aunque en los primeros años de trayectoria profesional las diferencias de remuneración entre ocupados con distintos estudios sean moderadas, a medida que pasa el tiempo estas se hacen mucho más importantes.

A los 55 años son de 10.000, 15.000 y 25.000 euros anuales, respectivamente, entre un graduado en FP superior, un diplomado y un licenciado universitario respecto de un graduado en ESO.

Realizar estudios superiores facilita la obtención de un salario superior, pero existen notables diferencias dependiendo de la rama de estudios completados.

A los 55 años los ocupados con estudios superiores de Ciencias de la Salud obtienen un salario medio de 41.242 euros anuales, lo que supone un 28% más, en promedio, de lo que perciben quienes cursaron enseñanzas de Humanidades (32.273 euros). Los graduados superiores en Ciencias Experimentales, Ingeniería y Arquitectura, y Ciencias Sociales consiguen unos salarios medios superiores en un 24%, 9% y 6%, respectivamente, a los obtenidos por quienes estudiaron Humanidades.

Entre 2006 y 2008 los salarios reales (teniendo en cuenta el crecimiento de los precios) de los ocupados con estudios superiores crecieron un 7,5% de media, siendo el incremento del 10,9% en el caso de los graduados en Ciencias Experimentales y del 9,9% entre los de Ciencias de la Salud. Los de los ingenieros y arquitectos experimentaron un crecimiento del 5%.

La crisis económica supuso un cambio radical en este sentido, pues entre 2008 y 2016 los salarios de los ocupados con estudios superiores se redujeron un 4,7%. Y las diferencias según las enseñanzas cursadas son también muy significativas. La reducción alcanzó el 9% entre quienes cursaron Ciencias Experimentales y Artes y Humanidades, mientras Ingeniería y Arquitectura, Ciencias de la Salud y Ciencias Sociales experimentaron descensos del 1,3%, 3,5% y 5,1%, respectivamente.

El retroceso más destacado se produjo entre 2010 y 2013, con una caída media de los salarios de los titulados superiores de un 6,4%.

Así, la educación se perfila como uno de los factores que reduce la vulnerabilidad en el mercado de trabajo: entre 2007 y 2013 se destruyeron en España cerca de 3,5 millones de empleos pero se crearon alrededor de 220.000 empleos netos para titulados superiores.

Más empleabilidad, menos infraempleo

Sin embargo, parte de los graduados con estudios superiores trabajan en ocupaciones por debajo de su cualificación. Estos titulados infraempleados padecen una reducción de ingresos muy importante pues, en promedio, su salario es un 41,4% menor al que percibirían si desempeñaran ocupaciones ajustadas a su preparación. Los titulados en Ciencias de la Salud infraempleados son los que mayor reducción salarial registran en ese caso, un 54,8%, seguidos de los de Ciencias Experimentales.

Aprovechar el capital humano acumulado en España requiere esfuerzos adicionales de las universidades para hacer empleables a los titulados. Para lograrlo se necesita que ganen peso en la oferta de estudios las especialidades más demandadas, en especial las asociadas a la digitalización, y las competencias reclamadas por las empresas.

Un mejor uso del conocimiento requiere también reducir el riesgo de infraempleo de los titulados en las empresas. Para conseguirlo ha de seguir aumentando la oferta de ocupaciones más cualificadas en todas las empresas, para alcanzar el peso que ya tienen en los sectores y empresas más productivas.The Conversation

Ángel Soler Guillén, profesor de Estructura Económica, Universitat de València

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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