Tradicionalmente la Historia de la Ciencia se ha construido en torno a mitos masculinos y eurocéntricos. El relato hegemónico que pervive en el imaginario popular es el de los padres de las modernas disciplinas científicas: hombres europeos provistos de un ingenio e intelecto excepcionales. Con estas ideas arraigadas, resulta difícil encontrar referentes femeninos en la construcción del conocimiento científico. Aunque en muchos casos fueron visibilizadas, nuevas investigaciones históricas muestran que las mujeres estuvieron e hicieron contribuciones relevantes.

Uno de estas investigaciones vino de la mano de Francesca Antonelli, investigadora postdoctoral Marie Curie en la Universidad de Valencia y doctorada por la Università di Bologna y por L’École des Hautes Études en Sciencies Sociales . El pasado 9 de marzo, Antonelli expuso sus trabajos sobre Marie Anne Paulze, más conocida como Madame Lavoisier en una conferencia denominada Donne in/visibili. Scienza, sociabilità e genere tra Sette e Ottocento en el Instituto Interuniversitario López Piñero (IILP-UV).

La investigadora comenzó explicando su elección del tema en la conferencia: “aunque actualmente desarrollo mis investigaciones de ciencia y género en los cuadernos de viaje de los naturalistas del siglo XVIII, quería mostrar a través de la figura de Anne Marie Paulze cómo se ha tramado una historiografía que invisibilizaba a las mujeres al tiempo que ellas, en su época, encontraron ciertos espacios en los que hacerse visibles”.

A lo largo de la conferencia, Antonelli analizó el recorrido vital de Anne Marie Paulze, una mujer de la alta burguesía francesa, desde su matrimonio con Antoine-Laurent Lavoisier hasta años posteriores a la muerte del mismo. La doctora explicó: “Anne Marie-Paulze encaja a la perfección en el ideal de femme savant de la época, esto es, mujeres de la alta burguesía que se instruyen, conocen idiomas, pero cuya formación se limita a unos cánones sociales e incluso filosóficos de la época”. Sin embargo, es evidente que Madame Lavoisier jugó un papel importante en lo que históricamente se conoce como nacimiento de una nueva química, es decir, un nuevo modo de entender la disciplina y generar conocimiento empleando costosos instrumentos científicos.

Gracias al estudio de la cultura material de la ciencia y, especialmente, a una novedosa aproximación a las fuentes documentales, Antonelli ha desentrañado una figura compleja y versátil en los espacios científicos del momento: “se sabe poco de la educación de Madame Lavoisier pero, cuando estudiamos el archivo de compilación de los experimentos de Antoine Lavoisier y observamos cómo se escribe dicho archivo podemos ver muchas cosas. Por ejemplo, ella es, después del propio Lavoisier, la compiladora más habitual. Pero lo más interesante es ver a lo largo de una década la evolución de Marie Anne Paulze. En 1773 se encuentran anotaciones que demuestran una voluntad de organizar el archivo. En 1776, incluye resúmenes de los experimentos y a finales de la década de 1780, experimentos completos descritos por ella. Además, es autora de dibujos de los experimentos y también se encuentra su escritura en documentos del propio Lavoisier destinados a una revisión posterior. Podría considerarse que su trabajo era el de una secretaria, aunque ese término entonces, tenía un significado distinto del actual”. No obstante, el trabajo de Anne Marie Paulze no terminaba aquí: “ella jugó un papel relevante en el establecimiento de las teorías científicas de Lavoisier. Por un lado, como traductora del inglés de textos de historia de la química en los que tergiversaba el original en beneficio de los trabajos de su marido. Por otro lado, en los salones, donde la exhibición de experimentos científicos era muy común en las clases altas del siglo XVIII, tiene un rol fundamental ejecutando los experimentos”.

La muerte de Lavoisier durante la Revolución francesa supone una nueva etapa en la vida de Marie Anne Paulze. Antonelli explicó: “ella se casa por segunda vez con otro científico, Benjamin Thompson e intenta colaborar en sus investigaciones al tiempo que lo introduce en el contexto de la ciencia parisina. Pero este intento es infructuoso porque el matrimonio fracasa, así que dedica todos sus esfuerzos a concluir Mémoire de Chemie, una obra compilatoria de los trabajos de Lavoisier empezada por él”. Es en este período donde Paulze trata de recuperar un estatus perdido y se convierte en la administradora de todo el legado material que conserva de su marido. Francesca Antonelli expuso: “durante esta etapa, presta instrumentos de Lavoisier a otros científicos y, en cierto modo, construye un mito de la figura de Lavoisier como padre de la química y víctima de la revolución que otros recogerán posteriormente”. Es en este momento donde se produce una dualidad fascinante de la figura: como administradora del legado material recupera una visibilidad que incluso se plasma en publicaciones científicas (hasta el punto de ser citada en algunos artículos como la persona que presta el instrumental) y, al mismo tiempo, crea una idea de su marido y su trabajo en el que ella se diluye por completo.

Sin embargo, Antonelli quiso terminar su intervención con un detalle y una pregunta: “en el hotel en el que ella vivió en esta etapa, tenía en la entrada el retrato de David, donde claramente ella es la figura central del cuadro, ¿es realmente esta memoria sólo un reflejo de Lavoisier o también, dentro del contexto de la época, de la propia Marie Anne Paulze?

La ponencia de Francesca Antonelli puso de manifiesto que gracias a los nuevos enfoques de jóvenes investigadoras y al trabajo paciente y minucioso de múltiples fuentes, el papel de las mujeres en la Historia de la Ciencia es un libro con muchos capítulos aún por escribir.

Marina Piedrahita, Estudiante en prácticas del Máster Universitario en Historia de la Ciencia y Comunicación Científica en el IILP-UV.