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Economía y tecnología

El objeto de estudio de esta cátedra institucional es el conjunto de prácticas económicas y sociales que engloba el fenómeno de la economía colaborativa y la economía de las plataformas virtuales.

La economía colaborativa (sharing economy) es un conjunto de prácticas económicas consistentes en compartir bienes que se encuentran infrautilizados con el fin de que un tercero que los necesita pueda darles utilidad. El modo de articularse puede revestir diversas formas, aunque las más extendidas son el arrendamiento o alquiler y el préstamo gratuito de los mismos. En un sentido estricto, quedarían extramuros de este término la compraventa de bienes de segunda mano (marketplace) e, incluso, la prestación de servicios (crowdworking) como es el caso de los servicios de transporte, reparto, reparaciones, cuidado de mascotas, impartición de clases particulares, etc. No obstante, en esta Cátedra se analizarán también ambos conceptos englobando en sus investigaciones todo aquello que esté relacionado con las plataformas digitales y la transformación digital.

Esta diversidad de prácticas se encuentra estrechamente vinculada a las plataformas virtuales y las aplicaciones móviles que sirven de base para su desarrollo. Tanto la economía colaborativa como otras prestaciones han encontrado en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación la lanzadera óptima. A través de estas aplicaciones se pone en contacto a una amplia red de demandantes y ofertantes otorgándoles canales y mecanismos de información e intercambio eficaces y eficientes. De este modo, y salvando las diferencias evidentes entre cada una de las prácticas económicas, el mercado se amplía dando cabida a una multitud de personas que están dispuestos a alquilar, vender o prestar servicios, en concurrencia con los tradicionales canales de distribución que generalmente establecen empresarios y profesionales.

Sin duda la economía de las plataformas Digitales ha generado nuevas oportunidades para garantizar la sostenibilidad económica y medioambiental, pero el protagonismo que ha adquirido en la última década se debe a las amenazas producidas por su capacidad para potenciar la precariedad laboral, el conflicto político en torno a la regulación pública de ciertos sectores económicos o conflictos sociales y económicos, sobre todo en entornos urbanos, debido a su expansión desordenada y descontrolada. Además, el papel que juegan las plataformas ha puesto en tela de juicio la naturaleza de la economía colaborativa, pues, aunque las partes que intervienen en la relación de intercambio pueden caracterizarse por el ánimo de lucro, además, de normal, este ánimo de lucro siempre se encuentra en las empresas que se están detrás de las aplicaciones informáticas que promueven y facilitan dichas relaciones.

Resultan paradigmáticos, sin ánimo de ser exhaustivos, las siguientes controversias sociales: los conflictos laborales surgidos en torno a los servicios de reparto a domicilio realizados, generalmente, mediante motos y bicicletas en entornos urbanos (propios de plataformas como Deliveroo o Glovo); los conflictos laborales y administrativos relacionados con el sector del transporte de pasajeros (Uber o Cabify); las cuestiones que suscitan respecto del derecho a la intimidad o, incluso, del derecho a la promoción profesional los sistemas de reputación on-line empleados por estas plataformas; los problemas de gentrificación y de acceso a la vivienda relacionados con los alquileres turísticos (Airbnb); o, los retos que plantean a la regulación de la movilidad las nuevas formas de alquiler de vehículos, motorizados o no, en las ciudades (carsharing).

Estos debates deben afrontarse sin perder de vista la diversidad de prácticas que se identifican con la economía de las plataformas digitales y sin eludir la necesidad de diferenciar de forma nítida sus distintas vertientes y problemáticas.

En este sentido, pueden identificarse multitud de plataformas con diversidad de finalidades y, por ende, con necesidades de estudio diferentes. Desde aquellas dirigidas a compartir y/o alquilar bienes como automóviles, espacios de trabajo, inmuebles destinados al turismo, etc. hasta las dedicadas a ofrecer servicios de transporte urbano, reparto a domicilio o realización de tareas domésticas, pasando por aplicaciones y plataformas que ofrecen la posibilidad de comprar y vender bienes de segunda mano.

Por supuesto, la expansión de este fenómeno social, económico y político no puede entenderse sin prestar atención a la rápida expansión y evolución de las tecnologías de la información y la comunicación que permiten canales eficientes de interacción e intercambio, facilitando además  una mercantilización más pronunciada y acelerada de muchas facetas de la vida. Todo ello tiene por objeto analizarse en esta Cátedra.