Conocimiento previo
Para una buena visión binocular es imprescindible que ambos ojos sean capaces de fijar sobre el mismo objeto, y que no exista ninguna alteración en todo el proceso de captación de la imagen retiniana, de su transmisión y de la elaboración cortical de la percepción visual.
La evaluación del sistema sensorial del paciente permite al clínico conocer la calidad de la visión binocular, evaluar el segundo grado de fusión (etapa binocular), el tercer grado de fusión (estereopsis) y el comportamiento de la función macular.
Durante el desarrollo y la maduración la experiencia forma y selecciona la conectividad funcional cerebral más adecuada para adaptarse a un entorno cambiante. Un sistema ideal para estudiar la plasticidad dependiente de la experiencia es la corteza visual. La privación de la experiencia sensorial puede modificar la morfología de las fibras callosas, alterando así la comunicación entre los dos hemisferios. Estudios en la corteza visual de animales, demuestran que el cuerpo calloso juega un papel en la binocularidad de las neuronas corticales y está implicado en el cambio plástico de la preferencia ocular tras un período de privación monocular en edad temprana. Por lo tanto, la experiencia puede modificar la conectividad fina del cuerpo calloso, representando las conexiones callosas una vía importante a través de la cual la experiencia puede mediar en la maduración funcional y en los reordenamientos plásticos en la corteza visual.
La visión binocular es el proceso de integración de las imágenes retinianas de cada ojo en una percepción única con la sensación de profundidad. Para un correcto funcionamiento se requiere:
- Un buen alineamiento ocular que permita desplazar las disparidades retinianas a estimular puntos retinianos correspondientes, y
- Que las imágenes recibidas por ambas retinas sean similares para que puedan ser fusionadas.
Pueden existir anomalías monoculares, como opacidades de los medios transparentes, enfermedades retinianas, alteraciones del campo visual o ametropías, que sin anular la imagen percibida determinan una estimulación diferente, alterada o deformada, siendo obstáculos para la fusión.
Las anomalías en el sistema sensorial pueden surgir por factores tales como la falta de nitidez de la imagen óptica en uno o los dos ojos, que la imagen en un ojo sea de mayor tamaño que la del otro (aniseiconia), que existan anomalías en las vías ópticas, en el cortex, en el mecanismo de integración, en el mecanismo coordinador del sistema motor, o por desórdenes en el sistema acomodativo y vergencial.