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Categoría "Ciencia y ley"
El papel de los peritajes psiquiátricos en la patologización del crimen en la Restauración.
El 18 de abril de 1886, Domingo de Ramos, Narciso Martínez Izquierdo, obispo de la recién creada diócesis de Madrid-Alcalá, fue tiroteado a su llegada a la Catedral de San Isidro ante los fieles y clérigos que esperaban en el pórtico. Un individuo se abrió paso entre la multitud y le disparó varias veces, siendo detenido inmediatamente. Al día siguiente el prelado falleció a consecuencia de las heridas de bala. La conmoción del suceso aumentó cuando se supo que el asesino era un sacerdote, Cayetano Galeote Cotilla.
La prensa se volcó en el caso informando de los detalles que se iban conociendo. La conducta y el carácter de Galeote fueron el centro de atención. Había sospechas de un comportamiento inadecuado en un destino anterior en Puerto Rico. También se supo que convivía con un ama de llaves, Tránsito Durdal, con la que compartía lecho y que fue entrevistada por Benito Pérez Galdós. Además, días antes del asesinato, Galeote entregó en la redacción del diario republicano El Progreso un paquete de cartas que había enviado a diversos superiores en un tono amenazante, entre ellos al obispo, a quien hacía responsable de la mancillación de su honor. Tras el crimen, el director del periódico entregó las cartas en el juzgado al tiempo que las publicaba. Por ellas se supo que el origen del crimen estaba en las desavenencias de Galeote con el rector de la Capilla del Cristo de la Salud, el padre Vizcaíno. El sacerdote consideraba que el rector le desairaba y, tras una fuerte discusión, este le prohibió cantar misa en la capilla. Ante el incumplimiento de su orden, la Junta Rectora de la Capilla le destituyó, lo que llevó al sacerdote a solicitar con insistencia al obispo su restitución en el cargo por considerar que su honra estaba en entredicho.
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