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Entre verins. Crims i càstigs des de l'edat mitjana fins al present Carmel Ferragud Domingo y José Ramón Bertomeu Sánchez Traducción de María Ferragud Edicions Bromera 2023

  • 13 diciembre de 2024
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El 23 de octubre, se presentó en Octubre Centre de Cultura Contemporània, de Valencia, el libro Entre verins. Crims i càstigs des de l'edat mitjana fins al present, obra de dos profesores de Historia de la Ciencia de la Universitat de València y miembros del Instituto Interuniversitario López Piñero, Carmel Ferragud, especializado en historia de la medicina medieval, y José Ramón Bertomeu, experto en la historia de los venenos y las sustancias tóxicas. El libro fue finalista del Premio Europeo de Divulgación Científica Estudi General 2023, y en él se relatan seis casos de envenenamiento ocurridos desde la Edad Media hasta la actualidad.

El acto fue moderado por Reis Juan, periodista especializada en divulgación científica, que empezó preguntando si se podía definir lo que era un veneno, y la respuesta de Bertomeu fue un contundente «no». Juan mencionó la famosa frase del médico y químico suizo del siglo XVI, Paracelso, la dosis hace el veneno, y ambos profesores tuvieron que aclarar que la frase estaba sacada de contexto y, además, que Paracelso no la dijo en latín, como muchas veces se cita (sola dosis facit venenum) ya que era defensor de las lenguas vernáculas. Ferragud apuntó que esa frase la usa la industria química para justificar el uso (y abuso) de productos químicos.

[La frase exacta original de Paracelso, en alemán, fue: Was ist das nit Gifft ist? alle ding sind Gifft, und nichts ohn Gifft, allein die Dosis macht, das ein ding Gifft ist. (¿Qué es el veneno? Todas las cosas son veneno, y nada es veneno, sólo la dosis hace que una cosa sea venenosa.)]

El concepto de sustancia tóxica ha cambiado con los siglos, y no sabemos exactamente la composición de algunos venenos que aparecen en las crónicas históricas, ya que no daban dosis que pudiéramos comparar con las actuales ni composición exacta.

No pudo faltar la mención a la relación entre venenos y mujeres. La imagen de la mujer envenenadora es una clásico que se repite en la literatura, el teatro y el cine pero, como aclaró Bertomeu, las estadísticas desmienten esa imagen puesto que, en el siglo XIX, solo el 3% de los asesinatos fue por envenenamiento, y en el siglo XX, menos del 1%, y de todos ellos, la mayoría fueron cometidos por hombres.

A pesar del pequeño porcentaje de asesinatos por envenenamiento cometidos por mujeres, estos tuvieron una gran repercusión al ser muy publicitados en la prensa de la época, como lo fue el caso de Pilar Prades, la envenenadora de Valencia que, en 1959, fue la última mujer ejecutada en España. Por contra, tuvieron poca o nula repercusión los envenenamientos masivos laborales o industriales, sobre todo en el siglo XIX con la Revolución Industrial, causados por el plomo o el amianto, crímenes que fueron verdaderamente perfectos ya que los síntomas aparecían muy tardíamente y no se conectaban con el origen del envenenamiento.

En el proceso de investigación para escribir el libro, que se lee como si fuera una novela de intriga detectivesca, los autores han usado fuentes originales de los procesos judiciales contra los acusados, a pesar de que, en ocasiones, la documentación es fragmentaria, lo que hacía que, a veces, se quedaran sin saber si, al final, condenaban a la persona acusada o no.

En los casos de envenenamiento, los jueces medievales recurrían a la ayuda experta de peritos forenses (algo que ya se hacía en el mundo romano). El médico (o «físico», como se les llamaba entonces) interpretaba los síntomas y los boticarios actuaban de testigos, declarando si la persona acusada les había comprado venenos. En los interrogatorios de los acusados, no había reparos en torturarlos para arrancarles una confesión (salvo si se trataba de una mujer embarazada, para lo que se consultaba a una comadre que determinaba el embarazo), ya que la tortura estaba regida por las normas del derecho.

El médico valenciano Jaume Roig es un ejemplo de la relación entre medicina y justicia, ya que aparece en todo tipo de informes periciales del siglo XV, época en la que los médicos tenían una enorme influencia. Otro ejemplo de esa estrecha relación es el hecho de que las primeras disecciones en la Edad Media, realizadas en Bolonia, no lo fueron por motivos anatómicos sino forenses.

En el siglo XIX, aparecen nuevas técnicas de análisis químico, como el de James Marsh, un químico británico, colaborador de Michael Faraday, que desarrolló en 1830 una técnica que permitía detectar cantidades minúsculas de arsénico, el veneno por antonomasia, en cadáveres que llevaran hasta 10 años enterrados. Pero en el cuerpo humano hay arsénico de modo natural, y la alta sensibilidad del método de Marsh hizo que se detectara ese arsénico natural y que se lo atribuyera a envenenamiento, lo que hizo que se condenara a personas inocentes, lo que muestra que los avances de la ciencia no siempre facilitaban el trabajo judicial.

A la pregunta de si, hoy en día, podría haber intoxicaciones masivas como las del plomo o el amianto, Bertomeu señaló que, actualmente, hay más productos químicos que nunca, y que el programa de la ONU para el control de sustancias tóxicas había concluido que hacía falta mucha más regulación y control. En la actualidad, se mantiene la incertidumbre sobre la relación entre enfermedades y sustancias tóxicas y debería aplicarse siempre el principio de precaución.

Para saber más:

https://sabersenaccio.iec.cat/es/el-genero-de-los-envenenamientos/

https://sabersenaccio.iec.cat/es/sentido-y-sensibilidad-en-los-tribunales/

 

Jonathan Bustos Estudiante de prácticas extracurriculares en el IILP