Qué bonito que una persona marque tu vida hasta el punto de querer dedicarte a lo mismo. Más allá de mi devoción por el inglés desde que tengo uso de razón, no fue hasta que conocí a mi profesora de primero de ESO cuando tuve claro cuál era mi camino, mi destino. Qué bonito cuando, aun teniéndolo todo en contra (opiniones de familia y amistades, tiempo y distancia), la convicción propia y el amor por un plan de estudios vence a todo lo demás. Qué bonito, una vez dentro, descubrir que todo es aún mejor de lo que alguna vez habías imaginado. Irse a dormir y pensar lo afortunada que eres por poder estar aquí, en una universidad que, más allá de saberes y conocimientos teóricos, está repleta de oportunidades como el Centre d’Autoaprenentatge de Llengües o el programa Erasmus, que no solo te ayudan a mejorar y perfeccionar aspectos lingüísticos, sino que te acercan y adentran al corazón de este grado. Pero ¿sabéis qué es lo más bonito de todo? Que un desconocido se ofrezca desinteresadamente a darte la mano y ayudarte, en tu primer año, a recorrer los pasillos y enfrentarte a esta aventura que es la vida universitaria. Visto desde fuera el cambio asusta un poco, pero con la ayuda de un mentor, todo es mejor. Bienvenidas y bienvenidos a la Facultat de Filologia, Traducció i Comunicació. Bienvenidas y bienvenidos a Universitat de València.