
Soy Elisa, estudiante italiana de la Universidad de Génova y, en enero de 2024, decidí participar en el programa ERAMUS. Aquí os cuento mi valoración de los meses que he estado en este fantástico máster
"Es una experiencia que te cambia la vida", me decían, y me costaba creerlo, pero con el tiempo puedo decir que es realmente así.
Me llamo Elisa, soy una estudiante italiana de la Universidad de Génova y, en enero de 2024, decidí participar en el programa Erasmus. Era un sueño que había cultivado durante mucho tiempo: irme al extranjero, vivir una experiencia universitaria diferente, conocer nuevas culturas. Tan pronto como se presentó la oportunidad, no dudé en aprovecharla.
Cuando se publicó la convocatoria de Erasmus, estaba entusiasmada pero también algo indecisa. Tenía varias opciones de universidades asociadas a la mía en Italia, todas en el extranjero: opciones en Francia y España, incluyendo Barcelona, Madrid, Santiago de Compostela y Valencia. España siempre me ha fascinado, y entre todos los destinos, Valencia fue el que más me atrajo. Para mí, esto no era solo un viaje, sino una verdadera oportunidad de crecimiento académico y personal.
Mi prioridad, por supuesto, era saber qué universidad iba a asistir. Así que, me puse enseguida a buscar información sobre la Universidad de Valencia. Consulté su página web, estudié la historia de la universidad y revisé el plan de estudios que iba a seguir del Máster en Técnicas para la Gestión del Medio Ambiente y del Territorio, comparándolo con el que cursaba en Italia. Las asignaturas eran afines a las que ya había estudiado, pero a la vez diferentes, lo que me resultó muy interesante. La idea de enfrentarme a contenidos nuevos me emocionaba.
Otro aspecto que valoré cuidadosamente fue la organización y la estructura que me acogerían. No conocía a nadie que hubiera tenido experiencias Erasmus en Valencia, por lo que tuve que confiar en internet y en la web de la universidad para obtener toda la información útil. Después de analizar otras opciones, elegí sin dudar Universidad de Valencia como primera opción. La propuesta académica y el atractivo de la ciudad me resultaron irresistibles, así que, después de un tiempo, recibí la confirmación: me iría a Valencia.
Una vez tomada la decisión, comenzó el proceso burocrático, que al principio parecía fácil, pero como todo, requirió atención. Me puse en contacto con mi coordinador Erasmus en la Universidad de Valencia, Jaime Escribano, quien fue desde el principio muy amable y disponible, dándome todos los consejos necesarios para completar la documentación e iniciar mi proceso.
Sin embargo, el siguiente paso fue más complicado: encontrar alojamiento. Lamentablemente, me di cuenta de que había comenzado la búsqueda demasiado tarde, por lo que recomiendo encarecidamente a cualquiera que decida vivir una experiencia en el extranjero que empiece con bastante antelación. Intenté buscar en distintos portales especializados en el alquiler y venta de pisos, pero los precios eran demasiado altos para las condiciones ofrecidas.
Al final, la suerte decidió sonreírme: decidí utilizar las redes sociales para buscar una habitación. Publiqué una historia en Instagram, en la que explicaba que estaba buscando alojamiento de octubre a febrero, y fue gracias a esa historia que una chica de Milán me escribió. Me contó que había vivido una experiencia Erasmus en Valencia y que sabía que su antiguo casero estaba reformando un apartamento y que probablemente tendría una habitación libre. Así que me puse en contacto con él y, después de visitarlo, finalmente encontré la habitación perfecta para mi estancia.
En cuanto al idioma, partía de una base elemental de español. Antes de partir, había tomado algunas clases para aprender lo básico, pero fue solo sobre el terreno cuando realmente aprendí. Con el tiempo, hablando con valencianos, interactuando con mis compañeros de clase y estudiando en español, logré mejorar mis habilidades lingüísticas. Al principio, tenía algo de miedo, pero mis amigos y compañeros de clase me ayudaron mucho, explicándome las palabras que no conocía y dándome consejos. Ahora soy capaz de mantener una conversación en español con bastante soltura, aunque, por supuesto, todavía hay mucho por mejorar. Mi consejo es partir con una base sólida de español, o al menos empezar un curso antes de la partida y continuar una vez llegados. La Universidad de Valencia ofrece cursos de español para todos los niveles, pero también de inglés, francés, alemán y valenciano.
En mi caso, también fue fundamental socializar con mis compañeros de curso y con otras personas que solo hablaban en español. Al principio estaba un poco temerosa y tenía miedo de no poder comunicarme correctamente, pero mis compañeros y amigos me ayudaron muchísimo. Me dieron consejos útiles, me corregían correctamente cuando no sabía una palabra o cometía errores, y con paciencia me hicieron sentir más segura. Esta interacción diaria no solo me permitió mejorar rápidamente el idioma, sino también integrarme completamente en el contexto local.
Llegué a Valencia el 30 de septiembre, pero las clases no comenzarían hasta el 14 de octubre, lo que me dio dos semanas de tiempo para explorar la ciudad y hacer mis primeras conexiones. Fue un tiempo de descubrimiento, pero también de adaptación. Durante esas dos semanas, tuve la oportunidad de conocer a quienes ahora son no solo mis compañeros de universidad, sino también verdaderos amigos y compañeros de aventura. Pasear por las calles de Valencia, visitar sus parques, mercados y lugares más característicos fue la manera perfecta de ambientarme antes de comenzar oficialmente mi experiencia académica.
El 14 de octubre comenzó el curso, y debo admitir que estaba un poco nerviosa. No sabía bien qué esperar, ya que el sistema universitario español era completamente nuevo para mí. Sin embargo, quedé realmente impresionada por la organización y la metodología que caracteriza a la universidad en España, muy diferente de la italiana. Me impactó de inmediato el enfoque práctico y dinámico con el que se desarrollaban las clases del máster, en las que se animaba a los estudiantes a participar activamente, colaborar y discutir, sin sentirse nunca abrumados por la teoría. Al principio, me costó un poco adaptarme a este nuevo método de enseñanza, pero con el tiempo y con la ayuda de mis compañeros y profesores, logré familiarizarme con el sistema y abordar las clases con más tranquilidad.
Los profesores del máster fueron especialmente atentos y me apoyaron en todo momento. Respondieron a mis preguntas sin dudarlo, trataron de aclarar cualquier duda y se aseguraron de que pudiera continuar sin dificultades. Así, después de unas semanas de adaptación, logré completar con éxito todos los exámenes previstos en mi Learning Agreement, afrontando cada prueba con mayor serenidad y determinación.
Además de los exámenes, en el programa Erasmus también estaba previsto un periodo de prácticas externas de 120 horas, que representaba una parte importante de mi trayectoria académica. En este caso, fui asistida por mi coordinador Erasmus, quien me ayudó en la búsqueda de la empresa o institución donde realizar las prácticas. Gracias a su apoyo, logré encontrar una oportunidad interesante en la Cátedra Ciutat de Cullera y su observatorio; esta experiencia me permitió aplicar prácticamente los conocimientos teóricos que estaba adquiriendo en las clases del máster. La experiencia de las prácticas fue fundamental para mí, porque me dio la oportunidad de sumergirme aún más en el contexto profesional y cultural de Valencia, interactuar con profesionales del sector y crecer tanto a nivel personal como profesional.
Esta experiencia Erasmus me ha permitido crecer en muchos aspectos, tanto personal como culturalmente. Vivir en un país diferente, confrontarme con una cultura nueva e interactuar a diario con personas de distintas nacionalidades ha enriquecido mi visión del mundo y me ha enseñado a ser más abierta, adaptable e independiente. He aprendido a superar las dificultades lingüísticas y culturales, a gestionar mi tiempo y recursos de manera más consciente y a tomar decisiones importantes con mayor seguridad.
Desde el punto de vista académico, el contraste con un sistema universitario diferente ha estimulado mi curiosidad y me ha impulsado a abordar los estudios con más pasión y motivación. He adquirido nuevas competencias, no solo lingüísticas, sino también profesionales, que estoy segura me serán útiles en el futuro.
En definitiva, el Erasmus no solo ha sido una oportunidad académica, sino una verdadera experiencia de vida que me ha ayudado a descubrir nuevas facetas de mí misma y a crecer como persona. Lo que he aprendido y vivido en estos meses me acompañará siempre, y estoy agradecida por cada momento de esta extraordinaria aventura.
Recomiendo encarecidamente a todos que hagan una experiencia Erasmus. En particular, recomiendo realizar el Erasmus en Valencia y en la Universidad de Valencia. La ciudad ofrece una combinación perfecta de historia, cultura, bellezas naturales y una calidad de vida increíble. Valencia es una ciudad vibrante, con un clima maravilloso, playas hermosas y una gastronomía que te cautiva. Además, la Universidad de Valencia es una institución bien organizada, con un sistema educativo que estimula la participación de los estudiantes, favorece la integración y ofrece numerosas oportunidades de crecimiento académico y profesional. Su apertura internacional y el apoyo que brindan a los estudiantes Erasmus es ejemplar. Los profesores y el personal siempre están disponibles, dispuestos a ayudarte, y la atmósfera entre los estudiantes es acogedora y estimulante. Al menos, es lo que he podido experimentar durante mis estudios en el máster que elegí.
En conclusión, estudiar en Valencia no solo es una oportunidad para mejorar tus competencias, sino también para vivir una verdadera inmersión cultural, que te permitirá descubrir nuevas tradiciones, personas y formas de pensar. Valencia es, sin duda, un lugar donde puedes crecer en todos los aspectos, ¡y estoy segura de que quien elija este destino no se arrepentirá!
Otras estudiantes ERAMUS durante el curso 24-25
Junto a esta experiencia por parte de Elisa Castellanotti, durante el curso 24-25 el máster ha acogido igualmente a otras tres estudiantes ERAMUS:
- Fabia Guth, de Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universität Bonn (Alemania), que ha realizado sus estudios en la materia: “El medio físico. Trabajo de campo y cartografía”.
- Katharina Schatton, de la Université de Lausanne (Suiza), matriculada en las materias de: “Técnicas cualitativas y cuantitativas para la planificación y gestión territoriales”, y en las “Prácticas Externas”
- Sofia Marcinno, cuya procedencia es la misma que Katharina y matriculada también en esas mismas asignaturas.
- Por tu parte, Elisa cursó los siguientes módulos: “Sistemas Naturales y Sociedad”, “Técnicas para el análisis y el procesamiento de la información geográfica”, y “Prácticas Externas”.