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J. Àngel Cano Mateu: "Si Joan Fuster reviviera, continuaría cansado porque estamos repitiendo errores anteriores"

6 de abril de 2022

Se cumplen cien años del nacimiento de Joan Fuster. ¿Qué pensaría de nuestra sociedad actual?

Continuaría cansado, porque estamos repitiendo errores anteriores y, desde el punto de vista político, quizás no diría nada directamente. Ahora bien, del ámbito cultural, creo que se sentiría bastante satisfecho. Por ejemplo, en el mundo de la música, hay varios grupos que han viajado por el mundo cantante en catalán. Él, que en su momento patrocinó Raimon y otros cantautores, creo que estaría muy contento de ver que, a pesar de los organismos oficiales, la lengua está viva y traspasa fronteras. También en la literatura: la literatura catalana está, digan lo que digan, en forma, y no solo en los centros educativos.

¿Qué significa Fuster para la literatura catalana? ¿Y a escala europea?

Encuentro que, junto con Josep Pla, son los dos máximos representantes del ensayo catalán. De hecho, creo que es Gonçal López-Pampló –quizás me equivoco– quien dice que, mientras que Josep Pla se basa en los hechos, Joan Fuster lo hace en las ideas; opina, reflexiona y hace pensar el lector. Para mí, Fuster es uno de los puntales de la literatura catalana y uno de los mejores intelectuales que ha dado Europa.

Pero ¿qué lo hace destacar?

En primer lugar, que escribía mucho, muy bien: su prosa y su estilo son fácilmente detectables. Después, que hacía reflexionar; trataba todos los temas desde un punto de vista crítico y provocativo. Por ejemplo, en Diccionari per a ociosos, a partir de una palabra aparentemente banal como es “silla” te construye toda una reflexión. Igualmente, en un momento determinado en que la sociedad valenciana está dormida, Fuster le coloca un espejo en forma de Nosaltres, els valencians y otros escritos, y la hace reflexionar sobre qué es el País Valencià y qué son los Països Catalans, en los que actúa como un auténtico vertebrador.

¿Considera que hoy en día continúa siendo un referente?

Sin duda. Por suerte, Diccionari per a ociosos es, desde hace unos años, lectura obligatoria del bachillerato y de la selectividad. Encuentro que es uno de los aciertos del sistema educativo: Fuster se tiene que estudiar –o se tendría que estudiar– sí o sí. Muchas veces, en los institutos solo se proponen como lecturas novelas; a veces, poemarios o conjuntos de poemas y piezas teatrales, pero poquísimo ensayo. La literatura es mucho más que novela, está claro. En mi caso, por ejemplo, cuando yo era estudiante, nadie me explicó Fuster en el instituto; nadie me enseñó a leer sus ensayos –ni el ensayo en general– hasta llegar a la universidad. ¿Cómo se hace Fuster más accesible a los jóvenes? Como cualquier otra materia: con voluntad. Creo que no es una lucha perdida, pero encuentro que se tendrían que potenciar mucho más las figuras de nuestra literatura –y cuando digo nuestra literatura, me refiero también a los autores de Cataluña, de las Islas Baleares, de la Cataluña del Norte. Ahora bien, si el sistema educativo va quitando la capacidad de enseñar y aprender a pensar, personalidades como Fuster perderán espacio.

En cuanto a los partidos políticos valencianos –y también a los llamados valencianistas–, en cambio, creo que cada vez hay menos Fuster. Muchos partidos lo reivindican, sobre todo este año, que es el Año Fuster, pero ¿quién aplica sus postulados o quién piensa el país a su manera? Y todavía nos acusarán de esencialistas.

¿Qué obras recomendaría los jóvenes para iniciarse en Fuster?

Tengo que decir que “descubrí” a Joan Fuster gracias a una canción –“Fuster 82-02”– de Obrint Pas; una versión musicada del discurso que hizo en Castelló de la Plana en 1982, en recuerdo de las Normas de Castelló. Sin embargo, recomiendo empezar por Diccionari per a ociosos, tengas la edad que tengas, porque siempre se puede encontrar algo interesante. Otra recomendación serían los aforismos, los Consejos, proverbios e insolencias –yo los aprendí a leer gracias a Carme Gregori, profesora de esta casa–, porque lejos de parecer la típica frase de Instagram o de Twitter, son cápsulas intelectuales que hacen reflexionar y que van trazando toda una cosmovisión. Si después la gente quiere descubrir el Fuster más político, sin duda, Nosaltres, els valencians. Pero, para mí, primero, el Fuster más humanístico; a partir de este punto, te puedes ir adentrando en su obra.

¿Qué es más interesante, su vertiente política o humanística?

Para mí, el humanístico. En mi opinión, el Fuster político está sobreexplotado –para bien y para mal–; de hecho, él mismo reivindicaba el ensayo de cariz humanístico, un poco a la sombra del ensayo político o cívico. Es en este ensayo donde explica, por ejemplo, que lo que coloca de un porro no es la sustancia en sí, sino la saliva que comparten unos con otros; es su visión de estas “cotidianidades” lo que me genera interés.

A Fuster se le ha catalogado de todo. ¿También es un periodista?

En mi investigación, rechazo la idea de ponerle el hashtag de periodista a Fuster. Él mismo diferenciaba entre ser escritor y ser periodista; Fuster simplemente utiliza la plataforma del periódico para escribir, para ganarse la vida con su profesión. Por lo tanto, no lo definiría como periodista, sino como un ensayista que utiliza los medios de comunicación para poder vivir o sobrevivir. Para él, el artículo no deja de ser ensayo y, pues, literatura.

¿Cómo sobrevivieron las obras de Fuster al periodo franquista?

Creo que aquí juega un papel fundamental, casi de “escudo”, la obra El País Valenciano, publicada el 1962: una guía de viajes que la editorial Destino le encarga en Fuster como intelectual conocedor del país y del territorio. José Ombuena, director de Las Provincias en aquel momento, se sintió atacado porque no se lo habían encargado a él. Recordemos que aquel mismo año se publica esta guía de viajes y Nosaltres, els valencianos –además de Poetes, moriscos i capellans Qüestió de noms. Y el libro perseguido es, paradójicamente, El País Valenciano; todo porque desde la prensa valenciana de la época se puso en marcha una dura campaña mediática contra él. Esto, sin embargo, en cierto modo hace desviar el foco de Nosaltres, els valencianos, la obra realmente reivindicativa o “política”, que, además, está escrita en catalán. Así, pasa desapercibida hasta la tercera edición. Fuster, en una entrevista, decía que con esto se demostraba que los censores no sabían leer en catalán porque, de lo contrario, lo habrían censurado. Aun así, podríamos decir que, quizás por la “apertura” del régimen, no son muchos –aunque hay, y remarcables, por supuesto– episodios de censura gubernamental a Fuster; otra cosa es la censura de las revistas o la autocensura, pero esto es otro tema.

¿Cómo vivió Fuster la Transición?

Fuster nunca se había hecho ilusiones sobre el cambio del sistema. Sí que es cierto que en 1977 se emociona por la multitudinaria manifestación por el 9 d’Octubre en València. A pesar de todo, a medida que se pacta la Constitución española y se “pierde” el estatuto de autonomía, su ilusión mengua. Para Fuster, pactar es perder y en el estatuto de autonomía valenciano se aprobaron puntos contrarios (lengua, símbolos, nombre del territorio, etc.) a todo lo que había defendido a lo largo de su vida. Cada vez vemos un Fuster más cansado; a esto hay que sumar que la figura del intelectual va perdiendo relevancia en todo Europa. Hasta que un día, Fuster decide “morirse” y abandona las apariciones públicas; pasa de unas chispas de ilusión inicial al desencanto final. También es cierto que es el momento que entra a trabajar como profesor en la Universitat de València y, por primera vez, tiene un sueldo fijo.

¿Tenía mala imagen de todos los políticos?

Fuster tenía para todos; los escritos de Notes d’un desficiós son deliciosos: en los años de la Transición reparte clatellades a derecha y a izquierda. En la revista Serra d’Or, por ejemplo, habla de una “clase política” porque “todos son unos y los mismos”. Es muy crítico con la política valenciana y con la derecha. Pero, sobre todo –siempre desde una postura de izquierda–, es muy crítico con la izquierda valenciana, porque ha dejado de ser izquierda y porque ha dejado de ser “valenciana”.

Fuster decía que no tenía “ni puta idea” de qué era el ‘fusterianismo’. ¿Cómo lo definiría?

Para mí, el ‘fusterianismo’ es una actitud crítica ante la realidad, de los hechos, es decir, preguntárnoslo absolutamente todo, ser críticos con todo; no dar por bueno el ‘meninfotisme’ imperante, sino tener una actitud crítica y constructiva. Desde el punto de vista político, la gente empezó a asimilar el catalanismo en el País Valencià con Fuster; en este sentido, y a pesar de su opinión, ‘fusterianisme’ también equivaldría a catalanismo, un valencianismo basado en una idea o proyecto de Països Catalans, por los vínculos de lengua, cultura e historia. De una manera muy resumida.

Cuando escribió ‘Nosaltres, els valencians’, ¿a quiénes iba dirigido este libro?

Primero, se tiene que decir que esta obra no es ningún manual de política ni de historia; es un ensayo y, como tal, lo que busca es hacer reflexionar. Fuster, ya nos lo advierte, lo hace desde la pasión que tiene hacia su pueblo. El objetivo del libro, el target, era la que más adelante Juli Capilla y Antoni Furió han etiquetado como la “generación valenciana de los sesenta” (Lluís Vicent Aracil, Alfons Cucó, Joan Francesc Mira, etc.): el libro estaba dirigido a los jóvenes valencianos que tenían ganas e ilusión de cambiar el statu quo. Fuster se convirtió en un maestro, un “guía espiritual”. El problema es que mucha gente se ha tomado la obra como si fuera una biblia, tanto para defenderla acérrimamente como para criticarla sin paliativos, y Fuster no quería esto; Fuster quería que el lector pensara.

 

Lecturas:

L’assaig segons Joan Fuster: L’article literari com a modalitat del gènerehttps://raco.cat/index.php/452F/article/view/327653/0

Teodor Llorente, cinquanta anys després: una polèmica entre Joan Fuster i Josep M. Bayarrihttps://ojs.uv.es/index.php/scripta/article/view/15987

 

 

ISMAEL CIRUJEDA SERRA 

Alumno 2º de Periodismo

 

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