El impacto del “nuevo orden” franquista sobre la educación se manifiesta, durante los años cuarenta y parte de los cincuenta, a través de un rechazo absoluto a la pedagogía moderna y por un freno extraordinario al interés mostrado por la República en ofrecer las mejores oportunidades educativas. Son aspectos destacables en ese período: la influencia de la Iglesia en la política, la centralidad de lo religioso en la enseñanza, la debilidad de la acción pública en la promoción escolar, y la instrumentalización de la escuela como adoctrinamiento ideológico.
El magisterio, entre el sacerdocio y la militancia, queda orientado como animador de una obra religioso-patriótica comprometida con la inquebrantable adhesión al Régimen desde el “frente pedagógico”.