El International Center for Academic Integrity (ICAI), fundado para combatir el engaño, el plagio y la deshonestidad académica en el marco de la educación superior define la integridad académica como “el compromiso personal e institucional con seis valores fundamentales y los principios que emanan de esos valores: honestidad, confianza, justicia, respeto, responsabilidad y coraje” (ICAI, 2014)
- Honestidad.
Las comunidades académicas de integridad promueven la búsqueda de la verdad y el conocimiento a través de la honestidad intelectual y personal en el aprendizaje, la enseñanza, la investigación y el servicio.
- Confianza.
Las comunidades académicas de integridad fomentan y promueven climas de confianza mutua. Los climas de confianza alientan y apoyan el libre intercambio de ideas que a su vez permiten que la investigación académica alcance su máximo potencial.
- Justicia.
Las comunidades académicas de integridad s establecen expectativas, estándares y prácticas claras y transparentes para apoyar la imparcialidad en las interacciones de los estudiantes, el profesorado y los administradores.
- Respeto.
Las comunidades académicas de integridad valoran la naturaleza interactiva, cooperativa y participativa del aprendizaje. Honran, valoran y consideran diversas opiniones e ideas.
- Responsabilidad.
Las comunidades académicas de integridad se basan en los fundamentos de la responsabilidad personal, junto con la voluntad de los individuos y grupos de liderar con el ejemplo, mantener estándares mutuamente acordados y tomar medidas cuando se encuentran con irregularidades.
- Coraje.
Para desarrollar y mantener comunidad de integridad, se necesita más que creer simplemente en los valores fundamentales. Traducir los valores de los puntos de conversación a la acción, defenderlos frente a la presión y la adversidad, requiere determinación, compromiso y coraje.
“Una violación de la integridad académica se puede definir de forma simple como cualquier comportamiento que socava los valores, normas y prácticas de integridad académica. En términos más concretos, incluye pero no se limita, el plagio, las trampas en exámenes o tareas, la suplantación en exámenes, la colusión, el robo del trabajo de otro alumno, el sabotaje del aprendizaje o de la evaluación de otro alumno, pagar a un tercero por las tareas, descargar tareas completas (o partes de las tareas) desde Internet (incluidos los sitios para compartir archivos), la falsificación de datos, la tergiversación de registros y las prácticas fraudulentas de investigación y publicación” (Bretag, 2018, pag. 2).
La credibilidad del sistema académico y de todas las personas implicadas en su desarrollo se sustenta en la integridad y su logro atañe a todos los actores involucrados en el proceso, los estudiantes, los profesores, las instituciones y la administración en su conjunto. Su trasgresión resta valor y legitimidad a las instituciones; supone una situación de injusticia al degradar el sistema de crédito y recompensa al situar a aquellos que trabajan con honestidad en una situación de desventaja y atribuir injustamente un conocimiento que no poseen a aquellos que la cometen permitiéndoles acceder a puestos de responsabilidad que no merecen; y constituye una amenaza que puede quebrar la confianza de la sociedad en el sistema de enseñanza superior.