María Dolores Pitarch Garrido
Los procesos de innovación se encuentran en la base de la evolución humana, tanto en lo individual como en lo colectivo. Se entiende por innovación cualquier elemento novedoso que suponga cambio. Las innovaciones más conocidas que han generado grandes transformaciones en la historia de la humanidad son las tecnológicas. Desde la rueda a la nanotecnología pasando por la máquina de vapor, la electricidad o el motor de combustión, todos estos inventos han cambiado nuestra vida radicalmente en términos de salud, confortabilidad y comunicación. Menos visibles que las innovaciones tecnológicas, pero no menos importantes, son las innovaciones sociales. En efecto, en paralelo al primer tipo de innovaciones, y en parte como consecuencia, pero también como causa de las mismas, se han producido a lo largo del tiempo cambios en las formas de vida, en los comportamientos individuales y sociales, en la forma de relación entre las personas y en su capacidad e interés por absorber información y generar formas de expresión que nos definen, es decir, que delimitan lo que llamamos cultura. Esas innovaciones también han supuesto a lo largo de la historia novedades, pero no han sido tan evidentes y no todas tan transformadoras o disruptivas como algunas innovaciones tecnológicas. Sin embargo, su calado ha sido, con el tiempo, mucho más profundo y su impacto sobre la calidad de vida de las personas mucho más intenso, entre otras razones porque, en ocasiones, se encuentran en la base de procesos de creación de novedades técnicas de gran calado. ¿Habrían existido inventos como el teléfono móvil, el marcapasos o la fibra óptica sin la generalización de la educación, sin la seguridad social, sin los sindicatos o sin el salario mínimo?
