
El verano es una época especial para cualquier persona, ya sea por la llegada del calor, el alargamiento de los días o bien por el ansiado mes de vacaciones que cualquiera aprovecha para dedicar algo más de tiempo a los suyos. Es un tiempo en el que las localidades celebran fiestas patronales dedicadas a algún santo como Santiago, Santa Ana, San Joaquín, San Lorenzo, la Virgen del Carmen, San Roque o San Agustín. En ellas, los inmigrantes urbanos regresan a sus localidades de origen, donde si no nacieron ellos, sí lo hicieron sus padres, abuelos y demás ascendientes.
Entre las celebraciones más relevantes del verano destaca la noche de San Juan. Esta festividad se celebra en casi toda España y en muchos lugares del continente europeo. Se trata de la noche más corta del año ya que nos encontramos tan solo dos días después del solsticio de verano en el hemisferio norte. De hecho, a pesar de esa pequeña diferencia, es en la noche del 23 al 24 de junio, cuando celebramos ese solsticio, que marca la llegada del verano y supone la noche más corta del año hasta el siguiente verano. Hay muchas maneras de pasar esa noche, pero antes de adentrarnos en la celebración, veamos un poco sus orígenes.
La noche de San Juan tiene un fuerte arraigo en la tradición europea debido a múltiples factores. Se trata, principalmente, de una festividad prerromana que fue adaptada por la iglesia en su calendario festivo, lo que se suele denominar sincretismo. Según la tradición cristiana, San Juan Bautista, primo de Jesús y quien lo bautizó, nació seis meses antes que él (24 de diciembre). El padre de Juan Bautista, Zacarías, encendió una hoguera la noche de su nacimiento para celebrarlo, de ahí que se enciendan troncos en muchos lugares donde tiene lugar esta festividad.
Sin embargo, parece ser que esta costumbre tiene una cronología anterior puesto que ya antes de los romanos y, posiblemente, desde la prehistoria, se venían realizando estos fuegos para conmemorar la entrada del verano y adorar al sol. Con esos fuegos, se pretendía dar más fuerza al sol, a la vez que honrarlo, que se convertía en el protagonista principal de los días en detrimento de la noche -la más corta del año- y permitía que las gentes tuvieran un mejor clima y más tiempo para sus menesteres. También se dice que el fuego marcaba el final de las cosechas y este preparaba la tierra para el nuevo cultivo.
Sea como fuere, la llegada del verano es una excusa más que suficiente para reunirse con familiares y amigos, ya sea alrededor de una mesa o de una hoguera y es lo que se hace en la mayoría de las poblaciones españolas. Entre estas celebraciones destacan las Hogueras de San Juan de Alicante, donde grandes monumentos similares a las Fallas de Valencia decoran las calles y plazas acompañados de música, pólvora, verbenas y muchas ganas de pasarlo bien. En Valencia, solemos ir a la playa de la Malvarrosa, cargados con troncos, cartón y papeles para prender nuestras hogueras y cenar alrededor de la lumbre.
Tras la cena y algún refrigerio, saltamos la hoguera para purificarnos de cara al nuevo periodo estival. Algunos la saltan siete veces, se supone que por los seis meses restantes del año y lo que queda del de junio, para que les vaya bien. Otros hacen lo mismo, pero saltando en el mar en siete o nueve ocasiones para eliminar energías negativas y tener buena salud. De cualquier modo, saltar la hoguera y las olas es lo que cada persona que acude a la Malvarrosa suele hacer en esta noche tan especial.
Si estás en Valencia y vas a la playa a celebrar esta noche mágica, recuerda recoger toda la basura que generes, no perder de vista tus pertenencias y no pasarte con el alcohol ya que es una de las noches en las que más trabajan en la sección de quemados de los hospitales.
Y solo me queda añadir…
¡Disfruta de San Juan y buen verano!