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Foca monje - Febrero

  • 10 febrero de 2021

Último ejemplar conservado de foca monje (Monachus monachus) de las costas valencianas. MUVHNZH0125. Colección de vertebrados taxidermizados del MUVHN.

Foca monje
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Foto: Sergio Montagut

El declive mundial de las poblaciones de foca monje (Monachus monachus) es un tema de gran preocupación en materia de conservación de la biodiversidad en Europa. La especie está catalogada En peligro crítico de extinción (CR) por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y hay varios proyectos de gestión en marcha para evitar su completa extinción. En la actualidad, esta especie se encuentra distribuida en tres poblaciones muy aisladas, con grupos que habitan las costas del Adriático, hasta Grecia y Turquía, otra población que aparece de forma excepcional en las costas de Marruecos, Argelia y norte de África y, por último, las mejores poblaciones están asentadas en las costas atlánticas, entre Madeira y el litoral de Mauritania, donde están amparadas por programas especiales de conservación. En total, la población mundial de la especie se estima en unos 500 ejemplares.

En su etapa adulta, la foca monje puede llegar a alcanzar los dos metros y medio de longitud y los 300 kg de peso. Su alimentación se basa fundamentalmente en peces, cefalópodos y otros moluscos diversos.

El género Monachus incluye tres especies que han vivido en tiempos recientes: M. monachus, la foca monje del Caribe (M. tropicalis), extinguida hacia mitad del siglo pasado y la foca monje de Hawaii (M. schauinslandi), que también estuvo a punto de desaparecer, si no hubiera sido por la aplicación de un plan integrado de conservación que ha garantizado su supervivencia.

Antaño, la foca monje habitaba todas las costas del Mediterráneo y parte del Atlántico, donde se reunía en grupos en las playas. Sin embargo, su persecución por parte del ser humano debió comenzar hace muchos años, al menos a partir del Paleolítico, pues existen evidencias de depredación en asentamientos de aquella época. La carne de estos animales se utilizó como alimento y su grasa o sarín se empleó en la iluminación con lámparas de aceite, tan extendidas en la época clásica. Desconocemos cuando se produjo el exterminio generalizado de esta especie, pero sabemos que en muchos lugares de Europa era muy rara hacia mediados del siglo XVIII. Como consecuencia de esto, se vio obligada a cambiar sus costumbres y a refugiarse en lugares más protegidos que las playas. Desaparecieron las grandes manadas que descansaban en la arena y pasó a habitar las costas rocosas donde buscó refugio en las cuevas y oquedades que los acantilados y otras formaciones rocosas le brindaban. La presencia de ejemplares de esta especie se convirtió en una rareza a finales del siglo XIX, siendo diversos los documentos en los que se da comunicado del descubrimiento de algún ejemplar aislado y en donde se expresa la notoriedad y excepcionalidad del caso. Con el tiempo, estas noticias acapararon protagonismo en la prensa o diarios de la época.

La imagen nos muestra un ejemplar juvenil de foca monje, que apareció en el año 1932 en la escollera del puerto de Valencia, sobre las rocas. La noticia fue publicada en el diario Las Provincias y merece destacar el trato que se le dio a su hallazgo, pues el animal fue bautizado como monstruo marino incluso por los pescadores y personal del puerto que lo encontraron. Resulta llamativo que estas personas, tan cercanas a la vida en el mar, no pudieran reconocer en él a una foca y esto nos da una idea de lo excepcional que sería el avistar esta especie en nuestras costas durante la primera mitad del siglo XX. Lamentablemente, un carabinero disparó y dio muerte al animal y su cuerpo se entregó a la Universitat de València para su conservación y estudio. El ejemplar fue naturalizado por Rafael Curats, uno de los taxidermistas más reconocidos de la ciudad de Valencia, quien ya había participado en la producción de ejemplares para el antiguo Gabinete-Museo de la misma institución. Tras recorrer varias dependencias y almacenes de la Universidad, el ejemplar puede hoy contemplarse en la sala de exposición de Zoología del actual Museo de la Universitat de València de Historia Natural (MUVHN).