Abordar una virtualización definitiva y altamente operativa del entorno docente. Ha de ser prioritario que el Aula Virtual no sólo incorpore las últimas herramientas docentes y que los entornos virtualizados funcionen eficazmente, sino que los escritorios virtuales permitan que el estudiantado pueda acceder al software docente desde sus ordenadores tanto en las aulas como en sus casas, flexibilizando así el uso de los espacios: cualquier aula podrá ser un aula informática.
Proceder a la renovación profunda de las aplicaciones de gestión. El paso de los años ha puesto al límite de su vida operativa muchas aplicaciones claves para la gestión eficaz de la Universidad. Se abordará con decisión la renovación de aquellas que son fundamentales, empezando por las de gestión académica y económica. Este proceso tendrá que culminar con unos sistemas de gestión corporativos integrados e interoperables para compartir información (reutilización y dato único).
Realizar una apuesta firme por la ciberseguridad. La Universitat de València ha realizado grandes esfuerzos para asegurar la ciberseguridad de sus sistemas, pero el día a día nos da ejemplos de instituciones parecidas a la nuestra que han visto comprometidos estos sistemas, con graves consecuencias para todos sus usuarios. Ha llegado el momento de reforzar todavía más estos sistemas y la concienciación y adquisición de buenas prácticas de ciberseguridad por parte del profesorado, estudiantado y PAS.
Consolidar la transformación e innovación digital: tecnologías y personas. La digitalización de la Universidad ha avanzado firmemente en los últimos tiempos, pero tiene que quedar definitivamente consolidada en los próximos cuatro años. Hay que continuar no sólo con la fuerte inversión tecnológica efectuada, sino también asegurar la digitalización de las personas, mediante programas de formación y evaluación de las competencias digitales del PDI, estudiantado y PAS.
Abrir una participación activa de toda la institución en la detección de necesidades TIC. Se tiene que permitir a los usuarios (servicios, centros, departamentos, institutos), como verdaderos conocedores de las necesidades de cambios, mejoras y nuevas aplicaciones, que las puedan trasladar al vicerrectorado responsable de TIC a través de un procedimiento de cartera de proyectos, que pueda priorizar su ejecución en función de los recursos humanos disponibles.
