La traducción técnica y científica del francés al español en España durante el siglo XIX es una actividad de naturaleza social (i.e. con repercusiones para el conjunto de la sociedad) y no solo textual. El saber técnico, el científico, el histórico, el filosófico, etc. se ofertan en el país porque se juzgan necesarios para su desarrollo, permitiendo o, al menos, favoreciendo la modernización en actividades, entre otras, científicas, industriales, agrícolas e institucionales.
El campo de la educación en España, también de naturaleza social, es especialmente revelador de la demanda de traducciones de este ámbito: muchos textos didácticos traducidos provienen de Francia, país que desde el principio de siglo fue objeto de cambios notables desde el punto de vista tanto de la organización de la enseñanza como de su contenido.