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Día Mundial del ADN

  • 25 abril de 2018
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"Solo así sería posible obtener una estructura lo bastante regular como para ajustarse a las pautas de difracción cristalina observadas por Maurice Wilkins y Rosalind Franklin. Era verdad que aún teníamos que ocuparnos de la secuencia irregular de las bases que se encontraban en la parte exterior, pero esa dificultad quizá desapareciera cuando localizásemos la disposición interna adecuada…Hicimos una llamada rápida a Maurice. Francis explicó que la teoría de la difracción helicoidal permitía examinar a toda velocidad los posibles modelos de ADN, y que acabábamos de fabricar una criatura que tal vez fuera la respuesta que todos aguardábamos. [...]

A última hora de una noche de junio, volví para apagar el tubo de rayos X y revelar la fotografía de una nueva muestra de virus del mosaico del tabaco. Tenía una inclinación de 25 grados, de forma que, con suerte, quizá podría encontrar las reflexiones helicoidales. En cuanto coloqué el negativo, aún húmedo, sobre el panel luminoso, supe que lo habíamos logrado. Las señales que revelaban una hélice eran inconfundibles".

En este relato autobiográfico sobre el descubrimiento de la estructura del ADN, Watson explica de qué manera él y Crick consiguieron descubrirla, pero sobre todo hace evidente cómo los grandes hitos científicos no son actos individuales, sino productos colectivos. La historia de la ciencia es un camino lleno de aportaciones colectivas que hay que recuperar para no permitir que queden relegadas al olvido.

Las primeras aportaciones al descubrimiento del ADN llegaron de la mano de Friedrich Miescher, biólogo suizo que vivió entre 1844 y 1895. En el año 1869, 75 antes que Watson y Crick encontraran la estructura, Miescher consiguió aislar la molécula del ADN. Lo logró con la separación de la membrana celular y el citoplasma de la célula exponiendo a fuerzas centrífugas vendas con restos de pus y muestras de esperma de salmón.

 

En 1952 Franklin consiguió la conocida “Foto 51”, la imagen más clara de la estructura del ADN que se había conseguido hasta la fecha

 

Rosalind Franklin
Rosalind Franklin

Más tarde, Richard Altmann identificó que la sustancia del núcleo que Miescher aisló era una sustancia ácida y que solo se encontraba en los cromosomas. Por su parte, Feulgen descubrió una reacción de coloración del ácido desoxirribonucleico (ADN) al ser tratado en un medio ácido por el reactivo Schiff, una fucsina descolorida. Con este método se descubrió que había ADN en todas las células eucariotas, específicamente en los cromosomas.

En 1928, Frederick Griffith, mientras estudiaba las diferencias entre dos troncos de la bacteria Streptococcus peumoniae, se dio cuenta de que la cepa S (lisa) causaba la enfermedad mientras que la rugosa (R) no lo hacía. Después, inyectó la cepa S muerta a ratones y no la contraían, mientras que al combinar la cepa S muerta y la R estos sí la desarrollaban. Griffith pudo transformar una cepa no patogénica en una patogénica y postuló que había un factor de transformación como responsable de este fenómeno. Una década más tarde, Oswald Avery continuó la estela del experimento de Griffith: destruyó lípidos, RNA y proteínas de la neumonía, y las cepas continuaron transformándose. Solo paró cuando destruyó el ADN. Por lo tanto, Avery encontró la base de la herencia genética.

En 1929, Aaron Theodore Levene identificó los componentes que forman una molécula de ADN y mostró que estos se encuentran vinculados en el orden fosfato-azúcar-base. Además, sugirió que la molécula del ADN consistía en una cadena de unidades de nucleótidos. Años después, fueron Torbjorn Caspersson i Einar Hammersten los que demostraron que el ADN es un polímero.

En el año 1950 Rosalind Franklin conoció a Maurice Wilkins, un joven investigador que había estado trabajando en la obtención de imágenes del ADN. No obstante, no pudo encontrar una imagen clara de su estructura hasta que comenzó a  trabajar con Franklin. Así, en 1952 Franklin consiguió la conocida Foto 51, la imagen más clara de la estructura del ADN que se había conseguido hasta la fecha. La pudo descubrir utilizando el difractómetro de rayos X, una técnica innovadora en aquel momento.

Un año después, el biólogo norteamericano James Watson y el físico británico Francis Crick propusieron la estructura definitiva del ADN. Realmente, Watson y Crick no realizaron ningún experimento innovador, sino que recolectaron toda la información anterior, sobre todo apoyándose en el modelo de Franklin, y diseñaron el modelo definitivo. Este hecho les haría ser galardonados, en 1962, con el premio Nobel de Medicina, un reconocimiento que nunca pudo disfrutar Franklin pese a su valiosa aportación a esta investigación colectiva que se ha convertido en una de las más icónicas de la historia reciente de la ciencia.