
Con esta obra, el artista propone utilizar este dispositivo aerostático en el espacio público que permite elevar este vacío, ahora constituido como símbolo híbrido de violencia, que pretende ocupar el espacio y caer de una manera antinatural, como estrategia para sobrevivir a la herencia de una fosa.
El recuerdo y el olvido mantienen una relación recíproca en este proyecto. No todo se puede recordar, por eso hace falta "velarlo". Tanto en el ámbito individual como en el colectivo es necesario un tiempo y un espacio que diferencian los momentos para narrar aquello vivido.
No es solo una expresión artística, sino una respuesta necesaria ante la terrible y dolorosa posición de víctima pasiva y señalando la pérdida de significado como vocación inherente de todo monumento.
Alejarse de la revictimización de los procesos que rodean el recuerdo y la memoria, para explorar el lenguaje simbólico que la cultura utiliza y así provocar una reflexión sobre el significado de devolver estos testigos frágiles, pero monumentales, al espacio público.
Rafael Tormo Cuenca. Trabajador cultural: editor, artista y comisario. Autodidacta, empieza a trabajar en “resistencia” en los años 70: hiperrealismo, punk, speed, LSD, cómico, ovnis, multidisciplinariedad, independentismo y una clara vocación de “espíritu de contradicción”. Su trabajo se plantea como intermediaciones en espacios paradójicos comunes que posibilitan estados de crisis y que imposibilitan el no poder continuar viviendo.