
Paisaje y cambio climático. La transformación de la mirada
La elección de la naturaleza como escenario para expresar sentimientos profundos en el arte enlaza con la conciencia y la reflexión sobre el tiempo que vivimos. No se puede separar el territorio físico de la subjetividad de la mirada artística. Tanto el autor que recrea el paisaje como el observador que lo contempla expresan su percepción de acuerdo a sus experiencias y a conceptualizaciones históricas y culturales. En su significado estético se entrecruzan infinidad de líneas narrativas que condicionan nuestra mirada.
La superación de los límites que impone el lienzo, la indagación de las formas, los contornos, el color, la visión que trasciende en las obras de Calo Carratalá nos conectan con los resortes sensoriales que inhalan de la emoción. Deleite y sobrecogimiento se vencen ante la inmensidad de una naturaleza indómita, bella e inquietante que asoma, bajo la trascendencia de su representación, presagios de vulnerabilidad. Transitamos una época en que lo sublime se desmorona ante las consecuencias del impacto irremediable, de la acción doliente imparable, que ejercemos sobre el planeta que habitamos.
Las consecuencias del cambio climático son incuestionables y nuestra mirada, en relación con el entorno, evidencia la nostalgia de la pérdida. Planteamientos sobre la transformación ligada al despertar de la conciencia ambiental, la limitación de los recursos naturales y la justicia social detonan la urgencia.
En el paisajismo contemporáneo también los códigos han cambiado: se revela como uno de los campos de investigación más fértiles dentro de la práctica de arte en los últimos años. Si en épocas anteriores los artistas descubrían paisajes al mundo, hoy subyace un cambio de paradigma, una llamada que alerta a velar por su preservación. El paisaje “a proteger” prevalece frente al paisaje “a descubrir” que inspiró el espíritu romántico en el siglo XIX. En las últimas décadas hemos asistido a una reconfiguración del paisaje como consecuencia de una descontextualización del mismo. Hoy adquiere nuevas connotaciones y se convierte en objeto de consideración estética, ecológica y ética.
Para el pintor y teórico británico John Berger el valor del arte consiste en lo que tiene de representación de la existencia a través de la cual el ser humano se hace no solo consciente de lo que a él le pasa, sino de la vida en general y de la responsabilidad que adquiere frente al cosmos; el artista debe adentrarse en su conocimiento sin profanar su misterio, guardar su secreto sin vana palabrería.
Vivir un paisaje, sentirlo y narrarlo desde el valor simbólico que conmueve la experiencia estética es también perpetuar su memoria. Las obras de Carratalá transgreden el naturalismo para representar la idea, el elemento poético que desde una profunda introspección logra extraer una suerte de espíritu alquímico que, contenido en la materia, parece perdurar lo transitorio.
Calo Carratalá, nacido en Torrent (Valencia), lleva trabajando en el ámbito del paisaje desde los comienzos de su trayectoria. Pintor de sólida formación académica, con una dilatada trayectoria expositiva iniciada a principios de la década de los noventa, es uno de los nombres de referencia en nuestro país dentro del paisajismo contemporáneo. Ha pintado numerosas vistas de ciudades, entornos cercanos, y desde hace décadas viaja a miles de kilómetros para, desde la vivencia de la lejanía, reflejar naturalezas recónditas y conmovedoras. En esta exposición, la imponente luminosidad de África irradia en sus pinturas y dibujos realizados tras permanecer varios meses en Tanzania y Senegal. Allí, durante su estancia, recorrió una y otra vez los mismos lugares en distintos momentos del día, llenó de apuntes y bocetos sus cuadernos y pintó numerosas tablillas al natural que, más tarde, de vuelta a su estudio, fue trasladando a otros soportes y formatos componiendo, en el tiempo, series temáticas.
Partiendo de este tránsito y articulando trabajo, genio, capacidad, destreza técnica con una investigación perseverante, su pintura se desvela alentada entre códigos de modernidad e influjos del mejor paisajismo histórico, adquiere nuevas connotaciones y se convierte en un medio de exploración visual física y conceptual.
Marisa Giménez Soler
Paisaje y cambio climático. La transformación de la mirada es una adaptación de la exposición No hay espacio, todo es tiempo. África en la memoria,[N1] producida por la Universitat de València, que tuvo lugar en el Centre Cultural La Nau de la Universitat de València, del 28 de mayo al 15 de septiembre de 2024.