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Instituto Confucio
VOLUMEN 23 | Nº2 MARZO 2014
F
ormada por una península y
varias islas, Hong Kong está
situada en el delta del río de
la Perla, no muy lejos de la
ciudad de Guangzhou (
广州
)
y de la Región Administrativa Especial
de Macao –excolonia portuguesa. Sigue
el modelo administrativo de “un país,
dos sistemas” que ideó Deng Xiaoping,
un control autónomo de sus fronteras
y aduanas, así como un procedimiento
judicial independiente.
El exótico nombre de Hong Kong
–que literalmente significa “puerto fra-
gante”– proviene de la pronunciación
del nombre de dicha ciudad en cantonés
(
Hiông-kóng
), idioma oficial junto con el
inglés y ahora el chino mandarín.
Hong Kong, una de las ciudades más
modernas del mundo y con el skyli-
ne más fascinante del planeta, es una
mezcla de lo viejo y lo nuevo, de la tra-
dición y la modernidad, de rascacielos
infinitos y sampanes chinos, una selva
de aires acondicionados y perfumes de
incienso, una fusión de ejecutivos del
siglo XXI y de monjes budistas, una
procesión de adinerados comprando en
las tiendas de lujo al lado de viviendas
jaula, una jungla de carteles de neón
con caracteres chinos complicados re-
flejados sobre los cristales impolutos de
Rolls Royce silenciosos, un ir y venir
de transbordadores Star Ferry con más
de cincuenta años a sus espaldas y una
línea de metro de las más sofisticadas.
Todo esto y más es Hong Kong.
Centro financiero y económico de
Asia, Hong Kong posee uno de los más
grandes y ocupados puertos de libre co-
mercio y libres de impuesto, no en vano
la mayoría de los productos hechos en
China pasan de alguna manera por sus
muelles.
Con sus más de siete millones de
habitantes, es una ciudad que parece no
descansar nunca, pues incluso los días
festivos el ambiente es de “tener prisa”.
Los edificios nuevos se construyen las 24
horas al día los siete días de la semana,
las telecomunicaciones no cesan nunca,
las tiendas cierran a las once de la noche,
los restaurantes siempre están abiertos,
los pequeños talleres de confección tie-
nen las máquinas en marcha todo el día,
las echadoras de cartas predicen el futuro
en cinco minutos, los rascacielos mantie-
nen las luces de sus oficinas encendidas
hasta muy tarde, los taxistas trabajan
quince horas seguidas, las carreras de
caballos parecen no tener fin y el dinero
corre por las calles de mano en mano.
Este frenesí continuo explica el nivel
de energía tan elevado que posee Hong
Kong, interrumpido ocasionalmente por
los tifones que asolan la ciudad cada dos
por tres o el calor excesivo con una hu-
medad superior al cien por cien que se
padece entre julio y agosto.
Los paseos y avenidas repletos de gen-
te, el malecón frente del Puerto Victoria-
con sus espectáculos nocturnos –llamado
Symphony of Lights
–, los mercaditos de
ropa barata, las callejuelas llenas de far-
EN PORTADA
Hong Kong (
香港
,
xiānggǎng
), en la actualidad una
Región Administrativa Especial de la República
Popular China, fue colonia del Reino Unido desde
1842 a 1997. Es como ningún otro lugar en el
mundo una impresionante fusión entre Oriente
y Occidente. Sus calles no sólo son la muestra de
la historia moderna de China, sino que también
contemplan la evolución de una sociedad
moderna con fuertes raíces ancestrales.