Logo de la Universdad de Valencia Logo Instituto Interuniversitario López Piñero Logo del portal

Antonio Lecha Marzo y los orígenes de la policía científica

  • 31 enero de 2018
Antonio Lecha Marzo y los orígnes de la policía científica
Lecha Marzo en su cátedra de medicina legal Universidad de Granada

En 1907, Antonio Lecha Marzo, entonces un joven estudiando de medicina, publicó un trabajo en el cual resumía el estado de los "conocimientos sobre la policía judicial científica"; el cual fue prologado por Salvatore Ottolenghi, la principal figura italiana en esta materia.

Para Ottolenghi, la policía científica tenía que ser capaz de resguardar la sociedad "con leyes humanas basadas en el progreso científico" y trataba al delincuente como un ser humano "y no como una fiera". En otras palabras, la nueva policía científica tenía que reunir los saberes de la criminología moderna (el estudio del comportamiento criminal) y la criminalística (la obtención de pruebas de delito). También pensaba así el joven Lecha Marzo, que consideraba que las "ciencias modernas" habían conseguido transformar los conceptos de criminalidad, pena y hombre criminal. Y también reemplazar "los antiguos e imperfectos procedimientos de investigación judicial" por otros "más exactos, de base esencialmente científica". De esta manera, auguraba Lecha Marzo, "los personajes creados por la mente de Émile Gaboriau y Arthur Conan-Doyle tendrán existencia real". Mencionava así los dos detectives ficticios más famosos del momento: los inspectores Lecoq y Sherlock Holmes, respectivamente. Estas figuras literarias, junto con otras menos conocidas, como el Dr. Thorndyke d'Austin Freeman, fueron fuente de inspiración para la nueva policía científica.

Según Ian Burney, profesor de historia de la Universidad de Manchester, en las investigaciones de los detectives imaginarios de la novela policial se pueden observar muchos ingredientes de la nueva policía científica: la protección del lugar de los hechos para evitar la contaminación, la recogida detallada de objetos del escenario del crimen, incluidos aquellos más anodinos y triviales; y el análisis detallado, mediante técnicas basadas en la ciencia, de todos los indicios disponibles. Esta forma de investigar, defendida por autores como Edmond Locard y Hans Gross, estaba basada en el trabajo en equipo y en un sistema indiciario de pruebas que se impuso durante el siglo XX y que va ha llegado a la policía científica moderna.

1. Formes de dibuixar l’orella de diversos pintors segons Giovanni Morelli
Formas de dibujar la oreja de diversos pintores según Giovanni Morelli

Hace ya décadas, el historiador italiano Carlo Ginzburg definió esta aproximación como el "paradigma indiciario". En un audaz artículo, relacionó esta aproximación con el patrimonio cognitivo de los primeros cazadores-recolectores que tenían que prestar atención a las improntas y pistas dejadas por los animales. Según Ginzburg, la nueva forma de conocer a partir de minúsculos detalles, aparentemente irrelevantes, surgió no sólo en la nueva policía científica y en la literatura detectivesca, sino que también resulta posible rastrearla en la aproximación de historiadores del arte como Giovanni Morelli que empleaba pequeños disparos (dibujos del lóbulo de la oreja, forma de los dedos) para distinguir entre originales y falsificaciones de cuadros o para identificar el verdadero artista de una obra. Como las manchas o las figuras del polvo que fascinaban los primeros detectives científicos, los disparos elegidos por Morelli eran aparentemente irrelevantes. Ginzburg pensaba que estos tipos de aproximación podía haber influido también en la obra del joven Freud, por ejemplo, en su interés por aspectos aparentemente marginales del comportamiento, pero muy reveladores desde el punto de vista de la psicoanálisis. Y también estaba detrás del interés por las huellas dactilares, los disparos corporales característicos de la criminología y las investigaciones en la escena del crimen de la nueva policía científica. Todos ellos pretendían conocer mediante "indicios muchas veces infinitesimales" lo que pensaban que era una realidad más profunda ... imposible de aprehender mediante otros medios.

 

Imatges emprades per al “retrat parlat” dissenyat pel policia francès  Alphonse Bertillon per a la identificació de delinqüents. Biblioteca Peset Llorca, IHMC, Universitat de València.
Imágenes empleadas para el “retrato hablado” diseñado por el policía francés  Alphonse Bertillon para
la identificación de delincuentes.Biblioteca Peset Llorca, IHMC, Universitat de València.

Desde sus primeras colaboraciones en la cátedra de medicina legal de su tío en la Universidad de Valladolid, Antonio Lecha Marzo pudo seguir de primera mano todas estas transformaciones. Sus investigaciones sobre algunas de las formas más características de las nuevas pruebas indiciarias (huellas dactilares y manchas de sangre y semen) lo convirtieron también en protagonista destacado de los progresos de la medicina científica en España. Pudo realizar estos trabajos gracias al nuevo contexto para la investigación que propició la creación de la Junta de Ampliación de Estudios, de la que fue uno de los más destacados becarios a en el extranjero. Su muerte prematura el 1919 cortó bruscamente una brillante carrera que se caracterizó por el amplio interés en numerosos terrenos relacionados con la antropología criminal, la dactiloscopia, la antropometria y la detección de manchas de sangre y semen. También se interesó por los estudios sobre el origen de la vida de su tiempo y mantuvo una interesante correspondencia con el científico mexicano Alfonso L. Herrera alrededor de la plasmogenia.

El archivo personal de Lecha Marzo, que contiene otras muchas cartas de gran valor científico, ha sido recientemente donada por la família del médico forense a la biblioteca Vicent Peset Llorca del Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia "López Piñero". Gracias al trabajo del equipo de la biblioteca, bajo la dirección de José Enrique Ucedo, el legado se encuentra por primera vez completamente catalogado y disponible para futuras investigaciones. Para celebrar este hecho, se ha organizado una exposición, coordinada por Mabel Fuentes, con una selección de la documentación, que inauguró el 10 de enero de 2018 a las 18 horas al Palacio de Cerveró de la Universitat de València. La inauguración contó con la participación de la nieta del médico forense, Carmen de Meer Lecha Marzo, que es también autora de uno de los mejores trabajos bibliográficos sobre él. Se puede conocer así, con una gran cantidad de material bibliográfico, manuscritos y fotografías de la época, la obra de Lecha Marzo y los orígenes de la policía científica.

*****

Antonio Lecha Marzo nació en Porac, un pueblo de la isla de Luzon, en Filipinas, el 7 de febrero de 1888. Hijo de un teniente del ejército español, quedó huérfano y fue criado en la familia de su tío Lecha Martínez, profesor de medicina legal en la Facultad de Medicina de Valladolid. Bajo los consejos de su tío, empezó a estudiar medicina y a colaborar en trabajos de la cátedra de medicina legal. Fue en estos años cuando se interesó por muchos temas que desarrolló posteriormente: el análisis toxicológico, la detección de manchas de sangre y semen, la tanatología y los signos de muerte, y la identificación mediante las huellas dactilares. Muchos de sus trabajos más importantes se publicaron en estos años, entre ellos la modificación de la técnica para la detección de la sangre mediante el uso de sales de yodo. Cómo en otras técnicas de aquellos años, se basaba en el uso combinado del microscopio y reacciones de formación de cristales químicos. También trabajó en estos años en la mejora del método más famoso en este sentido: el test introducido por Ludwig Teichmann a mediados de siglo XIX. También en sus años de estudiante empleó los métodos de microquímica para resolver otros problemas de la medicina legal: la identificación de las manchas de esperma. Discutió la fiabilidad de los métodos basados en la formación de cristales de Barbeiro y, en publicaciones posteriores, estudió los ventajas de otros reactivos propuestos en la época o la posibilidad de una identificación individual, tema también recurrente tanto manchas de esperma como de sangre, por su importancia como prueba indiciaria en varios tipos de crímenes.

Mientras avanzaba en sus estudios de microquímica aplicada a la medicina legal, Lecha Marzo también se interesó por la nueva antropología criminal y, en particular, por la obra de Cesare Lombroso. Además de los trabajos aparecidos en 1906, Lecha Marzo realizó un estudio morfológico del cuerpo del anarquista Mateo Morral, autor del famoso atentado contra Alfonso XIII, cuando desfilaba en su carroza nupcial en Madrid. Los nuevos métodos de identificación surgidos en la época también eran de su interés: la reseña antropométrica y las huellas dactilares. A partir del 1907, mantuvo una fluida correspondencia con Juan Vucetich y Federico Olóriz, y realizó numerosas publicaciones para presentar sus métodos y defender el uso de la dactiloscopia en una gran variedad de actividades de la vida social, desde las prisiones hasta la policía científica, y también para actividades comerciales o bancarias. Era, como Olóriz, partidario de identificar toda la población mediante el uso universal de las huellas dactilares.

. Empremtes dactilars de Lecha Marzo preses per Juan Vucetich durant la seua visita a Madrid el 1913. Biblioteca Peset Llorca, IHMC, Universitat de València.
Huellas dactilares de Lecha Marzo tomadas por Juan Vucetich durante su visita a Madrid en 1913.
Biblioteca Peset Llorca, IHMC, Universitat de València.

Lecha Marzo finalizó sus estudios en 1910 con un premio extraordinario de licenciatura y en 1911 fue nombrado médico de sanidad militar. Gracias a una beca de la Junta de Ampliación de Estudios, Lecha Marzo pudo estudiar en el Instituto de Medicina Legal de Lieja, donde preparó nuevas publicaciones sobre identificación mediante huellas dactilares en colaboración con Henri Welsch (con quien publicó un manual de dactiloscopia) y mediante las huellas de las palmas de las manos, con Eugène Stockis. Este fue el tema central de su tesis doctoral que defendió en octubre de 1912.

Después de ser nombrado profesor auxiliar de medicina legal en la Facultad de Medicina de Madrid, empezó a trabajar con el catedrático de esta materia, Tomás Maeste, con el cual mantuvo una intensa colaboración en su laboratorio de medicina legal, y en las sesiones de la Sociedad Española de Biología, en la cual presentó varios trabajos, y, a partir del 1914, en el nuevo Instituto de Medicina Legal y Toxicología. También colaboró con el Instituto Criminológico e impartió cursos de dactiloscopia en la Escuela de Policía de Madrid, bajo la dirección del famoso inspector Ramón Méndez Alanis. Fue el anfitrión de Juan Vucetich, creador del sistema de huellas dactilares en Argentina, cuando visitó Madrid al final del 1913. El mayo de 1914, su carrera académica culminó con su nombramiento como profesor de medicina legal en Granada, que combinó con sus colaboraciones con Maestre en Madrid. Posteriormente, en el curso 1917-1918, se trasladó a la Facultad de medicina de Sevilla.

Lecha Marzo con 23 años, durante su estancia en Lieja.
Biblioteca Peset Llorca,IHMC, Universitat de València.

En los últimos años de su vida, Lecha Marzo continuó publicando sobre sus temas de juventud y fue requerido por la justicia para elaborar informes periciales sobre psiquiatría forense e identificación de cadáveres. Su caso más famoso fue la identificación de los restos de un esqueleto encontrado en una casa de la calle Cuesta de Rosario, en Sevilla. El juez sospechaba que podía pertenecer a un cobrador de una casa de comercio misteriosamente desaparecido en septiembre de 1877. Lecha Marzo aprovechó este caso para mostrar las posibilidades que ofrecía la medicina legal para presentar pruebas a los tribunales "aún 40 años después de realizado el crimen". También hizo contribuciones a la tanatología forense, en particular a los métodos para diagnosticar la muerte de manera segura. Según describe en su Tratado de autopsias, una de las obras que pueden ver en la exposición, Lecha Marzo propuso emplear "una hoja de papel de tornasol aplicado sobre el globo ocular, por debajo de los párpados". La hoja presentaba "la coloración azul en el sujeto vivo" (por ser un medio básico), mientras que "en el cadáver, no se observa cambio de coloración o se observa coloración roja" debido a la acidez. El ensayo pronto fue adoptado por muchos médicos forenses que comprobaron su eficacia y fiabilidad.

Carta de Alfonso L. Herrera. Biblioteca Peset Llorca, IHMC,
Universitat de València.

A partir del 1910, una vez finalizados los estudios de medicina, Lecha Marzo realizó trabajos sobre los estudios entorno al orígen de la vida y la química coloidal. Estos trabajos implicaban el uso de reactivos químicos y observaciones microscópicas, conectados, al menos desde el punto de vista de la metodología, con sus investigaciones de microquímica toxicológica y la detección de manchas de sangre y semen. Mantuvo correspondencia con varios autores sobre esta cuestión, en particular con Alfonso L. Herrera, quien empleó la expresión "plasmogenia" para referirse a estas investigaciones, e Israel Castellanos, editor del Boletín del laboratorio de plasmogenia de la Habana. En una de las cartas, que se conserva ahora a la biblioteca Vicent Peset Llorca, Herrera felicitaba a Lecha Marzo por el "mérito y oportunidad" de sus trabajos y lo invitaba a proseguirlos "con toda la pasión",  a pesar de las críticas y las dificultades.

 

Caricatura d’Antonio Lecha Marzo amb un gran conjunt de cartes sota el braç. Biblioteca Peset Llorca, IHMC, Universitat de València.
Caricatura de Antonio Lecha Marzo con un gran conjunto de cartas bajo
el brazo.Biblioteca Peset Llorca, IHMC, Universitat de València.

Sus investigaciones en este y otros terrenos se vieron pronto interrumpidas por la enfermedad. Después de un viaje a Barcelona en el verano de 1918, donde pensaba poder acceder a la cátedra de medicina legal, cayó enfermo durante algunos meses. Una vez recuperado reinició su trabajo como profesor, pidió una nueva beca a la Junta de Ampliación de Estudios, impartió conferencias de divulgación y empezó la publicación del primer fascículo de su Tratado de Medicina Legal y Toxicología a primeros del 1919. Todos estos proyectos se vieron frustrados por su muerte el 19 de mayo de 1919.

La exposición organizada por Mabel Fuentes, estudiante del máster en Historia de la Ciencia y Comunicación Científica, está organizada en secciones que presentan cuatro aspectos de la actividad de Lecha Marzo: la realización de autopsias con finalidades médicas legales; la correspondencia con una gran cantidad de personajes relevantes de su época, incluidas varias cartas postales con sus preparaciones microquímicas su relación con los estudios de criminología de la época, con obras de Cesare Lombroso y Adolphe Bertillon; y su participación como perito en la resolución del crimen de la calle Cuesta de Rosario de Sevilla, el caso más famoso en el cual participó. Todos los libros, el manuscritos y los objetos proceden de la biblioteca Vicent Peset Llorca y de la colección cientificomédica de la Universitat de València, del Museo del Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia "López Piñero"

 

 

 

 

José Ramón Bertomeu Sánchez

Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia “López Piñero”

 

Guías de la exposición:

Guía en castellano   Guia castellà

Guía en valenciano  Guia valencià